Luis Maldonado Venegas
A pesar de la frecuencia con que se presentan los comportamientos supersticiosos, pocas veces nos ponemos a pensar en qué son, cómo se forman y qué consecuencias tienen en la vida de las personas. Para muchos, usar ciertos colores y evitar otros, traer objetos o usar expresiones especiales es condición indispensable para "asegurar" el resultado que esperan. Para otros, eso es ridículo y en nada ayuda.
Sucede en todas las culturas y hasta con las personas menos pensadas. Por ejemplo, el Presidente Barack Obama siempre que va a haber elecciones en USA decide, como primer actividad del día, jugar al baloncesto muy temprano por la mañana. El golfista Tiger Woods siempre usa camisa roja si juega en domingo. Los industriales chinos usan mucho el número 8 y evitan el uso del número 4 en sus precios porque el primero lo asocian a riqueza y el segundo a muerte.
Así como estos, en nuestro medio hay otros. Unos comunes como leer el horóscopo del día antes de salir de casa, considerar de mala suerte pasar por debajo de una escalera, tocar madera para espantar la mala suerte, o usar ropa interior roja en fin de año, para tener "fortuna" a lo largo del mismo. Otros menos comunes como creer que si se quiebra el cristal de una fotografía algo malo pasa a quien está en ella, o que es de muy buena suerte que el cumpleañero apague las velas del pastel de un solo soplido.
¿Por qué se dan estos comportamientos? ¿En quiénes son mas comunes? ¿Con qué consecuencias más probables?
De acuerdo con la psicología, no hay comportamiento sin razón. Es decir, nada hacemos "sólo porque sí". Las personas actuamos con base en reflejos, necesidades, pensamientos, hábitos, costumbres y tradiciones, aunque de ello no seamos completamente conscientes.
En cada comportamiento tenemos un propósito y ajustamos nuestros actos según consideremos necesario para lograrlo. Nuestra mente funciona buscando patrones entre las cosas e infiriendo causas de lo que sucede. Por ello, el campo para las supersticiones es amplio y casi sin obstáculos.
De acuerdo con los doctores Kevin Foster y Hanna Kokko, de Harvard, en Estados Unidos y de la Universidad Helsinki en Finlandia, respectivamente, los comportamientos supersticiosos resultan de establecer incorrectamente una relación causa-efecto entre eventos que incluyen un resultado satisfactorio. Muchos de estos pueden servir temporalmente a la persona, pero la mayoría de ellos la vuelven insegura y propensa a la frustración.
Según estos especialistas, las supersticiones responden a necesidades prácticas (de producto), psicológicas (de satisfacción) y culturales (de identidad). Se consolidan cuando: 1) La persona tiene un interés muy alto en el resultado, 2) Tiene mucha incertidumbre en la eficacia de sus actos, 3) Da poca importancia a lo que puede lograr con ellos y, 4) Tiene muy bajo conocimiento de la relación causa efecto que tienen los eventos que aseguran el resultado esperado.
Estudios de psicología social han encontrado que entre más crédito da la persona a los comportamientos supersticiosos, mayor es su dependencia a estos y menor la confianza en sí mismo. Cuando las personas "descubren" o confirman el objeto supersticioso (por ejemplo usar ropa de color rojo, o traer una ranita en la bolsa), desarrollan una mayor creencia en la eficacia de éste y rechazan toda posibilidad de razonar con lógica sobre el mismo.
Según estos estudios, entre más supersticiosa se vuelve la persona, más propensa está a ser manipulada y a generar dependencia respecto de razonamientos fantasiosos. Esto puede implicar que las personas que basan sus resultados en supersticiones se vuelvan menos creativos y más propensos al abuso.
En un mundo donde ha crecido el interés individual y la insensibilidad por el otro, esto último no sería extraño. En materia de elecciones, muchos candidatos incluyen en su discurso objetos y expresiones que envían mensajes donde se aprovechan las supersticiones y creencias de los electores. En el comercio, muchos anuncios están fundados en la aplicación de creencias y comportamientos supersticiosos que buscan incrementar su consumo.
En fin, apareciendo como un simple comportamiento que ejerce el derecho de la persona a creer y hacer lo que considere adecuado, sin dañar a otro, los efectos negativos mayores de la superstición parecen ser contra quien la vive. ¿O usted qué opina?
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