"Los grupos empresariales de Sinaloa todavía publican avisos de felicitación al Gobernador y a los alcaldes por sus informes anuales de gobierno, algo que en otros estados ya es una práctica del pasado, de poco gusto y peor calidad de imagen. La"
Gilberto Yáñez
Para los sinaloenses que tenemos más de 60 años, es triste ver lo poco que nuestro estado ha progresado en los últimos 50 años. Otros estados han avanzado en infraestructura, en la calidad de su justicia local, en la transparencia de los gastos del erario, en la calidad de su educación y su salud pública y en general, se nota el progreso y el empeño de su gente y de sus autoridades por transformar los atrasos en nuevas oportunidades de modernización.
Aguascalientes, Querétaro, San Luis Potosí, Nuevo León, Nayarit, Chihuahua, Coahuila, son estados en los que el progreso es evidente en las plazas, avenidas, ciudades, limpieza de los fraccionamientos populares y sobre todo, en la calidad de sus centros de estudio locales.
Otros estados como Veracruz, Sonora, Jalisco y Guerrero, cuyo progreso temporal tuvo diversos factores, todos políticos, son estados en los que la aglomeración de los nuevos habitantes, la negligencia de las autoridades y sobre todo, la falta de interés de los ciudadanos, se perciben atrasados, a pesar de su potencial agrícola, ganadero e industrial.
Los rigores del medio en algunos, la corrupción desmedida en casi todos y el desorden creado por la política a muerte de los diferentes grupos del PRI, como en el caso evidente de Veracruz, han dejado atrás al progreso y la lentitud de la economía corre pareja al ritmo de la baja calidad de la política local.
Lamentablemente, una imaginaria radiografía de las actividades productivas en Sinaloa nos revelaría que las cosas van despacio, muy despacio. El notorio progreso de la agricultura para exportación contrasta con el notorio atraso en la pesca para exportación y en este punto nos damos cuenta de que la culpa es de los países como China, India y otros nuevos competidores, que nos han ganado la carrera, aunque con productos de menor calidad, pero también de menor precio y la modernidad de los mercados mundiales está reñida con la calidad y casada con los precios bajos, en casi todo el mundo y en casi todas las actividades productivas.
Si platicamos con representantes de las empresas maquiladoras que en un tiempo saturaron la frontera norte, nos enteramos de graves errores fiscales del Gobierno federal que pudieron ser evitados si las autoridades y los empresarios locales hubieran intervenido rápida, inteligente y enérgicamente para evitar los errores y el éxodo que ocurrió después.
La estructura del PRI impedía a los gobiernos locales protestar y la incapacidad de los gobiernos del PAN les impidió ver lo que el sentido común obligaba a ver: no se puede matar a la gallina de los huevos de oro y si el Gobierno federal lo quiere hacer, debe evitarse aún con escándalo y publicidad inteligente. Nada.
Pero si dirigimos la mirada a las estructuras carreteras que pudieron ser realizadas por los gobiernos locales y no se hicieron, a las plantas de tratamiento de aguas negras que no existen y que inundan las partes bajas de las ciudades, a la lentitud y falta de calidad y de honradez de la justicia local y a los esfuerzos de los gobiernos estatales que no se hicieron para ayudar a llevar salud elemental a sus habitantes, nos damos cuenta de que Sinaloa y muchos estados más, estamos reprobados sin remedio.
Desde la llegada del ferrocarril a Sinaloa, de Guadalajara, por allá en los años 30, muchas pequeñas industrias de Sinaloa cerraron sus puertas porque no pudieron competir con los productos de menor precio llegados del Distrito Federal y del centro del país, lo cual causó un grave problema económico regional, porque todos los pueblos circunvecinos de Mazatlán y Culiacán eran productores importantes de jabón, cigarros, zapatos, ropa, azúcar, madera, alimentos, aguardiente y muchas otras mercancías. Esa crisis dio comienzo a la emigración sinaloense hacia el norte que desgraciadamente no ha terminado.
Hubo una reactivación temporal de la actividad económica en algunas industrias durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial (1938-1945), por la exportación a Estados Unidos, cuya industria estaba ocupada en la fabricación de material de guerra. Concluido el conflicto europeo, las fábricas cerraron definitivamente. El golpe de gracia para la industria del aguardiente del Sur de Sinaloa lo asestó el Gobernador Sánchez Celis en los años 60, quien obligó a cerrar todas las destilerías y a eliminar la producción de agave, materia prima para el aguardiente y principal producto agrícola del Sur.
La estructura económica de Sinaloa y de todos los estados era muy débil entre 1950 y 1970, porque los ingresos fiscales, aunque autónomos del gobierno central, eran muy pocos porque también pequeña era la economía de la región. Cuando un banco abría una nueva sucursal en Culiacán, Mazatlán o Los Mochis en los años 70, era día de fiesta a la que acudía el Gobernador a la ceremonia de inauguración, a pesar de que sólo daba nuevos empleos a ocho o 10 personas. Las obras de infraestructura importantes sólo las podía costear el Gobierno federal y el estatal vivía de los impuestos aplicables a los vicios de los sinaloenses y del cobro del impuesto predial, que antes era un impuesto estatal y no municipal, aunque el primero le daba una parte al segundo.
