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"En pocas palabras"

"La Ópera"

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19/09/2010 00:00

    SEGURIDAD

    El día martes 14 de septiembre, después de clases, me acompañó un amigo al centro histórico de la Ciudad de México a conocer un lugar del cual he escuchado hablar muchas veces, es el restaurante-cantina que lleva por nombre "La Ópera".
    La Ópera data de la época de don Porfirio Díaz. Él, y más tarde los grandes líderes de la Revolución como Emiliano Zapata y Pancho Villa la visitaron, éste último inmortalizó su presencia cuando a su arribo detonó su arma y quedó de manifiesto un agujero en el techo que aún podemos apreciar.
    Durante el trayecto hacia el Centro pudimos admirar a lo largo del Paseo de la Reforma la organización y la distribución de los distintos escenarios por motivo del bicentenario. Nuestro recorrido a pie comenzó justo en la Alameda, llegando muy pronto a nuestro destino que se hallaba ubicado en la 5 de mayo.
    Una vez dentro de la Cantina nos llevamos una gran sorpresa, estábamos anonadados con el esplendor de la antigua arquitectura del recinto y al mismo tiempo anhelábamos escuchar cuanto antes su historia. Mis pupilas buscaban con ansias en el techo no un agujero sino un hueco, como producido por un cañonazo, el rastro de Villa. Llegó un mesero irrumpiendo nuestra búsqueda "¿gustan barra o mesa?", entonces le pedimos una mesa y le preguntamos por el balazo"está justo arriba de ustedes".
    El joven que nos atendía nos proporcionó un extenso artículo, enmarcado, que detallaba la historia del lugar, y cuando terminé de leer en voz alta, observé a mi alrededor y desee fervientemente regresar un instante a la escena del balazo, o mejor dicho, me hubiera gustado sentarme junto a Díaz y Limantour a conversar. El mariachi me regresó a mi realidad cuando se detuvieron junto a nosotros ofreciéndose a amenizar nuestra visita.
    Degustamos un delicioso aperitivo y a pesar de la llovizna que ahora empezaba a arreciar, salimos de La Ópera en busca de más aventura. Corrimos hacia el museo del Estanquillo para recordar a Carlos Monsiváis, después caminamos alrededor del Zócalo y escuchamos el ensayo de un tenor que deleitó a los cientos de presentes y pensé "hoy somos cientos, mañana sus espectadores serán miles".
    Mientras cruzábamos de una calle a otra, de la 5 de mayo a Tacuba y luego a la 16 de septiembre, imaginaba a la multitud que vendría al día siguiente a dar el Grito, y asimismo a la muchedumbre que hace doscientos años atrás proclamaron su independencia en Dolores, Hidalgo.
    Comenzaba a anochecer y nos despedimos de los edificios históricos, de los museos, de las estatuas de piedra y de las estatuas vivientes, del pasado y sus memorables hazañas... hora de partir.