César Peña Sánchez/ APRO
La primera Navidad se festejó en el siglo 16, en el fuerte de Navidad; Cristóbal Colón ordenó que este fuerte se construyera con la madera de la carabela Santa María; además, por inaugurarse un 25 de diciembre no sólo se llamó "Fuerte de Navidad", sino que celebró en el la primera Navidad cristiana en el Nuevo Mundo, acto con el que simbolizó la llegada del cristianismo a las tierras recién descubiertas.
Una de las referencias más antiguas sobre la primera celebración de la Navidad en México, dice que en 1528 el franciscano Fray Pedro Gante reunió a una multitud de indígenas; los hizo venir de 20 leguas a la redonda para que acudieran a la fiesta de la Natividad de Cristo.
Vinieron tantos que no cupieron en el patio de la capilla donde los había convocado el franciscano, incluso hubo algunos devotos enfermos que se hicieron transportar en hamacas.
En la noche de Navidad de 1528, los indígenas presentes entonaron el himno ha nacido el redentor del mundo. Cabe añadir que, como parte de su trabajo evangelizador Fray Pedro compuso cánticos que relataban, en sus propias palabras: "Cómo Dios se hizo hombre para librar el linaje humano, y cómo nació de la virgen María quedando pura y sin mácula. Justamente con los conquistadores españoles llegaron a territorio mexicano frailes cuya misión consistía en difundir la religión católica en las tierras recién descubiertas.
La enseñanza de la religión llevaba emparejada la celebración de sus principales fiestas, dentro de las cuales, naturalmente, se incluía a la Navidad así pues, se puede afirmar que la Navidad llegó a México al mismo tiempo que Hernán Cortés y sus hombres.
Muchos frailes se preocuparon por conocer las culturas prehispánicas con el objetivo de que la enseñanza del catolicismo fuera más sencilla. De este modo, una vez familiarizados con la creencia y la cultura de los indígenas, los frailes sabían cual seria para evangelizar y la manera de relacionar la religión católica con las creencias que entonces prevalecían.
La celebración de la Navidad coincidía con una fiesta mexica dedicada al Dios Huitzilopochtlí; que coincidieran las fechas no es casual, ya que muchas culturas del mundo celebraban y, aun lo hacen, ceremonias importantes el 25 de diciembre, pues justamente ese día tiene lugar el solsticio de invierno.
El que los mexicas celebraran una ceremonia en honor de su deidad más importante el mismo día en que se celebra la Navidad hizo que la aceptaran más fácilmente, y con ello, a la postre, contribuyó a que los indígenas adoptaran las demás ceremonias católicas.
Al nacimiento de Jesús se le arrima el materialismo y el consumismo. Junto con la propagación de la figura de Santa Claus durante el siglo 19, los valores promovidos por la novela de Charles Dickens, Cuento de Navidad, ayudaron a fortalecer la tradición navideña en Estados Unidos y Europa occidental. Santa Claus fue el personaje moderno que inspirado por una figura real de la historia: San Nicolás de Bari, Obispo de la ciudad Mira, situada en la antigua provincia de Licia en Asia Menor, en la actual Turquía, que vivió en los siglos cuarto y quinto de nuestra era, aunque se ignoran las fechas precisas de su nacimiento y muerte.
El nombre "Santa Claus" es una contracción del nombre latino del Santo: Santus Nicolaus.
Si bien parece indudable que efectivamente San Nicolás ocupo el obispado de Mira, los datos ciertos sobre su vida son muy escasos. Al parecer nació en el puerto de Patada, en la misma provincia de Licia.
Fue encarcelado durante la persecución contra los cristianos que desato en el año 303 el emperador romano Dioclesiano, pero recupero la libertad luego de que un nuevo emperador, Constantino, proclamó la tolerancia religiosa mediante el Edicto de Milán en el año 313.
Se sabe que asistió al primer Concilió Ecuménico de la Iglesia, que tuvo lugar en Nisea, en Asia Menor en 325. Falleció en Mira y fue sepultado en su catedral. Años después, el emperador bizantino Justiniano reconstruyó una basílica en Constantinopla.
La leyenda de San Nicolás se presenta como un benefactor anónimo, que aprovechaba la oscuridad de la noche para arrojar regalos dentro de las casas de la gente que los merecía. Así mismo, el cuento de la resurrección de los infantes asesinados le valió ser reconocido como protector de la niñez. En vista de esos antecedentes, la gente de algunos países le atribuyo la entrega de los regalos que reciben los niños en Navidad.
Aunque la devoción a San Nicolás prácticamente desapareció en la mayoría de los países del norte de Europa luego del triunfo de la Reforma protestante en el siglo 16, su culto permaneció en los Países Bajos, pero con grandes cambios; el santo católico acabo amalgamándose con la figura legendaria de un mago nórdico que castigaba a los niños malos y premiaba a los buenos, y surgió un personaje llamado Sint Klaes o SinterKlaas.
Santa Claus era conocido porque llevaba regalos a los niños durante la nochebuena. La costumbre se prolonga a Inglaterra, y los inmigrantes holandeses la llevaron a Estados Unidos; se extendió hacia México durante el siglo 19. Según la historiadora Teresa Escobar Rohde, la incorporación de ese color a la vestimenta de Santo Claus se debe a la influencia de la mitología nórdica. Los antiguos dioses telúricos eran asociados con el color escarlata, que simboliza el poder fecundador del Sol sobre la Tierra. El rojo, de modo particular, relaciona a Santa Claus con la fiesta de solsticio de invierno.
El árbol de Navidad es una costumbre de origen germánico. En el norte de Europa desde mucho tiempo antes de Cristo, se usaban ramas verdes de árboles de hojas perennes de los ritos mágicos celebrados con motivo del solsticio de invierno, con el objeto de propiciar el retoño de las plantas y la victoria de la luz sobre las tinieblas. También se adornaba un pino u otro árbol de hojas perennes con objetos brillantes y velas encendidas; luego la gente bailaba y cantaba alrededor.
Se cuenta que el Obispo y mártir San Bonifacio (680-754 d.C.) llegó a la actual Alemania procedente de Inglaterra con la misión de evangelizar a los pueblos germánicos. Cuando llego a la ciudad de Geismar predicó la nueva doctrina y para demostrar la superioridad de su fe corto de raíz un encino sagrado donde los habitantes iban a depositar sus ofrendas y cada año sacrificaban a un niño en honor del Dios Odin. Los padres de la iglesia, por lo general personas formadas en una cultura no cristiana, comprendieron que era imposible arrancar de raíz las antiguas tradiciones y decidieron actuar con prudencia, por lo que adaptaron practicas precristianas dándoles un nuevo sentido.
Martin Lutero (1483-1546), teólogo y reiniciador de la Reforma protestante, paseaba de noche por el bosque poco antes de la navidad cuando vio cómo la luz de la luna se reflejaba sobre los árboles nevados. Como le gusto mucho esa escena, corto después un pino pequeño y lo llevo a su casa para ponerle velas y emular así el efecto de la luna. Algunos expertos dudan de la autenticidad de esta historia.
La costumbre de adornar el árbol de Navidad fue hacia 1860 en Alemania. Las figuras de cristal evolucionaron en muchas formas distintas, incluyendo las populares esferas. Se considera que las primeras esferas fueron creadas en el siglo 18 por los sopladores de vidrio de bohemia.
De las coronas de Navidad algunos autores las sitúan en las coronas de laurel que daban los antiguos griegos a los deportistas victoriosos. Los cristinianos adoptaron como imagen la victoria de Jesús sobre la muerte. Mucho antes de Cristo, los nórdicos solían hacer coronas con plantas de hojas perennes.