Héctor Tomás Jiménez
"Ser buen profesor, significa que el alumno aprende, pero ser maestro es hacer nacer en el alumno un deseo grande de aprender". JM
Sin considerar la importancia de nuestros padres y familia con quienes convivimos desde niños, todos tenemos en nuestra memoria la excelsa figura de uno o más maestros que nos dejaron una profunda huella de su presencia, personas de quienes aprendimos lo mejor de nosotros mismos, personas que nos enseñaron a ser verdaderamente humanos.
Ser maestro es una virtud reservada a personas que se distinguen por su espíritu noble y su alma grande, personas que anteponen el beneficio de los demás antes que el suyo propio, personas con una paciencia a toda prueba y una compasión frente a los problemas de sus semejantes.
Con el propósito de honrar a quienes han abrazado la virtud de enseñar, y a todos los excelentes profesores que he tenido a lo largo de mi vida, incluyendo a mi madre que fue maestra toda su vida, escribo estas líneas que delinean la virtud de ser maestro.
Hay una diferencia entre los vocablos "profesor" y "maestro", en virtud de que ambas acepciones, aunque se utilizan como sinónimos, tienen raíces diferentes. La palabra "profesor" deriva del latín "profesar", de ahí que a partir de cierta época, un profesor pasó a ser aquel que profesaba, o sea que declaraba públicamente que poseía conocimientos en determinada área del saber y que podía trasmitirlos. Por su parte el vocablo de "maestro" deriva del de "magister" y éste, a su vez, del adverbio magis que significa "más." Al magister lo podríamos definir como el que destaca o está por encima del resto de las personas por sus conocimientos y habilidades.
Podemos ver que ambos, profesor y maestro, tienen como fin el hecho de poder "educar", vocablo que es sinónimo de guiar y es éste el papel que debe cumplir todo educador al guiar a sus discípulos dentro del contexto áulico o por qué no, fuera de él, al haber logrado dejar ansias en sus alumnos, para que ellos ahonden aún más en los procesos de formación que han recibido desde la educación formal. Es por ello que cuando alguien dedicado a la docencia siente la satisfacción de que sus alumnos aprendan es que es un buen profesor, pero cuando además de ello siente los problemas existenciales de sus alumnos y se involucra en ellos, es que adquiere la calidad de ser un buen maestro.
Desde esta perspectiva, quien profesa como profesor o maestro, debe ser considerado como un agente de cambio social que puede influir de forma positiva en el cambio de actitudes que tienen sus alumnos frente al conocimiento y frente a la vida.
Los buenos maestros son raros, sin embargo todos coinciden al menos en las siguientes características:
1. Conocimiento de la materia. Nadie puede enseñar lo que no se sabe, pero sí de manera honesta lo poco o mucho que conoce.
2. Curiosidad intelectual. Todos los buenos maestros son intelectualmente curiosos, sobre todo por su interés en mantenerse al corriente de los cambios en su entorno.
3. Paciencia. La paciencia es una virtud que ejercen los buenos maestros con los alumnos que tienen dificultades en el aprendizaje.
4. Confianza. Los buenos maestros tienen confianza en sus capacidades para detectar, donde los alumnos están deficientes, con el fin de que puedan aprender de una manera lógica y gradual.
5. Empatía. El buen maestro es aquel capaz de establecer una relación cordial y de confianza con sus alumnos, sobre todo porque propicia que éstos lo busquen como orientador de vida.
6. Compasión. Los maestros compasivos son capaces de trabajar con los alumnos a pesar de sus diferencias emocionales, de madurez y conocimientos previos.
7. Entusiasmo. Los excelentes maestros nunca pierden el entusiasmo por su trabajo. Podrán llegar a estar temporalmente agobiados por problemas diversos, pero anteponen su compromiso con sus alumnos, lo que los hace ser siempre más apreciados.
En suma, un buen maestro inspira a sus alumnos a lograr sus ilusiones, los impulsa a luchar por sus ideales, los invita a que nunca dejen de soñar, a que perseveren y trabajen para el logro de sus objetivos, de sus esperanzas. Un buen maestro se conecta con todos sus alumnos, los valora, se preocupa cuando ve una cara triste y trata de ayudar y dar seguridad a ese ser humano que lo necesita.
JM Desde la Universidad de San Migueludesmrector@gmail.com