"La transición española es una lección histórica para los mexicanos, especialmente porque ha sido exitosa. Los politólogos españoles no esperan una Tercera República en un futuro cercano, pero sin duda los 30 años transcurridos de transició"
Gilberto Yáñez
El pasado 14 de abril se conmemoraron los 75 años de la proclamación en 1931, de la Segunda República española y de la Constitución de 1931.
Sin violencia y apresurada por el exilio del rey Alfonso XIII, España se convirtió en República que heredó de la monarquía más de un siglo de decadencia y atraso económico, con un vacío cascarón del viejo Imperio que al final propició un experimento democrático de vanguardia, en una Europa convulsionada por los muertos de la Primera Guerra Mundial y por los aires cercanos de la Segunda Guerra, cuyos muertos, sumados ambas grandes guerras, alcanzarían los 60 millones de personas, entre combatientes y civiles de ambos lados del conflicto.
Lamentablemente, la Guerra Civil española comenzó en julio de 1936 por la soberbia de los jefes militares de un ejército que no se detuvo ante la evidente legalidad del gobierno republicano y que creó una dictadura militar que no terminó sino hasta 1975 con la muerte de Franco, que señaló el inicio de la transición de España hacia la democracia y la aprobación de la Constitución de 1978.
El nuevo régimen, envuelto en un delgado papel de monarquía parlamentaria constitucional preparado por Franco antes de su muerte, empezó la construcción de una España moderna, ahora con libertades que el gobierno de Franco nunca quiso respetar o siquiera reconocer.
En casi treinta años, entre 1975 y 2005, la España golpeada por la larga dictadura franquista logró incorporarse a la Europa moderna y unida en la Unión Europea, que ha propiciado la vida democrática y de libertad económica necesaria para que España empujara a un lado su pasado y alcanzara su futuro como una sociedad pujante y decidida a ser parte activa de la vida democrática mundial.
Algún día se eliminará el oropel ridículo de la monarquía española y España vivirá plenamente las ventajas del progreso europeo, sin la carga de un grupo de personas herederas como familia de un pasado que ya no existe y que ya no puede justificarse ni como símbolo, ni como representación nacional.
El 75 aniversario de la Segunda República ha servido en España para recordar a los dirigentes políticos la necesidad de modernizar también la historia de España y de hacer a un lado los resabios de la dictadura de Franco, visibles en calles, plazas y monumentos que injustamente llevan el nombre o la efigie del militar rebelde que empuñó su espada en contra del gobierno civil elegido por el pueblo.
Por culpa de la soberbia de Franco y de sus aliados y con la indiferencia de las democracias europeas, España durante su guerra civil enfrentó sin necesidad a la muerte, al hambre y a la emigración de sus mejores hombres y mujeres.
Los nietos de la Segunda República y entre ellos José Luis Rodríguez Zapatero, nieto de un luchador republicano y actual Presidente del Gobierno español, han emprendido una encomiable labor de reconstrucción histórica y se ha declarado el año 2006 como Año de la Memoria Histórica, bajo el lema "Construyendo República".
Actividades culturales y académicas en toda España, a la espera de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica por el Congreso para que formalice la reparación de la historia española y reivindique para la Segunda República el lugar que le corresponde en la formación de la España moderna, lo cual requiere de una indispensable limpieza histórica, que precise la verdad del ilegal levantamiento militar de 1936 y de la ilegalidad de la dictadura de Franco, atribuyéndole la responsabilidad que le corresponde en la destrucción material del país, en la muerte de medio millón de españoles y en la dispersión de miles de sus hombres y mujeres que escaparon de la dictadura militar de Franco.
La muerte innecesaria de 50 mil españoles después de terminada la Guerra Civil a manos del gobierno ilegítimo de Franco, es también otra de las verdades que deben ser establecidas en la memoria histórica española, de la misma manera que la reprobable conducta de Inglaterra y Francia, que cerraron sus ojos a la complicidad de Alemania e Italia con la dictadura de Franco en la masacre del pueblo español que defendía al gobierno legítimamente elegido. Por ello, 40,000 extranjeros pelearon al lado de los republicanos y 20,000 más prestaron ayuda en los servicios médicos y auxiliares.
Que el gobierno republicano cometió graves errores y cometió reprobables excesos entre 1931 y 1936, es una verdad histórica establecida, al igual que era evidente que la solución y corrección de esos problemas debió haber ocurrido en las urnas electorales y no con la sangre derramada de los votantes.
Como lo sabemos los mexicanos por amarga experiencia, todas las guerras civiles enfrentan a hermanos y familias, destruyen las obras civiles construidas durante los períodos de paz y retrasan el progreso material y educativo de los ciudadanos por el abuso en el gasto público destinado a fomentar el fuego de la destrucción.
Durante 30 años, España se ha empeñado en recuperar el tiempo perdido de la dictadura y ahora es parte importante de la Europa moderna, lo que le permite desear limpiar su historia de los residuos sin fundamento del largo período de la dictadura.
Desde un punto de vista prudente, la espera de 30 años para reconstruir la historia reciente de España puede ser el elemento de imparcialidad y de objetividad que es indispensable para que las nuevas generaciones aprendan la verdad de lo ocurrido entre 1936 y 1939 y también entre 1939 y 1975.
Es una lección de prudencia en la cual los mexicanos debemos meditar al recordar los errores, las atrocidades y los abusos de la larga era del PRI y nuestra necesidad de escribir la verdadera historia de México entre 1929 y 2000.
La prisa se confunde con venganza y el resultado no siempre es positivo, pero la reconstrucción histórica no puede evitar reconocer que la causa esencial de la permanencia del PRI en el poder se debió a la naturaleza cobarde de los mexicanos que la soportamos.
España esperó 30 años y ahora es el momento de reconocer los errores y los aciertos de la Segunda República, para conocer lo que realmente ocurrió en España entre 1931 y 1939. Felipe González, Presidente del gobierno español después de la transición, socialista y también nieto de la guerra civil, recomendó a Vicente Fox seguir la estrategia española y esperar a la consolidación de la democracia para revivir el pasado.
Las heridas causadas por el PRI estaban demasiado recientes para pretender revivir el pasado y la inteligencia y la cultura del presidente Fox no tenían la materia prima necesaria para la labor fina de cirugía histórica que México necesita. Tal vez el zorro González se percató de las limitaciones de Fox y recomendó prudencia hasta encontrar tiempos y hombres mejores.
La transición española es una lección histórica para los mexicanos, especialmente porque ha sido exitosa. Los politólogos españoles no esperan una Tercera República en un futuro cercano, pero sin duda los 30 años transcurridos de transición y consolidación son ejemplares y señalan una larga pero fructífera ruta para la transición que México espera consolidar.