Héctor Tomás Jiménez
Carl Rogers, precursor de la sicología humanista, señala que el ser humano está impulsado por una tendencia a la autorrealización, lo que significa que el hombre está dotado de todas las potencialidades necesarias para su completo desarrollo. Ahora bien, considerando que toda autorrealización en sentido positivo tiene rasgos de ser buena, bondadosa, magnánima y generosa, todos los seres humanos disfrutan de la disposición innata de hacer el bien, lo que significa que todas las personas somos buenas por naturaleza y que la oportunidad de hacer el mal, o desarrollar la maldad como un sentimiento negativo, está dada por las circunstancias que nos despiertan la falta de armonía de nuestras relaciones con otros seres humanos.
De lo anterior, se deriva entonces que la premisa principal para poder desarrollar la virtud de la bondad, está íntimamente ligada a otras virtudes como la comprensión, la tolerancia y la generosidad, pues son estas últimas las que nos ayudarían a comprender y tolerar a nuestros semejantes, y adoptar una actitud generosa frente a la maledicencia que nos transmitan.
Ahora bien, conociendo el qué de las cosas, habría entonces que entender el cómo, pues es lo que en última instancia nos permitirá orientar nuestras acciones en el sentido de la autorrealización positiva o hacia la bondad. En este aspecto la sicología humanista considera que todos lo seres humanos son capaces de cambio y de orientación al bien, por lo que para poder desarrollar las virtudes de la comprensión, la generosidad y la tolerancia como pilares de la bondad, habría que seguir los pasos que el mismo Rogers nos señala en el proceso terapéutico de entender al otro, que son la aceptación incondicional, la congruencia y la empatía, pues no hay duda que la aceptación incondicional significa también generosidad, la comprensión empatía, y la tolerancia congruencia.
De esta manera, los pilares de la psicología humanista, nos llevan también a que todos los seres humanos, con la ayuda del otro, podamos desarrollar también un verdadero sentido de la bondad o benevolencia, que en última instancia es en aspecto similar al del amor.
Hay una breve historia atribuida a Albert Schweitzer, teólogo y filósofo del siglo pasado, que nos habla muy bien de acciones generosas de personas que a pesar de ser de una alta posición o renombre, no dudan en practicar la bondad frente a las necesidades de sus semejantes. La historia dice así: "Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos de Norteamérica, el Presidente Abraham Lincoln visitaba a menudo los hospitales para conversar con los soldados heridos. En cierta ocasión, los médicos le señalaron a un joven soldado, ya próximo a la muerte, y Lincoln se acercó a su cama.
--¿Puedo hacer algo por usted? preguntó el Presidente. Era obvio que el soldado no lo había reconocido, y haciendo un esfuerzo, pudo susurrar: --Por favor, ¿me escribiría una carta para mi madre? Alguien le dio lápiz y papel; el Presidente comenzó a escribir cuidadosamente lo que el joven lograba dictar: --¡Mi queridísima madre!, fui malherido mientras cumplía con mi deber y temo que no podré recuperarme, por favor, no te aflijas demasiado por mí; besa de mi parte a Mary y a John y que Dios los bendiga a ti y a mi padre. Como el soldado estaba demasiado débil para continuar, Lincoln decidió firmar la carta por él y agregó: "Escrita en nombre de su hijo por Abraham Lincoln". El joven pidió ver la nota y quedó atónito al saber quién la había escrito.
--¿De veras es usted el Presidente? Le preguntó. --¡Sí, lo soy!, --replicó Lincoln tranquilamente. Luego quiso saber si había alguna otra cosa que pudiera hacer por él. --Por favor, ¿quiere darme la mano? pidió el soldado, eso me ayudará cuando llegue el fin. En la silenciosa habitación, el Presidente tomó la mano del muchacho y pronunció unas cálidas palabras de aliento hasta que llegó la muerte." (Fin de la historia)
Como moraleja podemos señalar la importancia de dedicarle parte de nuestro tiempo a hacer algo por nuestro prójimo de manera bondadosa, aunque sea algo pequeño, debemos hacer siempre algo por los demás, algo por lo que no obtengamos más recompensa que el privilegio de hacerlo de manera incondicional. JM, desde la Universidad de San Miguel.
udesmrector@gmail.com