Éric Vega
En "Trabajo, consumismo y nuevos pobres", el recién fallecido Zygmunt Bauman afirmó que la ética del trabajo que rige a la sociedad de mercado descansa en un par de premisas y presunciones tácitas.
Las premisas se sintetizan en lo siguiente: para acceder a los bienes derivados del trabajo remunerado es necesario ofrecer "algo" que otra persona considere valioso y digno de un pago. La segunda dice: cuando una persona tiene "algo que ofrecer" y los demás están dispuestos a pagar por ello, resulta necio e indigno no ofrecerlo debido a los beneficios que pudieran generarse.
Las presunciones señalan: las personas que tienen algo que ofrecer y por alguna razón no quieren hacerlo, no deberían ser objeto de la piedad, empatía o benevolencia ajena, porque su precaria o desafortunada condición es el resultado de su apatía e indolencia.
Esta peculiar manera de comprender las bases de la ética del trabajo, muy difundida durante la Revolución industrial, continúa vigente en muchos giros laborales, incluso en algunos, hasta cierto punto, insospechados. El caso de la prostitución de jóvenes universitarias es, probablemente, uno de los más paradigmáticos.
Quienes por convicción laboran en el negocio de la prostitución saben que los atavismos morales no tienen cabida, porque el rédito económico debe sobreponerse al amor, el pudor, compromiso y las promesas que se derivan de la ligazón que se da entre las parejas que quieren vivir un futuro compartido. Las aspiraciones se reducen a obtener la mayor cantidad de dinero en el corto plazo, pasarla lo mejor que se pueda con los/las clientes, a no ser agredida/o y dejar la puerta abierta para un siguiente servicio. Así como sucede en muchos eventos deportivos, la relación cliente-prostituta responde a la lógica del "pago por evento". Aunque en la sombra, la prostitución ejercida por universitarias se ha vuelto un negocio próspero que atiende a un segmento de clientes con solvencia adquisitiva y la voluntad de pagar por el servicio.
Si Usted ingresa al sitio web www.aliciadollshouse.com encontrará diversas ofertas de "Escorts" que radican en Guadalajara y Monterrey. Por la manera en que la página está diseñada es fácil encontrar una gran variedad de promociones y servicios. Los "Promos mañaneros" ofertan cuatro tipos de prestaciones. Por ejemplo, esta semana la "Promo uno" era encabezada por Jessica, quien por dos horas de sus favores cobra 1,450 pesos y 2,200 por tres horas. La "Promo dos" muestra a "Lana" quien devenga 1,600 pesos por dos horas de servicio y 3,200 por tres. La "Promo cuatro" alude a los montos, horarios y estilos de "los rapidines".
Los servicios incluyen cupones, varias categorías de Escorts ("Nuevas", "Premium", "De Luxe", "Aperladas", "blancas",...) y un blog bastante activo que es animado por entusiastas que negocian "deseos", fechas y precios. Dudo que sea por proteger a las chicas, pero lo cierto es que en la página web las jóvenes exponen sus cuerpos pero no sus rostros, estrategia adecuada si tenemos en cuenta que, como dice Marcial Aquino, "en los detalles se esconde la fantasía".
Por la amplia variedad de Escorts, así como por la imagen que éstas proyectan, es evidente que el oficio se ejerce de modo profesionalizado. Las chicas no lucen como una prostituta callejera, por el contrario, la imagen proyectada es la de una ejecutiva, una novia, esposa joven o una amiga estudiante/profesionista que en cualquier reunión perfectamente haría las veces de invitada. Este último rasgo, sin duda, es lo que separa a las prostitutas callejeras de una Escort que trabaja para el "Alicia Dolls House".
No quisiera que se me malentendiera. No busco de promover los servicios del citado lugar. Lo que intento destacar es la manera en que la prostitución ha venido sofisticándose a través de una compleja red de clientes, proxenetas, traficantes y autoridades gubernamentales de pocos escrúpulos que se sirven con la cuchara grande en un País con cientos de miles de profesionistas mal pagadas que, muchas veces, se ven tentadas a "ganarse un extrita" prostituyéndose.
Una Escort ejecutiva aproximadamente gana entre 30 y 50 mil pesos mensuales, de ahí que los ascos a fulanos y fachas, la exigencia por hacer válidos los derechos humanos o mantener con vida el sueño de concluir una carrera profesional, resultan actores de poca relevancia en la historia.
Más allá del pudor, la prostitución ejercida por las universitarias, como dice Bauman, además de ser el reflejo de una crisis valoral que deja en claro como los bienes materiales están muy por encima de los bienes de carácter moral, es el resultado del modo en que operan las reglas de la sociedad de consumo y el mundo laboral actual: a las y los jóvenes se le remunera de modo precario debido a su falta de experiencia, o simplemente no se le contrata por estar sobrecalificados. Este último caso es el de muchas jóvenes que se vieron en la necesidad de cursar una maestría debido a que no pudieron encontrar un empleo dignamente remunerado. Paradójicamente, ahora su maestría se ha vuelto un nuevo obstáculo porque "los puestos no dan para pagar a gente con posgrados".
Y aunque se llegan a dar, en el mundillo de la prostitución universitaria, son pocos los casos donde las jóvenes (y algunos chicos) obtienen los recursos que requieren y retoman la senda de su vida pasada. Lo habitual es que quien cayó en las redes de la prostitución, le es muy difícil escapar. El acceso a drogas, grandes cantidades de dinero, el temor a que se hagan realidad las amenazas de los proxenetas, la salida rápida a problemas económicos, familiares y emocionales continúan obligando a muchas mujeres a ofrecer algo que, como señala Bauman, muchos valoran y están dispuestos a pagar. Bajo esta lógica, las jóvenes que se encuentran en problemas y tienen "eso que busca" un mercado solvente se ven orilladas a ofrecerlo. Negarse, además de necio, resulta dañino para ellas y quienes dependen de ellas.
Sobre esta patética premisa y presunción tácitas descansa "la ética de la prostitución universitaria", actividad que, aunque se disfraza de un enorme glamur, le es imposible negar que es una parte del creciente declive moral, social y legal vive nuestra sociedad actual.
De si deben ser más o menos los miembros de la Cámara de diputados y senadores, hablaré en otro momento.
Pabloayala2025@gmail.com