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"México al revés"

"Los ultimos 50 años de la industria azucarera"

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26/04/2008 00:00

    JANNETH ALDECOA/ JOSÉ ALFREDO BELTRÁN

    Ya quedamos que en estos últimos años de la industria azucarera, los líderes que se sucedieron fueron José María Martínez, Salvador Esquer Apodaca y Enrique Ramos Rodríguez.
    Los dos primeros aquí nombrados, con su trabajo de magníficos dirigentes sindicales, aportaron al gremio azucarero destacados logros.
    Dotación de casas totalmente regaladas a los obreros, ubicadas dentro de conjuntos habitacionales urbanos modernizados, tiendas sindicales, clínica médica de altas especialidades, ubicada en la ciudad de México y una campaña muy estructurada para detectar la temible tuberculosis; pero todavía esta campaña se dio el lujo de llevarla a toda la población en donde estaba enclavado un ingenio azucarero.
    La necesidad de la familia azucarera tenía el respaldo de 13 fideicomisos que apoyaban al sindicato azucarero a resolver todas las necesidades de las familias; desde el deporte a nivel de afición, como el profesional. Se incluía un fideicomiso para atender las necesidades de estudios superiores para trabajadores o para los hijos de éstos, incluso más allá de una carrera profesional.
    En los últimos 50 años, de los sindicatos, el azucarero fue el más destacado; el más progresista que se ubicó en el terreno de un país de tipo modernista, de vanguardia.
    Y con ese carácter, se hizo crecer la industria del dulce, mientras los cañeros (los cultivadores de la gramínea dulce) menos organizados daban tumbos entre los precios internacionales del azúcar y la voracidad de los industriales.
    Lo anterior dio como resultado que la industria del dulce, de las mieles finales, del alcohol e incluso del bagazo y finalmente del papel facial, se movieran de un extremo a otro.
    A veces tenían el carácter de industria nacionalizada, otras veces privada y otras más navegaba en ambas márgenes. Me parece que, a pesar de todo, el sindicato le dio un carácter más estable porque la CTM y el propio sindicato azucarero exigieron al Gobierno federal a darle solidez a la industria, en donde prestaban sus servicios no menos de 50 mil obreros que desde luego fueron el puntal sólido de sus respectivas familias y prolijo semillero de nuevos obreros azucareros más preparados.
    Fue en ese tiempo, cuando la industria azucarera mejoró sustancialmente su producción del dulce, aun con ingenios desgastados, obsoletos y en general sin innovaciones en sus equipos y sin mejorar notablemente las variedades de caña de azúcar; el cultivo quizás se extendió un poco más, pero no notablemente. Incluso sus plagas tradicionales siguieron viviendo a costas del cultivo.
    Tampoco mejoraron los métodos de cosecha, acarreo y manejo de la caña. En 1948, trabajaron 98 ingenios en todo el país; fábricas de azúcar de distintas cantidades de producción y de distintas calidades de azúcar. Ingenios, más bien chicos, pero a partir de la década de los 50 los ingenios crecieron en tamaño, llegando a terrenos como el de San Cristóbal, en Veracruz, considerado el más grande del mundo.
    De los 98 ingenios se redujeron paulatinamente en más grandes, desapareciendo los de menos producción. Hoy trabajan en todo México de 58 a 60 ingenios; muchos han desaparecido en el tiempo. Sólo aquí en Sinaloa desaparecieron: El San Lorenzo, La Aurora, El Roble y Costa Rica.
    Pero volvamos al Comité Ejecutivo Nacional del STIASRM en donde, a la muerte de don Salvador Esquer Apodaca, el 11 de octubre de 1995, el entonces Secretario del Trabajo, Enrique Ramos Rodríguez, salvando breve escaramuza con Ángel Sandoval, suplente de Salvador Esquer, queda como Secretario General del máximo organismo sindical azucarero.
    A los pocos años del liderazgo de Enrique Ramos, empezó a decaer; se vinieron abajo todos los fideicomisos que daban vigencia a las prestaciones conquistadas por el Sindicato Azucarero. Nace la suspicacia de los azucareros y la pérdida de las antiguas prestaciones dadas a través de los fideicomisos, ya se convierten en una alarma y un entendimiento a la sombra de la noche, entre los dueños de la industria azucarera y el Secretario General del Sindicato.
    Así, la desconfianza de los obreros llega a clímax cuando se sabe, el 23 de abril de 2007, que Enrique Ramos Rodríguez, había vendido la clínica azucarera en 13 millones de dólares y que la entrega física del inmueble se llevaría a cabo el día 1 de mayo próximo a los nuevos dueños, que es el grupo Ángeles, de Vázquez Raña.
    Es oportuno decir que si algún bien querían los azucareros, era precisamente la Clínica Azucarera, localizada en la avenida Ejército Nacional número 519, esquina con Temístocles de la colonia Polanco que desde 1946, construida y entregada al entonces Secretario General del Sindicato Azucarero el navolatense Armando Morga por el presidente de la República, Miguel Alemán.
    Desde ese momento, la Clínica regresó la salud restablecida a millares de obreros azucareros y a sus familiares. Si la venta fue un hecho, los azucareros, verdaderos dueños de la institución, no fueron informados ni tampoco se obtuvo la aprobación firme de la supuesta operación.
    Los azucareros a través de sus fideicomisos tenían una cadena inmensa de inmuebles; poco se sabe de esos bienes, como el centro vacacional Taninul ubicado en la Huasteca Potosina y comprada al rejoneador Gastón Santos; las instalaciones deportivas de Córdoba, Veracruz; las del Club de Futbol Gallos Blancos de Jalisco, cuando jugaban en Guadalajara; el terreno de la Laguna Bacalar en la Selva Negra de Quintana Roo.
    El centro vacacional de Los Ángeles de Tenacatita de magnifica ubicación en la Costa de Oro de Jalisco; los vehículos del sindicato, las acciones del Banco Obrero; en fin una larga lista de bienes, sin mencionar los edificios en la ciudad de México que valen una fortuna.
    En estos casos, como en muchos que se suceden en los sindicatos, las malas acciones se repiten interminablemente, por ejemplo, cría cuervos y te sacaran los ojos.
    En este caso, el nuevo proclamado Secretario General del Sindicato Azucarero, Adrián Sánchez Vargas, es del mismo ingenio de San Miguelito, de donde algún día salió Enrique Ramos para calzar los "tenis" de Chema Martínez y de Salvador Esquer; recorrer la misma escala política que sus antecesores.
    Ahora Enrique Ramos Rodríguez, es acusado y acosado de todo los azucareros; sin embargo, yo formé organismos rectores con él en la compra de las casas de los azucareros que el Sindicato Azucarero les había "regalado", pero que ellos por alguna razón prefirieron vender al sindicato mismo y este al adquirirlas se las adjudicaba a otro obrero con derecho a salvo.
    El precio de cada casa estaba establecido y religiosamente el sindicato pagaba de contado al vendedor. Enrique Ramos siempre enseñó decencia y equilibrio en las operaciones preestablecidas, sin dar lugar a dudas. Pero siempre hay una primera vez.
    El corolario de esta serie de artículos nos demuestra que no todos los mexicanos estamos obligados a la total observancia de las leyes.
    La autonomía a los sindicatos debe ser únicamente para elegir a sus representantes sindicales y a negociar los pliegos petitorios, pero sujetarlo al escrutinio público por autoridad competente cuando se manejan bienes e intereses grupales, para evitar los latrocinios, como ha sido tradición.