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"Análisis: La Pax Porfiriana en la UAS"

"La UAS experimenta un autoritarismo en sus instancias más altas pocas veces visto, y una simulación que indigna y avergüenza."

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28/04/2007 00:00

    Noroeste / Pedro Guevara

    Si el debilitamiento de la ética va a ser una condición definitiva de las sociedades de la modernidad declinante, la casta dirigente de la UAS, con honrosísimas excepciones, es, en la perfiferia, un ejemplo adelantado de ella.
    A mí me sorprende sobremanera cómo es que los medios de comunicación de Sinaloa no hayan indagado, con deseo de conocer el fondo de los asuntos, lo que sucede en la Casa Rosalina a partir de la llegada a la Rectoría del Ingeniero Cuén.
    En la UAS, el Rector Héctor Melesio Cuén ha contado con una prensa muy favorable. En parte porque ha sabido publicarse bien y se ha relacionado positivamente con ella, pero sobre todo porque encontró un contexto que le tendió una alfombra de terciopelo para construir su propio proyecto.
    En efecto, el brutal desgaste del viejo modelo universitario que instaló el método partidario electoral para escoger a los dirigentes de la institución, la causa principal de su desorden y deterioro académico, generó tanto malestar en la sociedad sinaloense a lo largo de tres décadas, y más particularmente en la clase política dirigente y las elites económicas, que cualquier propuesta que ofreciera orden, incluyendo en primera instancia acabar con las vulgares y populacheras elecciones, iba a ser respaldado por medios, empresarios y políticos.
    Aunque el Ingeniero Cuén ganó la Rectoría con los mismos procedimientos que criticó, incluso llevándolos a niveles extremos, se propuso una reforma que eliminara el corruptor y chabacano electoralismo uaseño. El Congreso aprobó un mecanismo muy deficiente que había sugerido el Rector, pero que dejaba de lado la anarquía politiquera.
    Los ingenuos pensaron que en base a la nueva Ley Orgánica se superarían los criterios políticos para conducir a la universidad y nombrar a sus autoridades. Cualquier persona que conociera a la mayoría de los integrantes del equipo del Rector Cuén sabía que eso era imposible. Héctor Melesio Cuén reunió a una nueva generación directiva donde escasea la gente con una trayectoria académica destacada y en cambio abundan los operadores políticos con los que ganó la Rectoría.
    La opinión pública, o al menos los comentaristas, políticos y empresarios que han aceptado la propaganda de que el Rector Cuén ha traído grandes logros a la universidad, deben darse cuenta que los más mencionados, tales como el número de miembros incorporados al Sistema Nacional de Investigadores, los programas inscritos en el Plan Nacional de Postgrado, o los incorporados al Promep, Programa de Mejoramiento a Profesores, son resultado de un largo proceso de construcción y no a una gestión de menos de dos años.
    Los doctores y maestros de programas de calidad, y no "patitos", son obra de un proceso iniciado mucho antes del arribo del Ingeniero Héctor Melesio. En dos años no se forman investigadores para ingresar a Promep y al SIN, ni se crean programas que sean aceptados en el PNP. Cualquier persona con sentido común sabe que ese tipo de conquistas son procesos institucionales que llevan mucho tiempo.
    Pero estos avances que exhibe la UAS como resultado del esfuerzo de varias generaciones en búsqueda de un reordenamiento institucional, el cual ha sido lento pero significativo, corren un serio peligro de retroceder o desaparecer con una serie de decisiones equivocadas que se han tomado en los casi dos años de gestión del Rector Cuén.
    Una de ellas, anunciada hace poco, es que el personal administrativo y académico de la universidad en su conjunto deberá pasar lista de asistencia diaria, de entrada y salida, mediante un control digital. Entiendo la intención de que se busca que los empleados de la universidad cumplan cabalmente con sus horas de trabajo, con la cual estoy en completo acuerdo.
    Tal medida puede aplicarse en términos generales a los administrativos porque su trabajo se realiza siempre en los confines de las instalaciones de la universidad, pero ese no es el caso de los académicos o, por lo menos, no de todos.
    La investigación científica y académica siempre ha tenido la característica de ser flexible en sus modos de realizar, pero en la era digital y de la producción flexible, lo es aun más. El criterio de "checar" indefectiblemente a la entrada y salida de un trabajo es propio de la era de la producción fordista, determinada por criterios fabriles e industriales.
    Con el criterio fordista, el trabajo de campo y archivo, el cual varía mucho dependiendo de la disciplina científica, se ve impedido porque exige muchas horas, días y meses a lo largo de un proyecto. De igual manera, el trabajo de investigador, particularmente en el nivel del SNI, demanda la asistencia constante a coloquios, seminarios y congresos en otras partes del país y en el extranjero.
    En el caso de los investigadores es frecuente la invitación a charlas, entrevistas, conferencias y asesorías con grupos de estudiantes, profesionistas, empresarios, legisladores y funcionarios de gobierno, en las que no siempre hay un documento formal de invitación ni comprobantes de asistencia; pero todas esas actividades son parte de nuestro trabajo, tanto para aprender como para dar a conocer nuestras opiniones o avances de investigación. Esta amplia y variada serie de actividades que tenemos muchos investigadores nos impediría estar yendo a checar al el reloj digital.
    Cualquier universitario que conozca las mejores instituciones educativas del mundo sabe que el rendimiento de un investigador se mide por su productividad y no por el control fordista que se ejerza sobre ella o él. Este mecanismo prácticamente impediría el trabajo de un investigador de la universidad, a menos que nunca salga de un laboratorio.
    Otra decisión que dañará profundamente al desarrollo de la universidad en su conjunto es la gravísima violación a la nueva Ley Orgánica de la UAS, la misma que fue propuesta por el Ingeniero Cuén y violada por él mismo en su primera prueba.
    En efecto, al elegir los miembros de la Comisión Permanente de Postulación, que propondrá las ternas para el nombramiento del Rector y de los directores de las escuelas y facultades de la UAS bajo la nueva Ley Orgánica, lo cual debería mostrar la mayor solvencia legal, moral y académica para sentar un precedente histórico, el Rector y su equipo atropellaron su propia ley y la dignidad de los universitarios, además de que se burlaron de los sinaloenses en su conjunto.
    Para ser miembro de esa Comisión Permanente de Postulación se necesita tener grado de doctor, "ser de reconocida solvencia moral y académica", "ser profesor o investigador con una antigüedad de al menos cinco años, para los miembros de la Universidad", y entregar los documentos que demuestren lo anterior. Nada más. No exige comparencias, grillas, cabildeo, campañas, comparecencias y discursos, nada de eso. Solo trayectoria académica.
    Pues resulta que, en los hechos, la Nueva Ley orgánica fue vergonzosamente ignorada. En las tres zonas en las que se divide la UAS y serían electos los miembros de la Comisión, fueron impuestos los candidatos del Rector teniendo en casi todos los casos trayectorias académicas inferiores a los de otros postulantes.
    Yo me inscribí, en Mazatlán, para comprobar la simulación y el autoritarismo de la nueva administración de la UAS. Se los dije a varios funcionarios del Ingeniero Cuén antes de la elección: nada ha cambiado en la politiquería de los dirigentes de la universidad y la que va a quedar es el la propuesta del Rector.
    En Mazatlán fue electo el Dr. Pablo Piña, un joven investigador que recién ingresó al SNI y con una inevitablemente corta trayectoria académica. Mi currículum es considerablemente más amplio que el Doctor Piña, tan solo por la diferencia de edades. Les doy un ejemplo: en la UAS, zona sur, solo habemos dos miembros en el segundo nivel del SNI, la institución que agrupa a los investigadores científicos reconocidos por el CONACYT, y los otros poco académicos que son parte del Sistema están en un nivel abajo.
    Este solo dato hubiese bastado para demostrar un mejor currículum y ser electo para la Comisión. Pero el equipo del Rector ya había decidido que no. Me boletinaron un día antes y le dijeron a los miembros del Consejo Universitario de la zona sur: "no es confiable". Al día siguiente, con la presencia del mismo Cuén Ojeda, el Dr. Pablo Piña recibió todos los votos y yo ninguno, ¡como en las "casillas zapato" de los gloriosos tiempos del PRI!
    Lo tragicómico es que muchos directores y otros consejeros se preguntaban "¿quién es Pablo Piña?".
    La UAS experimenta un autoritarismo en sus instancias más altas pocas veces visto, y una simulación que indigna y avergüenza. Pero lo peor de todo es que los cimientos de una universidad crítica, plural, tolerante y apegada al derecho no tienen suelo firme bajo las conductas aquí reseñadas.
    Mientras tanto, nadie se conmueve ni en la UAS ni fuera de ella, como en la Pax Porfiriana.