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"La esperanza"

"La otra dependencia es de los veneros de petróleo que según el poeta López Velarde nos los escrituró el diablo"

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07/11/2009 00:00

    Se defiende titular de la Sedena en caso Tlatlaya

    Ante la situación tan lamentable que en la actualidad venimos padeciendo tan llena de calamidades, algunas nos han llegado del exterior como la recesión económica tan profunda y de la que nuestro País es de los más afectados por sus dependencias, la que nos llega por nuestra geografía junto al país más poderoso y rico del mundo nos hace depender de sus importaciones de innumerables mercancías, de su tecnología, de su turismo, de la enorme absorción de emigrantes que son más de 20 millones entre los ya arraigados, los que van y vienen en forma estacional y los ilegales casi todos nos envían sus remesas.
    La otra dependencia es de los veneros de petróleo que según el poeta López Velarde nos los escrituró el diablo.
    Hoy nos damos cuenta que el poeta tuvo y tiene toda la razón porque el oro negro nos hizo atenidos y dependientes.
    Peor es la inseguridad con su caudal de violencia y muerte y más lo es la clase política que no ama a nuestro país pero se adora a sí misma.
    Todo este piélago de calamidades nos está empujando a la desesperación que equivale a la pérdida, que no se vale perder porque se pierde todo, me refiero obviamente a la esperanza como una de las virtudes teologales y por ello no voy a escribir sobre lo que nos ocurre ante el triste y caótico espectáculo de nuestros políticos tan escasos de estatura y calidad humana que no es ninguna novedad viene desde hace varias décadas, pero hoy nos están empujando al abismo.
    Según la mitología griega cuando Epimeteo abrió la caja de Pandora, la esperanza fue la única deidad que quedó para consolar a los hombres.
    Epimeteo era hermano de Prometeo, esposo de Pandora. Y mientras que Prometeo fue el mortal que robó el fuego a los dioses haciendo un enorme bien a los efímeros o mortales, su hermano les trajo todas las calamidades.
    La esperanza la define la Enciclopedia Rialp como: "La actitud psicológica que designamos 'esperar' en el sentido activo, es aquel estado de ánimo que se dirige a un hecho futuro, favorable, incierto, posible. A tales características del objeto del esperar, corresponden en el sujeto que espera las disposiciones psicológicas de la expectación, el deseo, la incertidumbre y la confianza".
    Ya desde el Antiguo Testamento: "El esperar religioso es uno de los componentes esenciales de la espiritualidad, puesto que la intervención salvadora de Dios se realiza en el suceso histórico, y su culminación ha de tener lugar en la consumación de los tiempos, en la plenitud, de acuerdo con el anuncio cada vez más preciso e insistente de los profetas".
    Pero el Antiguo Testamento no nos habla de la esperanza solamente en sentido positivo, sino también negativamente, condenando las falsas esperanzas, que se apoyan en motivos distintos de la confianza de Dios.
    Al leer estas últimas frases relativas a la virtud teologal de la esperanza en el antiguo testamento me acordé cómo el fundador del PAN, Manuel Gómez Morín en su inmensa sabiduría casi profética nos decía para evitar falsas esperanzas de los inmediatistas acelerados que nuestra lucha era brega de eternidad, que no quería que hubiese ilusos para que no hubiese desilusionados y 10 años antes en 1929 trató de disuadir al filósofo genial José Vasconcelos quien se encaprichó a ser el candidato a la Presidencia de la República sin siquiera tener una estructura partidista y menos aún que estuvieran dadas las condiciones para desplazar a la clase política revolucionaria del poder, pues tampoco había una ciudadanía formada ni cívica ni políticamente preparada.
    Don José no quiso oír a don Manuel y acabó en el exilio después de una campaña que costó inútilmente algunas vidas y aquel filósofo brillante pero iluso no sólo se desilusionó sino que se amargó de por vida. Y es que la soberbia suele perder a los geniales, también a los peje-jos.
    Buscando en los Documentos Pontificios el relativo a Gaudium et Espes, o sea alegría y esperanza, encontré el siguiente párrafo titulado "El testimonio de Abraham".
    He dicho que la esperanza es obligatoria; pero no por ello es fea o dura.
    Más aún, quien la viva, viaja en un clima de confianza y abandono, pudiendo decir con el salmista: "Señor, tú eres mi roca, mi escudo, mi fortaleza, mi refugio, mi lámpara, mi pastor, mi salvación. Aunque se enfrentara a mí todo un ejército, no temerá mi corazón; y si se levanta contra mí una batalla, aun entonces estaré confiado".
    "Diréis quizá: ¿No es exageradamente entusiasta este salmista? ¿Es posible que a él le hayan salido siempre bien todas las cosas? No, no le salieron bien siempre. Sabe también, y lo dice, que los malos son muchas veces afortunados y los buenos oprimidos. Incluso se lamentó de ello alguna vez al Señor.
    Hasta llegó a decir: '¿Por qué duermes, Señor? ¿Por qué callas? Despiértate, escúchame Señor'.
    Pero conservó la esperanza, firme e inquebrantable. A él y a todos los que esperan, se puede aplicar lo que de Abraham dijo San Pablo: 'Creyó esperando contra toda esperanza'", Rom 4, 18.

    rinber@prodigy.net.mx