Sin embargo, teníamos un impuesto estatal que pudo ser muy productivo, que era el de Ingresos Mercantiles local, con un porcentaje de 1.2 por ciento de todas las ventas comerciales. La Federación obligó a los estados en la época de López Portillo (1976-1982), a dejar de cobrar el impuesto, a cambio de darles una participación del impuesto federal que después se convirtió en el Impuesto al Valor Agregado.
Los estados, a cambio de su sumisión, recibieron más dinero, pero perdieron su autonomía fiscal. Ahora recibimos menos dinero cada mes, que si lo cobráramos directamente en las ventas de cerveza, refrescos, hospedaje en hoteles, consumo de restaurantes y la venta de todos los bienes y servicios en general. La Federación convirtió a los estados en sus sirvientes, dependientes de la participación fiscal federal. Uno de los principales pecados de la larga era del PRI.
La penuria fiscal ha sido el pretexto para que algunos estados mantengan los servicios públicos deficientes. La policía preventiva es rudimentaria, con sueldos increíbles por bajos e insuficientes. La policía investigadora no recibe preparación para investigar y se le utiliza como si fuera policía preventiva. Es clásico de Sinaloa el espectáculo de los policías "ministeriales", con rifles, haciendo equilibrios en las camionetas en las que se trasladan en las ciudades del estado. ¿Para qué el rifle todo el tiempo? Lo único que consiguen es asustar a los turistas, que no están acostumbrados a ver policías con rifles en las calles y en los vehículos, todo el tiempo. Hacemos alarde de nuestro atraso. Si los policías hacen eso, es porque sus jefes no tienen ni la preparación ni la imaginación para mejorar la imagen de su subordinados.
No hemos sabido copiar a los estados más adelantados en infraestructura de caminos, de plantas de tratamiento de aguas negras, en la construcción de avenidas y nuevas áreas deportivas para los jóvenes. En otras ciudades todo eso se hace sin costo para el Gobierno estatal o municipal o a un costo muy reducido, siempre y cuando se autoricen los nuevos fraccionamientos sin corrupción y sin autorizar lo que el Plano Regulador de la ciudad no permite que se autorice.
La cantidad que se reparten cada mes el Alcalde, el Tesorero y uno o dos empleados municipales más, de los recargos y sanciones fiscales, es motivo de un pequeño escándalo. Este vicio y robo a los contribuyentes viene desde hace 40 años en las prácticas negativas municipales, sin que nadie diga ni haga nada. Hacienda lo sabe y no les cobra el impuesto federal respectivo, a pesar de la evidente prosperidad de los altos funcionarios municipales, que sin recato muestran su riqueza todos los días.
Por lo que respecta a la justicia local, el Poder Judicial siempre ha sido el patito feo del Presupuesto Anual de Gastos del estado. Los sueldos de jueces y demás funcionarios son insuficientes y los tribunales carecen de espacio y de instrumentos modernos en número suficiente. Todo es insuficiente, mediocre y tenemos cuando mucho la mitad de los tribunales civiles y penales que necesitamos.
La corrupción es baja, en proporción a las posibilidades que ofrece el servicio judicial y a pesar de ello, no aprovechamos a los jueces y secretarios de juzgado que son honestos y desean superarse en su carrera judicial. Con respecto a Jalisco y al Distrito Federal, por ejemplo, la corrupción en Sinaloa en los tribunales es casi inexistente, pero estamos en peligro de que las cosas cambien para mal. La justicia penal es la más atrasada y en donde se debe poner más cuidado.
Somos, sin duda, un estado atrasado. Cuando se viaja con frecuencia a otros estados nos percatamos de todo lo que en Sinaloa hemos dejado de hacer, porque los ciudadanos hemos dejado hacer a las autoridades estatales lo que han querido. Sabemos que los diputados locales están subordinados al Gobernador, pero los ciudadanos votaron por ellos al votar por el PRI.
Los grupos empresariales de Sinaloa todavía publican avisos de felicitación al Gobernador y a los alcaldes por sus informes anuales de gobierno, algo que en otros estados ya es una práctica del pasado, de poco gusto y peor calidad de imagen. La lambisconería residual de algunos empresarios de Sinaloa es un síntoma de atraso que debe desaparecer, cuando menos por recato elemental y por dignidad. Los empresarios serios, que también los hay, son desdeñados por sus colegas que gustan de los elogios y de los halagos a la autoridad, a pesar de saber que no los merecen.
Es urgente que los verdaderos empresarios renueven el activismo indispensable para presionar a las autoridades a mejorar los servicios públicos y a designar a funcionarios que cumplan su labor en forma moderna, constructiva e inteligente.
Pero mayor culpa tenemos los ciudadanos interesados en mejorar a nuestras ciudades, al dejar en manos de los servidores públicos la importante tarea de planificar el futuro de la infraestructura del estado y del municipio. No olvidemos que tenemos los gobiernos que nos merecemos.