Sugey Estrada/Hugo Gómez
Hace tiempo circuló por Internet una fotografía con cuatro manzanas que cambiaron el mundo: la de Eva, la de Isaac Newton, la de Los Beatles y la de Steve Jobs.
La manzana es de las frutas más recomendadas para conservar la salud (aunque últimamente alertaron no consumir manzanas acarameladas preenvasadas). "No hay cosa más sana que comer en ayunas una manzana", dice un refrán. Y otro, reafirma: "Una manzana cada día, de médico te ahorraría".
No obstante, la etimología de la palabra proviene del castellano antiguo "mazana", el cual deriva del vocablo latino "mattiana", que significa mala. Al parecer, hacía referencia a una especie de manzana que cultivó un botánico romano, Caius Matius.
A este saludable fruto le persigue una maldición, pues hasta en las narraciones infantiles (Blanca Nieves) se utiliza una manzana envenenada.
En la mitología griega, una manzana desencadenó la discordia que culminó con la Guerra de Troya. Al matrimonio entre la diosa Tetis y Peleo no fue invitada la diosa Eris, quien llevó una manzana de oro y exclamó: "He aquí mi regalo. Es para la más bella de las diosas".
Atenea, Hera y Afrodita se disputaron ese honor, pero Zeus dijo que lo decidiera un mortal. Escogieron a Paris y cada una le prometió sus dones: Hera, el poder; Palas, la sabiduría, y Afrodita, la mujer más bonita. El joven le dio el triunfo a Afrodita.
Paris se trasladó al palacio de Menelao, en Esparta, y se prendó de Elena, su esposa. Huyeron a Troya y se desencadenó la famosa guerra.
En el relato bíblico de Adán y Eva la tradición tampoco fue benévola. El texto habla del fruto del árbol del bien y del mal, pero nunca dice que fuera una manzana.
¿Soy un fruto podrido o envenenado?
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf