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"Pensándolo bien"

"Lascivia"

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13/03/2008 00:00

    CÉSAR LÓPEZ

    El Universal piensa diferente sobre la ley mirada lasciva y dice en su editorial de ayer: El escritor argentino Jorge Luis Borges definía a uno de sus personajes, Carlos Argentino, con una frase lapidaria: Su actividad mental es continua, apasionada, versátil y del todo insignificante.
    La definición viene a cuento tras la propuesta de identificar una mirada lasciva con el delito de hostigamiento sexual y por tanto sancionable con sentencias de cárcel y multas.
    Tal vez los señores asambleístas del DF querrían hacer un viaje de aprendizaje a ciertas sociedades musulmanas o conseguir la asesoría de alguna policía de corte religioso fundamentalista para asegurarse de que obtienen las lecciones correctas.
    Pero ¿qué es una mirada lasciva? No hay una definición clara ni criterio único. Cierto, en México hay un enorme hostigamiento sexual, pero la verdad habría que empezar por cosas más simples.
    De leer algunas de las legislaciones propuestas por nuestros congresistas podría creerse que estamos en una nación socialmente avanzada como Suecia. Pero no, estamos en México, un país que lucha por salir del subdesarrollo con una sociedad que en ciertas cosas es del siglo XVII.
    Más que castigar las miradas habría que emprender campañas de educación para respetar a la mujer y se garantice pronto la equidad laboral y de derechos; que les aseguren igualdad salarial o el castigo a los responsables de la verdadera violencia contra ellas.
    Ciertamente, para las mujeres sería ideal que se acabaran las miradas lascivas, cualquiera que sea su definición o quién se encargue de hacerlo cumplir. Pero hay problemas más urgentes y de mayor importancia por resolver. [El Universal, 2008-03-12]
    Lascivia viene del latín lascivus, literalmente juguetón. Con el tiempo vino a ser la exagerada demostración, con palabras o gestos, de una exagerada inclinación sexual.
    O sea, en el caso del DF, se trata de todos los chilangos, todos. Sea la inclinación de unos ciudadanos a mirar exageradamente a las curvas de los traseros exageradamente exhibidos de otros ciudadanos; o sea la obsesión lingüística llevada a grados de creatividad literaria en el albur, la lascivia habita a todos los hombres y a muchas mujeres de Chilangoland.
    De hecho las mujeres jóvenes de la capital, como lo hacían las jovencitas holandesas de los setentas del siglo pasado, hoy en día, cuando se sienten seguras en grupo, en el patio de la prepa o en las juntadas de la colonia, lanzan miradas lascivas y piropos explícitamente eróticos a los chavos.
    Y los papeles se invierten un poco: los chavos se sonrojan (!) y se dejan piropear con cierta vanidad difícil de ocultar.
    ¿Quién es la parte ofendida señor Ministerio Público, señor Juez?: Quien crea que ya no tiene nada qué mostrar, aunque lo intente. Quien no viva en contacto con su propio cuerpo. Quien niegue su propia lascivia, la seria, por el método de negar la del otro, la juguetona. Quien amanezca a contra luna, cosa que, en Chilangoland, no es nada difícil.
    Olvídense de la mirada chilanga, puritanos asambleístas del DF, sus conciudadanos ya no tienen remedio ni inventándoles un pecado nuevo.
    Mejor legislen contra los golpeadores, los explotadores, los pederastas, los pornógrafos y los padrotes infantiles preciosos.
    Pensándolo bien... A menos que se trate de armar cualquier escándalo para desviar la atención de los problemas nacionales fundamentales; como el petróleo, por ejemplo.
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