"Los norteños de México sueñan ser como los sureños de Estados Unidos que habitan los estados limítrofes, en su cultura, su música, su conducta, su modelo educativo, sus ciudades, su arquitectura popular y otros factores que los asemejen"
PREMIO
Se ha pensado siempre que Estados Unidos es amigo de México. Y en ocasiones sus acciones pueden creerse que sí son muestra de esa solidaridad. Unidos por miles de kilómetros de frontera, con problemas comunes convive una raza distinta a sus razas de origen.
Una especie de País intermedio con esquemas de conducta social particulares que los hacen diferentes del norte y del sur respectivo.
Los norteños de México sueñan ser como los sureños de Estados Unidos que habitan los estados limítrofes, en su cultura, su música, su conducta, su modelo educativo, sus ciudades, su arquitectura popular y otros factores que los asemejen.
Los sureños mencionados ni en sueños quieren ser como los norteños que habitan los estados de México, los discriminan, les ponen obstáculos, aprovechan la ventaja del valor de la moneda al comprar productos y servicios y levantan muros para evitarlos. Un problema socio cultural meritorio de análisis y estudio no arroja todavía soluciones. Los propios latinos, naturalizados o nacionalizados desconocen sus raíces y los llevan a cometer infamias contra quienes sólo buscan un mejor nivel de vida.
Un clásico llegó a decir que los norteamericanos sólo tienen intereses y que si te dejas no se tientan el corazón para atacarte de mil formas cuando consideran que no deben emplear su fuerza bélica. Aquel préstamo "fast track" de Clinton a México de 40 mil millones no fue una muestra de solidaridad sino fue para salvar a sus connacionales quienes cobrarían los bonos de la Tesorería y ésta estaba en quiebra para pagarlos. Fue aquel famoso y recordado error de diciembre que ya está en la página de la historia.
La historia recoge capítulos en donde ellos, arropados por su fuerza y su impulso bélico se declaran defensores de la humanidad y policías del mundo, le han dado a nuestro país, un verdadero trato de enemigo.
Han constreñido los espacios de libertad que como País autónomo México tiene. La economía nuestra se mueve al ritmo de la de ellos por la alta dependencia que se tiene en la relación comercial en donde prácticamente en muchos productos es el único cliente y ante ello, México no ha sabido diversificar sus mercados para crear un catálogo de clientes que con sus relaciones protejan los flancos de nuestra economía. Su misma moneda es un arma de ataque.
Pero por donde han tupido con excusas, fabricadas o ciertas, es con los embargos. De manera unilateral deciden que ciertos productos mexicanos, a partir de cierta fecha no cruzarán, dañando severamente a sectores de la economía que no se reponen, una vez levantado el embargo. Sucedió con el mango, con el aguacate, con el atún, con los transportistas.
Hoy, nos levantan otro muro para productos mexicanos. Es un muro que origina una denuncia en contra del camarón mexicano. A partir del 20 de abril ni un camarón cruzará la frontera en busca de un mercado en donde ser comprado por el cliente norteamericano. Con ello, un sector de la economía mexicana que ha venido siendo golpeado, sufrirá en carne propia un descalabro en lo económico que repercutirá en toda la economía de la región en donde el camarón es fuente de riqueza. Sinaloa sale dañado.
Miles de familias sufrirán por la baja de las ventas las cuales, según las estadísticas, de cada 10 camarones que se exportan, cuatro son de Sinaloa. De ese tamaño es el efecto de la medida. Y como efecto multiplicador repercutirá directamente en la economía regional.
Lo triste es que ni nuestros diputados, ni senadores, ni el gobierno estatal, ni el federal han hecho algo, no han subido a tribuna a reclamar, a exigir atención para atender lo que pronto será un reclamo que empobrecerá más a ese sector nada agraciado en los últimos tiempos.
Han preferido golpearse verbal y físicamente en las sesiones camarales.
Buscar posicionar candidatos en la lucha electoral, creer que el crimen es el único problema que reclama atención, que una sola frontera es el compromiso para atenuar los problemas de pobreza, marginación, daño del tejido social y de la seguridad.
En las condiciones actuales, México es Juárez y si se atiende a Juárez, que se atienda a México. Lo triste también está en la falta de patriotismo de cerrar filas de los gobiernos locales con sus ciudadanos para enfrentar y resolver problemas. Y ya vemos como los comuneros de Picachos están en pie de lucha y los mineros en Cananea también, y así en muchos sectores de los 32 estados. Bien dijo un extranjero que ya estamos en otra revolución, la del 2010 y no nos hemos dado cuenta de ello.
No han entendido los gobiernos locales que su tarea ahora es destramar los enconos, las conjuras, los engaños con el fin de encontrar acuerdos, soluciones y transitar por caminos menos escabrosos en la relación gobernante, ciudadanos. No se percibe en el ambiente ese aroma de unidad; la expectativa es que en el gobierno no se encuentra la atención a las demandas y solución a los problemas.
Pareciera que todo el dinero público, que es mucho, debiese aplicarse a una lucha sin fin en donde quien ahora arremete con embargos, se beneficia con el sector que provoca la inseguridad al venderles armamento y recibir a cambio los estupefacientes necesarios para tranquilidad de sus adictos.
¿Qué le podrán decir a estos pescadores los candidatos en campaña? ¿Qué les podrán prometer sabiendo que no les podrán cumplir? ¿Quien llamará al embargante para dilucidar el problema y demostrarle el error de la organización ambientalista que acusa el pescador camaronero?
Qué rostro tan famélico, aunque obeso, tiene el político mexicano para defender a los mexicanos ante la agresión extranjera. Nunca más falso el verso aquel de "un soldado en cada hijo te dio".
Pareciera que en esta revuelta política por el poder, el dicho popular no se cumplirá pues en este río revuelto la ganancia no es para los pescadores. Esta vez, no.