PREMIO
Los lichis (Litchi chinensis) son un árbol frutal tropical originario del sur de China, donde se conoce como (pinyin: lìzhī); en el sur de Indonesia y el este de Filipinas, se le denomina como Alupag.
El origen de este árbol en México ha sido contado desde tiempo atrás, con la reseña de que en 1900 llegaron a México 500 chinos a trabajar para ferrocarriles de manera temporal, y que al final de ese trabajo optaron por quedarse a radicar con el permiso del gobierno.
En cuanto a cómo llegaron a Sinaloa, se cuenta que la primera planta de lichi fue obsequiada a don Diego Redo a principios del Siglo 20, como agradecimiento por recibir en su hacienda a trabajadores chinos. Lo que sí, en todo Sinaloa se conoce al fruto de este árbol, cultivado principalmente en Eldorado,
Pero el nombre de la fruta se ha convertido en otro referente, pues desde hace cuatro años llena por dos o tres días la nota periodística estatal por reunir en una hacienda con ese nombre, a lo más granado del capital económico estatal y a quienes de ese capital ostentan el capital político, y a políticos que en corto plazo serán integrantes del poder económico. Lee bien Inge, no te hagas bolas.
En lo que llaman la comida de la unidad, se halaga al gobernante en turno. Nunca he sido invitado, por tanto no sé cómo se desarrolle y qué suceda, y ningún invitado me cuenta algo de lo que ahí pasa. Lo que sí se ve es que la pasan muy bien los que asisten, y dan cuenta de una viandas llenas de lo más exclusivo, y supongo exquisito, de la gastronomía sinaloense. Pudiera decirse que es la posada de Las Lichis, con los cuates.
Los adjetivos que expresan los concurrentes importantes los publica la prensa, y son muy variados. Por ejemplo: se estrechan lazos de quienes nos interesamos por Sinaloa; se generan opiniones del desarrollo de Sinaloa; es una reunión para ver a los amigos; la armonía y la amistad se respiraron hoy; es reunión tradicional; es una reunión muy bonita; es comida en honor al Gobernador, y muchas más que provienen de la gran familia élite estatal.
En la época de Toledo Corro, reuniones similares se celebraran el rancho Las Cabras, en otro tiempo el escenario lo fue aquel rancho llamado El Alacrán, de triste fama, en donde muchos de los de ahora, vieron y oyeron la adulación propia de estos festejos. Mejores que los dedicados al patrono del pueblo, de algunos lugares tradicionales del estado.
Qué bien habla y deja buena señal el que políticos que ayer eran divergentes, en la comida se vuelven convergentes. Pero el pueblo y sus necesidades, ¿cuándo? No, ahí no cabe el pueblo. Ninguno expresó que de la reunión haya brotado algo que converja en un proyecto de beneficio social. No, esos bollos no son para este horno.
Una reunión inútil en sentido de ética política, cuando de ella no emergen compromisos que busquen alguna mejora substancial para una sociedad con muchas necesidades y con cierta decepción de lo que han hecho quienes gobiernan y hacia donde le han llevado. Eso sí, los grupos que mandan, los que prestan y los que generan los empleos y guardan las ganancias, en algo deben de avanzar en sus proyectos específicos, si es que no cierran componenda alguna. ¿Piensas igual que yo, Inge? Pues dilo.
Qué buenísimo fuera que con el ánimo, el ímpetu y la alegría campeada en Las Lichis, el poder económico que ostenta parcelas de poder político, se pusiera a trabajar en beneficio de Sinaloa y de cada rincón de su geografía.
Que atendieran diligentemente a cada sector social, y bien. Que vieran y resolvieran el problema de la educación y de la educación superior. Que reunieran a rectores todos, públicos y no, en una plenaria con el sector productivo para reordenar el rumbo empleo-preparación académica.
Que se viera el problema social de las adicciones, en donde Sinaloa está en un buen lugar y poco se hace por atenderlo. Que el problema de la salud de los sinaloenses fuera prioritario y lo ordenaran y manejaran con atención inmediata.
Que se le diera rumbo cierto a la actividad pesquera, y minera y de servicios. Que se tuviera una visión a mediano y corto plazo, de apoyo al inversionista en pequeño. Que no hubiera más problemas de desplazados por la violencia. Ni miedos a los ciclones y huracanes.
Que se vigilara por el progreso, que todos al final de cada año sintieran y vieran que se desarrollan y se fortalecen. Que se atendiera el problema de la delincuencia urbana. Que se sintiera a nivel de calle la seguridad ciudadana.
Sería plausible la reunión aludida, si se originara un texto, una declaración en donde hubiera conclusiones para aplicar de inmediato en cada municipio, sindicatura y lugar donde haya población, con apoyos a la cultura, al deporte, a la educación, pilares cimiento para las nuevas generaciones, y no más patrullas, mas policías élite, más fuerzas de vigilancia a la actividad ciudadana. Se tendría entonces La Declaración de Las Lichis. Pero sería mucho pedir, pues es una comida con los cuates.
Pero son modas que le gustan al gobernante, como le gustaban a José López Portillo aquellas reuniones de la República y que eran un gasto enorme para el erario, pero el jefe estaba contento. Al menos en éstas, debemos de pensar que es un egreso mínimo para el erario estatal.
Si no falla la cuenta, quedan dos y la última. En esta final, sin duda, habrá sillas vacías, pues para ese entonces el nuevo gobernante estará votado y será tal vez otro lugar donde se canten loas disfrazadas de amistad. Pero de seguro irán casi los mismos... a lo mismo.