"Lorenzo Q. Terán: Generación"

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20/10/2004 00:00

    Gestionan

    El miércoles 13 murió don Jorge Medina León, conocido y reconocido periodista desde su columna Sinaloa, de frente y de perfil, pero aún desde mucho antes por su quehacer en periódicos y revistas que, desde los años 50, formaron parte de la opinión pública del estado. La desaparición física de Jorge Medina León, por lo mismo, no pasó desapercibida como no podía serlo desde el momento en que él era un periodista de recia personalidad; y, desde luego, sobremanera controversial. Por lo mismo, motivo de la ausencia física de don Jorge se han dicho y escrito, de pronto, expresiones tan elocuentes como dignas de ser escuchadas. Dijo uno de sus sobrinos, el ex Rector de la UAS, Jorge Medina Viedas: fue un socialista que amó profundamente a los obreros y campesinos del estado ... Un conocedor profundo del lado humano del poder. Francisco Javier Luna Beltrán, Diputado y ante todo amigo del ilustre fallecido apuntó en su discurso de despedida el jueves 14: El Guacho Félix le ha extendido la mano para estrecharlo entre sus brazos y en el reencuentro, sus amigos de ayer lo ven cruzar el umbral de la luz. Su hijo Jorge Walterio escribió: Ha muerto Jorge Medina León, el periodista de las mil batallas ... El hombre que al escuchar la Canción de la Alegría, se percató que era el canto del dolor y la tristeza/ El que al escuchar las notas de La Internacional, advirtió el grito agudo y desgarrador de la lucha del hombre por sus ideales. Quiero, por mi parte, adelantar una hipótesis para la consideración de los estudiosos de la cultura sinaloense: con la muerte de Jorge Medina León perdimos, en Culiacán, al menos, al último integrante de la generación intelectual que surgió a la vida pública en los años 40: aquella generación formada por periodistas, maestros, escritores, dirigentes y militantes políticos, con denominadores comunes que hicieron de ella un punto de referencia fundamental de la cultura y la vida sinaloense del último medio siglo. Tendríamos entre sus distintivos los de haberse caracterizado por la bohemia (casi todos conocieron y trataron con confianza a Pedro Infante y a Enrique El Negrumo Sánchez Alonso, para citar dos referentes importantes); expresión pública generalmente escrita y oral siempre notable; liderazgo de empresas culturales (el periodismo pero no sólo pues otros se desempeñaron en la docencia, la abogacía y en la creación literaria propiamente); alta formación cultural fruto de la preocupación autodidacta o de estudios superiores formales; cercanía con la Universidad Autónoma de Sinaloa; y compromiso político (no sólo y no siempre de izquierda, aunque sí en su mayor parte). Cuéntense entre los miembros conspicuos de tal generación a: Enrique Guacho Félix Castro, Francisco Gil Leyva, Antonio Tónico Pineda Gutiérrez, José María Chema Figueroa Díaz, Alfonso L. Paliza, Dora Josefina Ayala Castro, Juan Eulogio Guerra Aguiluz, Enrique Peña Gutiérrez, Enrique Peña Bátiz, Raúl Cervantes Ahumada, Rodolfo Monjaraz Buelna, Cipriano Obeso Camargo, Juan Macedo López, Enrique Ruiz Alba, Roberto Hernández Rodríguez, Nacaveva, Marta Castro Cohon, y a don Jorge Medina León. En el sur, a Carlos R. Hubbard; en el norte, a Gabriel Medina Martínez, también desaparecido, y a Ernesto Álvarez Nolasco, vivo todavía. Con las omisiones imperdonables (y sin duda el atrevimiento de algunos incluidos) de siempre que se dejan a la indulgencia y oportuna corrección de los lectores; desde luego, a lo que los biógrafos y estudiosos precisen. Por cierto, la biografía de todos y cada uno, ya hecha o pendiente de hacerse, reviste singularidades y puntos de relación dignos de ser advertidos. La llamo generación intelectual de los 40 porque, más que menos, nació en los 20 y surgió a la palestra poco antes o inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, todos con un protagonismo personal que tuvo momentos estelares en la vida pública y cultural del estado. Por eso, y desde luego por su talante personal, resultó por si mismo trascendente el deceso de Jorge Medina León: es casi el último de esa generación intelectual de todo el estado la que se va con él; y era, como la de todos, notablemente fuerte su presencia en la vida pública de Sinaloa. Un socialista a su manera, más acá y más allá de precisiones teóricas, un socialismo tolstoiano, entre el cristianismo y el marxismo. Me quedo, en definitiva, con tales definiciones sobre tan destacado hombre de la que yo llamo generación intelectual del Sinaloa de los 40. Sobre todo, como también escribió su hijo Jorge Walterio, quien asumió La tarea periodística del hombre que amó a la Universidad Autónoma de Sinaloa y de la que defendió sus luchas.