"La mentira"

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05/06/2015 00:00

    Sugey Estrada/Hugo Gómez

    Una fábula de Esopo cuenta la historia de un joven pastor y un lobo. El pastorcillo, queriendo divertirse, gritó con todas sus fuerzas: "¡El lobo! ¡Viene el lobo!"
    Apenas escucharon el llamado de auxilio, todos los vecinos acudieron pero encontraron al pastorcillo acostado a la sombra de un árbol.
    Al día siguiente, el pastorcillo repitió su broma, gritando: "Socorro, socorro! ¡Viene el lobo!" Los vecinos acudieron con hachas y palos. Sin embargo, encontraron al pastorcillo burlándose y se retiraron molestos.
    Posteriormente, en verdad bajó el lobo y ninguno de los vecinos acudió a los gritos de auxilio del pastorcillo, porque ya no creían en él. La fiera se dio un banquete con las ovejas y, de paso, se comió también al pastorcillo.
    La moraleja de la fábula es muy sencilla: "En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso".
    Esta es la más grave consecuencia que se acarrea la persona mentirosa: mina la confianza de los demás y ya nadie puede creer en ella. "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti", dijo Federico Nietzsche.
    Quien miente se convierte en esclavo de sus patrañas e invenciones. Sólo la verdad, mencionó Jesús, puede volver al hombre verdaderamente libre (Jn 8 32).
    La persona que recurre a la mentira jamás resultará vencedora, aunque aparentemente parezca salir con la victoria. "Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira", señaló Mahatma Gandhi.
    Cuesta, en ocasiones, decir la verdad; pero es más costoso ceder a la mentira. "La verdad puede ser dulce o amarga, pero no puede ser mala; la mentira puede ser dulce o amarga, pero no puede ser buena", mencionó Constancio C. Vigil.
    ¿Hablo con la verdad? ¿Recurro a la mentira?


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    @rodolfodiazf