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"Una Segunda Opinión"

"La sabiduría convencional suele acudir a los extremos y en el caso del Presidente Bush el ejemplo es claro: se le culpa de todo, una posición que en parte es cierta. Elevó la intervención estatal, incluyendo al déficit. Durante su administraci"

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LAS ALAS DE TITIKA
28/01/2009 00:00

    Bush y Obama: Lo Mismo
    Ambos son caricaturas
    La sabiduría convencional suele acudir a los extremos y en el caso del Presidente Bush el ejemplo es claro: se le culpa de todo, una posición que en parte es cierta. Elevó la intervención estatal, incluyendo al déficit. Durante su administración se tomaron medidas que fueron malas.
    Se han citado problemas en la Transportation Security Administration, en el programa de No Child Left Behind, en Medicare. La falla central, generalmente mencionada, es la del gasto gubernamental, a la que suele añadirse la de la regulación excesiva que cuesta varios millones anuales.
    Las críticas más populares, sin embargo, se refieren a Irak: duración mal calculada y sin encontrar las célebres armas.
    La tendencia de expansión gubernamental, más gasto público y mayores regulaciones, son en mi opinión las peores faltas.
    Son fuerzas difíciles de detener, de muy grande inercia y que, peor aún, caen en terrenos muy fértiles con la administración del Presidente Obama: ya está haciendo más de esto mismo.
    Pero la sabiduría convencional, por su extremismo, olvida los argumentos que la contradicen. Por ejemplo en el caso de Bush, el detener los atentados terroristas y dislocar a esas fuerzas.
    También sacar de la jugada al impredecible Saddam. Y, la poco conocida, campaña contra el SIDA en África. Se opuso, no con suficiente fuerza, a las decisiones de hacer de cualquiera un sujeto de crédito.
    Si unos acusan a los programas de No Child Left Behind y Medicare, otros defienden sus resultados. Lo mismo se defiende su postura por la cultura de la vida, a la que Obama ha dado un giro contrario.
    Lo anterior es un tema que merece una segunda opinión. No por hacer de esta columna un juicio de Bush, sino por atacar a las posiciones extremas que toman a ciertos personajes y los vuelven caricaturas de la realidad.
    Bush es el ejemplo de la caricatura simple del villano que necesita de una caricatura contraria y que ya se ha producido, la de Obama.
    Las caricaturas son de extrema utilidad cuando se vuelven aceptadas por lo políticamente correcto. Permiten lanzar opiniones inmediatas sin miedo a ser contradicho.
    Este caso en los EU es en verdad fascinante. No hay manera, en mi experiencia, de intentar un juicio más o menos analítico de Bush, pero tampoco de Obama. Ambos son ya caricaturas.
    Sostener la caricatura de Bush, sin posibilidad de un juicio razonable que examine cosas buenas y malas, tiene pocas consecuencias prácticas ya, excepto por una que es alarmante: la de otra imagen de caricatura causada por ser percibido como opositor de Bush. Obama, por tanto, en muchas mentes es lo mismo que Bush, una caricatura.
    Y la caricatura de Obama, tan simple como la de Bush, tiene serias consecuencias prácticas: se pensará que todo lo que haga Obama es bueno, no porque lo sea, sino porque es el cambio y la esperanza después de la caricatura de Bush.
    Muchos medios de los EU han contribuido a esta simplificación primitiva.
    Tan mala es la caricatura de Bush, como la de Obama. Ambas conducen a falta de juicios razonables. Ambas anulan exámenes razonables. El razonamiento subyacente es absurdo: si todo lo que hizo Bush es malo entonces por necesidad todo lo que haga su opositor, Obama, es bueno.
    Pensar en esos términos dignos de una tira cómica de los domingos impide ver cosas como la continuación de una tendencia expansiva del Gobierno estadounidense y, por eso, el riesgo de una crisis más larga.
    Y facilita las opiniones que justifican a Obama por ser negro, por ser joven, por ser opuesto a Bush.
    Todo lo que quiero señalar es que Bush, según la sabiduría convencional, tiene la imagen de una caricatura, la del villano lleno de maldad.
    Y que esa misma sabiduría convencional ha creado otra caricatura de la que poca conciencia se tiene, la de Obama como el héroe que remediará todo lo que hizo el villano.
    Reducidos a una caricatura se vuelven personajes cuyos análisis son imposibles de ser aceptados. Intentar hacer un análisis de Bush será tan difícil como hacer lo mismo de Obama.
    Sucederá, por ejemplo, que una crítica a Obama, la que sea, podrá ser calificada de una posición favorable a Bush, o un ataque racista. Cualquier cosa, antes que un intento de evaluación razonable.

    eduardo@contrapeso.info