1. El narcotráfico en México, de ser una actividad circunscrita a algunas personas y a ciertos lugares, se está convirtiendo en toda una cultura. Ésta necesita de expresiones propias, y una de ellas es la adjudicación de su calificativo a las más diversas actividades. Así, tenemos "narcoejecuciones" realizadas por "narcosicarios", quienes son protegidos por "narcopolicías" y "narcosoldados", y defendidos ante la justicia por "narcoabogados".
2. Pero más evidente, en este proceso de formación cultural de un determinado fenómeno como es el crimen organizado, resulta el surgimiento de "narcomensajes", a través de las ya tristemente célebres "narcomantas". Con este método, entre pintoresco y macabro, algunas mantas se colocan en el pecho de los ejecutados, el narcotráfico toma clara posición frente a la sociedad, a la que considera su interlocutora.
3. Aunque el recurso de enviar mensajes a través de mantas pueda parecer rudimentario o artesanal, su eficacia supera los más sofisticados instrumentos técnicos y electrónicos. Llaman la atención algunos elementos ligados a las "narcomantas": los lugares en los que son colocadas, algunos de ellos inverosímiles, el doble contenido de las mismas y la intención mediática que siempre está detrás de ellas.
4. Catedrales, hospitales, plazas frente a edificios de gobierno, barandales en puentes peatonales, postes junto a delegaciones policiacas, etc., han sido los sitios escogidos por el narco para colocar sus famosas mantas. Las características de esos lugares, ligados a los poderes políticos, religiosos y policiacos, o a instituciones relacionadas con la salud o la vida social representan una clara provocación.
5. Por otra parte, los narcomensajes se dirigen a algún funcionario a quien acusan de complicidad con bandas rivales, o amenazan en forma directa a personas y organizaciones enemigas. Pero también hay "narcomantas" con justificaciones de las acciones del narco, o formulaciones, cargadas siempre de faltas ortográficas que dan todavía más personalidad al mensaje, en las que los criminales se desligan de actos terroristas.
6. Pero lo más importante de estos mensajes es la intención mediática que está detrás. Con ellos, el narcotráfico se sitúa como una institución con voz propia aunque anónima, capaz de desafiar a los poderes establecidos, ¡cómo es posible que puedan colocarse esas mantas frente a palacios de gobierno o delegaciones policiacas!, y de mantener un canal constante de comunicación, manifestando así vitalidad.
7. Precisamente, por esto nos deben preocupar las "narcomantas", porque nos hablan de un organismo vivo, osado, creativo, irreverente, al día, carente de conciencia y humanidad. Mientras el narco tenga voz, mientras siga presente en la opinión pública, será señal de que está actuando, y lo hace con despliegue de recursos. Lejos, entonces, de ser instrumentos pintorescos, se han convertido en macabras manifestaciones de un poder real.
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