Lupishen Tirado
Sociedad demediada en las marchas "pro Chapo"
¡Cuánta razón tenía Ronaldo González Valdez, ex director del añorado Difocur al calificar a los sinaloenses como una "Sociedad Demediada"! Acontecimientos recientes, como las marchas en pro y en contra del narcotraficante más buscado por la policía internacional, la testimonian. Aunque el vocablo es poco usado en el lenguaje común, lo registra el Diccionario de la Lengua Española de la RAE con tres acepciones:
-- 1) Partir, dividir en mitades (úsese también como intransitivo);
-- 2) Cumplir la mitad del tiempo, edad o carrera que se ha de vivir o andar; y
-- 3) Usar o gastar una cosa, haciéndole perder la mitad de su valor.
La interpretación que se le puede atribuir al uso que Ronaldo le dio al vocablo, podría ubicarnos en la formación cultural, anímica y poblacional de los sinaloenses como parte de un proceso inacabado de una sociedad emergente, migrante y trashumante que no ha tenido el tiempo histórico de consolidarse. Si como tal fuera, porque Ronaldo hace acopio del devenir cronológico como si se tratara de una ocupación territorial promisoria, pero escasa de raíces autóctonas, habría que partir de una errónea identidad y, sobre todo, de una equívoca educación colectiva que no va más allá de los bienes materiales.
La historia: ¿culpable de nuestra medianía social?
Pero Jorge Gastélum Escalante, politólgo, analista, residente en Ensenada, no se queda corto en sus comentarios sobre el libro y tesis de Ronaldo:
"Sinaloa: escribe-, una sociedad demediada es también un desafío. En primer lugar la calificación que parece provenir del Guacho Félix: Sinaloa «tiene todo, pero a medias», es decir, Sinaloa es una sociedad demediada. Sinaloa juega a medio brazo; teniendo todo se conforma con la medianía".
--Se pregunta: "¿En qué consiste esta medianía? Dice Ronaldo: en que no le ha alcanzado la historia para cerrar los capítulos de su biografía, no ha logrado culminar sus procesos civilizatorios. Ni en las naciones prehispánicas, ni en la Colonia, ni en la Independencia, la Reforma o la Revolución. Y es posible leer entre líneas que no se había cerrado el capítulo revolucionario cuando a la Nación se le endosó el desarrollo estabilizador; luego, sin que el País se hubiera estabilizado, se viró al desarrollo compartido; y no se terminaba de compartir cuando el Gobierno se subió al carro del neoliberalismo. Y ahí ya han transcurrido unos 24 años sin que se arribe a la tierra prometida del primer mundo".
Más adelante Gastélum, a su vez, califica:
¿Ser demediado, significa ser un mediocre social?
--"Ya hasta hay un concepto: narcocultura, cuyo prefijo es aplicable a todo: narcolook, narcojunior, narcofresa, narcocorrido, narcofosa, narcopolítico, narcosanto, narco... González busca la explicación en una óptica global, propone ir a las causas profundas, a la historia, a los orígenes de la distorsión cultural y el desequilibrio regional, lo que ha provocado el quiebre de toda autoridad (empezando por la familia y siguiendo con la escuela y las figuras públicas y los gobiernos)".
Para concluir que "este libro --el de Ronaldo--, que todos deben leer, es un capítulo de esa explicación necesaria del encuentro de las causas, pues si algo queda de racionalidad ahí hay que buscar porque de otro modo Sinaloa ni los sinaloenses tendremos remedio de salir de la condición demediada, que es como decir mediana, mediocre. Destino al que no quisiéramos verla sentenciada, ni vernos consignados".
Y a propósito de las marchas que motivan esta entrega de Tropos, nos llegó un comentario de un ilustre escritor ampliamente conocido en Culiacán, Arturo Murillo Monge, quien al enviarlo aclaró haberlo escrito antes de las citadas marchas "chapinescas".
Inquieta el uso impropio de las fuerzas armadas
Cuando tratadistas de nuestra idiosincrasia nos presentan, no dejan de mencionar nuestras raíces indias diciéndonos que bajo la capa de cultura y civilidad subyace el amor y la fascinación por la violencia, la sangre y la muerte. Nos hablan de que toralmente somos parte de un México profundo...
"Por ello me inquieta el uso del Ejercito Nacional y de la Armada en sustitución de las fuerzas bajo las órdenes del Ministerio Público.
"Hace algunos años un contertulio del café me increpó diciendo:
Tú nunca te das baños de pueblo. Contesté:
Cómo no, vengo a tomar café con ustedes.
Hasta la fecha me duele haber provocado su respuesta. Respondió:
Yo no soy pueblo.
"Me dio tristeza escucharlo, pero tiene razón. Él, que es licenciado en Derecho, no es pueblo como no lo soy yo que soy ingeniero.
"Aclaro, todos somos pueblo, pero en este trabajo el término lo usaré para referirme solamente a la generalidad diferenciada de las élites. En ese tenor, opino que el Ejército Nacional y los elementos de la Armada son pueblo. La Policía Municipal tiene papel preventivo y son pueblo. No así el Ministerio Público y sus agentes. Permítanme explicar.
"El Ministerio Público actúa después de reflexión y estudio, bajo procedimientos autorizados y bajo reglas impuestas por códigos. No es impulsivo sino lo contrario. Estrictamente hablando no está para cumplir órdenes sino para seguir ordenamientos establecidos por ley. El Ministerio Público actúa a nombre del pueblo y en su representación y por ello mismo es una entidad diferente que recibe un mandato. No es el pueblo mismo. El Ejército y la Armada sí lo son, aunque acaten órdenes. Los narcos también son pueblo. Por ello señalo lo inquietante de utilizar al pueblo contra sí mismo. Es peligroso"...
Y para coronar la semana marchista, sin quererlo o queriéndolo, Noroeste organizó en el Centro de Ciencias una charla emotiva del conferencista profesional Alfedo Culebro, con el lema "Esto tiene que cambiar". Quien puso gran énfasis en una de las actitudes más nocivas de la conducta humana, como es la de no valorar el tiempo como sustento de la vida, a cambio de una riqueza que le absorbe el tiempo y finalmente acaba consigo misma y la heredad que sólo ve en ella el conflicto permanente. Todo el humor lo vació en una reeducación de sí mismo, para luego educar a los demás.
De todo ello sólo queda un inquietud: Si la cuestión se centra en un proceso educativo, ¿a quién o quiénes corresponde hallar una respuesta? Alguien diría: ¡al sistema político!, pero habría que repreguntarse: ¿y quién es el sistema?