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"Reflexiones"

"La naturaleza humana y divina del perdón y la indulgencia"

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27/11/2010 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    No tengo duda que los seres humanos somos perfectibles por naturaleza, lo que significa que aprendemos de nuestros propios errores y crecemos en nuestras dimensiones humanas, afectivas y espirituales en la medida en la que asumimos compromisos de cambio de nuestras propias conductas y comportamientos.
    Al respecto, Carl Rogers, precursor de la sicología humanista, nos dice en uno de sus postulados, que "todos los seres humanos poseemos de manera intrínseca, la tendencia innata hacia la actualización y el perfeccionamiento y por lo mismo, en el ejercicio de todas nuestras funciones naturales, tanto físicas como experienciales, tendemos constantemente a desarrollar nuestras propias potencialidades con el fin de asegurar nuestra conservación y desarrollo personal y social, teniendo en cuenta las posibilidades y los límites del ambiente social en el que nos desenvolvemos".
    La indulgencia y el perdón, son dos manifestaciones humanas que tienen una gran dimensión de orden divino, tanto así, que la Iglesia las ha establecido como recompensas a quienes manifiestan su arrepentimiento frente a sus faltas cometidas. Por lo general, llamamos indulgente a la persona que tiene clemencia de otra y concede fácilmente el perdón en vez de pedir el castigo por una culpa.
    Junto a la indulgencia, transita la virtud infusa de la caridad, la que nos permite manifestar sin condición alguna el amor al prójimo atendiendo a la naturaleza y esencia divina que lo caracteriza, y que nos mueve hacia el otorgamiento del perdón, aun a aquellos que han proferido en nuestra contra calumnias y falsedades, pues ellos también tienen la oportunidad del arrepentimiento y desde luego del perdón.
    Al respecto, la Iglesia católica nos enseña que "el perdón es, ante todo, el acto amable del altísimo por el cual los creyentes verdaderos son puestos en una relación correcta con Dios, transferidos de la muerte espiritual a la vida espiritual por el sacrificio de Jesús. El perdón también es, en esta dimensión divina, el obsequio progresivo de Dios sin el cual viviríamos como cristianos "fuera de coyuntura" y repletos de culpa. Es por este acto divino de la gracia de Dios que los creyentes verdaderos se liberan de la carga de los pecados que ellos confiesan".
    "En términos de la dimensión humana, el perdón es ese acto y la actitud hacia los que nos han agraviado que restaura las relaciones y la confraternidad. Jesús habló sobre esta dimensión humana del perdón. La condición firme para recibir el perdón de Dios es el consentimiento de perdonar los otros. Dos lugares donde vemos esto es en la Oración del Señor cuando Jesús dice, "Perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores." (Mateo 6:12) y en la parábola del Sirviente sin misericordia (Mateo 18:21-35).
    "Jesús indicó claramente en tal caso: "pero si no perdonas sus ofensas a los hombres, tampoco tu Padre te perdonará tus ofensas." (Mateo 6:15). La vida perdonada es la vida que perdona. El perdón humano refleja nuestra experiencia y la comprensión del perdón divino. No podemos conocer al Cristo de la Cruz si rehusamos perdonar. El amor es lo que gobierna el perdón. Los que aman nacen de Dios y conocen a Dios (1 Juan 4:7).
    "Jesús demuestra poderosamente esta enseñanza en la cruz, cuando pidió que Dios perdonara a sus verdugos (Lucas 23:34). Pablo recordó a la Iglesia en Éfeso del motivo de su perdón y la base en que ellos deben perdonar el uno al otro cuando él dijo, "...sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". (Efesios 4:32)".
    También, desde el punto de vista meramente humano, podemos ver expresiones de profundo significado a favor del perdón y la indulgencia como virtudes que deben ser practicadas con la frecuencia que sea necesaria, pues nadie estamos exentos de cometer errores y todos merecemos ser perdonados por nuestras faltas cometidas, sin ver la dimensión de las mismas.
    En efecto, el poeta, filósofo y escritor libanés Khalil Gibran, 1883-1931, dejó como testimonio de su obra, un extraordinario legado de frases de profundo contenido y significado humanista, entre las que podemos destacar la siguiente: "Frente al petulante y hablador he aprendido a callar; frente al intolerante, a ser indulgente, con el patán misericordioso, y frente al malévolo, a perdonar y tratar a los demás con amabilidad."
    Ser indulgentes y saber perdonar, es ubicarnos en una dimensión humana divinizada, pues nadie somos tan perfectos que no podamos cometer errores, ni tampoco tan perversos que no podamos arrepentirnos y merecer el perdón de Dios y de los hombres. JM. Desde la Universidad de San Miguel.
    udesmrector@gmail.com