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"Reflexiones"

"La perseverancia como virtud trascendente"

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05/11/2011 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    La perseverancia es una de esas virtudes humanas que aún conservan su significado correcto en las sociedades modernas, y como muchas otras, no va nunca sola sino que por lo general se acompaña de otras más, entre las que podemos citar a la laboriosidad y a la prudencia.
    Ser perseverantes significa hacer todo el esfuerzo posible para realizar algo que previamente se ha decidido hacer, de ahí que se requiera la suficiente fortaleza y deseo de logro para no desistir a la mitad del camino, y estos son los mejores ingredientes de la laboriosidad. Además de que cualesquier acto humano que implica la laboriosidad es, por el hecho de que el objetivo a lograr está dentro del llamado "bien común" hacia las personas las cosas o cualquier manifestación de vida, como las estrellas de mar, por ejemplo.
    De igual manera, la perseverancia implica hacer las cosas con prudencia, pues no es correcto suponer que una vez tomada una decisión, ésta deba cumplirse al pie de la letra, si se advierte que los resultados irán en contra de terceros o bien, que no se lograrán los beneficios esperados. La perseverancia no debe de ser confundida con la "terquedad" de realizar acciones que no tienen sentido para resultados que tampoco tienen sentido. Aquí es donde la prudencia despierta el sentido común y permite al ser humano rectificar en las decisiones y corregir los pasos que lleven a un mejor objetivo.
    Ser perseverantes significa pues, tener la prudencia suficiente para tomar decisiones correctas y la fortaleza para emprender las acciones necesarias para lograr las metas u objetivos propuestos sin poner en riesgo nuestra propia existencia ni la de los demás.
    Hay una hermosa historia que nos ejemplifica mejor el valor de la perseverancia. Esta dice así: "Cierto día en el atardecer, un hombre mayor de edad que caminaba por la playa, percibió a lo lejos la silueta de una persona que parecía correr de un lado por la playa, entre el mar y la arena y conforme se fue acercando, se dio cuenta que era un joven que tomaba estrellas de mar que habían sido arrastradas por el oleaje, y las regresaba de nuevo hacia su hábitat natural. La tarea se antojaba extenuante, pues podía verse que eran miles de estrellas las que adornaban la arena, dando la impresión de un extenso tapete que combinado con la blancura de la espuma de mar y el verde azul del agua, servía como marco para hacer aún más bello el atardecer.
    Intrigado por la afanosa actitud del joven de recoger estrellas de mar y lanzarlas de nuevo al agua, aquel hombre se acercó lentamente y le preguntó --¿Qué es lo que haces? ¡Ah, dijo el joven, regreso estas estrellas de mar a donde pertenecen! --¿Pero ya te diste cuenta que son miles de estrellas en la playa? --Sí, ya me di cuenta, dijo el joven al tiempo que tiraba una nueva estrella al mar.
    --¿Pero es una tarea sumamente extenuante y seguro que el mar seguirá sacando estrellas a la playa? --¡No importa!, dijo el joven, rescatando otra estrella de la playa y antes de tirarla de nuevo al mar le dijo a su interlocutor: --Mire es muy posible que me canse antes del anochecer, sin embargo, para las anteriores como para esta, mi esfuerzo ha valido la pena. --¿No lo cree usted? Y de nuevo, extendió el brazo tirando la estrella al mar.
    Aquel hombre se sintió avergonzado por su actitud de intentar persuadir al joven de algo que él consideraba no valía la pena, y casi en silencio, se dedicó junto con el joven, a recoger estrellas de mar y devolverlas a donde pertenecen, no sin antes reconocer para si mismo que había recibido una lección de vida: La perseverancia de un joven a quien seguramente le triplicaba la edad." (Fin de la historia)
    Moraleja: ¿Cuántas veces emprendemos las acciones necesarias para algo y a la mitad del camino desistimos? ¿Cuántos deseos ocultos e insatisfacciones hay en nuestra vida, por no haber tenido el valor de ser perseverantes? ¿Cuántas veces pensamos en hacer algo en bien de los demás y no emprendemos las acciones necesarias para llevarlas a cabo? Para ello, es necesario educarnos en la virtud de la perseverancia, para hacer cosas, aunque pequeñas, pero que valgan la pena, que sean cosas que dejen huella en nuestro ser y nos ayuden a templar nuestro carácter. Nos falta que seamos perseverantes y hagamos cosas que valgan la pena, en nuestra familia, en nuestro entorno, en nuestro trabajo, en la escuela, en la sociedad en su conjunto. ¿No lo cree usted así? JM Desde la Universidad de San Miguel.

    udesmrector@gmail.com