Sugey Estrada/Hugo Gómez
"Odio quiero más que indiferencia", dice la canción Ódiame, que parece adaptada del poema "Último ruego", del peruano Federico Barreto, aunque hay discusiones entre ecuatorianos y peruanos sobre el origen de la misma.
Al menos a estas dos naciones no les ganó la indiferencia y se disputan la paternidad de la canción. La indiferencia es mortal, porque es un estado de suspensión en el que no se muestra interés, inclinación, rechazo o repugnancia por algo o alguien. Es un estado en el que se tiene ausencia total de preferencia, ni se muestra aprecio ni desprecio.
"Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte", dijo Elie Wiesel.
Al odiar se tiene presente a la persona; en cambio, mediante la indiferencia no se le presta atención, se prescinde totalmente de ella.
"La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad", subrayó la madre Teresa de Calcuta.
Ayer se celebraron los 100 años del nacimiento de Octavio Paz y el mayor homenaje que le podemos hacer es leer su obra, como él mismo recomendó:
"Un autor no leído es un autor víctima de la peor censura: la de la indiferencia. Es una censura más efectiva que la del índice eclesiástico".
¿Marco diferencia y proscribo la indiferencia?
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