Héctor Tomás Jiménez
¿Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen? Preámbulo: De aquella magna y espontánea marcha de mexicanos que llenó las calles Reformas de la Ciudad de México, aquel domingo 27 de junio de este año (hace 83 días) para repudiar la criminalidad y la violencia en toda la República, Andrés Manuel López Obrador, expresó que era un complot en su contra y era un acto organizado para desprestigiar al Jefe de Gobierno del Distrito Federal y criticó a profundidad a quienes acudieron al acto para exigir a las autoridades mayor rigor y resultados en el combate de tal flagelo. El Jefe de Gobierno de la gran metrópoli, en su postura llevó la penitencia; desde entonces sus bonos bajaron y sus seguidores disminuyeron. Posteriormente, el mismo Peje organiza otra marcha ahora llamada la "De la legalidad", buscando evitar su desafuero programado en la Cámara de Diputados. Ahora fue el propio Andrés Manuel López Obrador quien quiso cobijarse de su impunidad en las muchedumbres para protegerse de sus errores. Cuando el licenciado Santiago Creel Miranda, Secretario de Gobernación, por instrucciones del Presidente Fox invitó al pueblo de México a cantar el himno nacional a las 12 horas del día 15 de septiembre, como un homenaje a nuestro Símbolo Patrio, en ocasión de alcanzar el 150 aniversario de haberse cantado por primera vez, el 15 de septiembre de 1854 en función especial en el Teatro Santa Anna, algunos priistas miembros del actual Comité Ejecutivo de aquel partido político, criticaron el llamado del Secretario Creel, como un acto patriotero. Sin embargo, precisamente a la hora señalada la gran mayoría de los mexicanos entonaron la letra y notas musicales de Francisco González Bocanegra y Jaime Nunó. Conclusión que tratándose de sentimientos sentidos por las mayorías, nadie es superior a sus manifestaciones de patriotismo o de justicia. Por eso dudo mucho en la apología de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen; más bien, algunos grupos ante la indiferencia, el soslayo y la apatía de unos, otros son quienes ilícitamente se apropian de los derechos de los demás y así nacen los gobiernos que oportunamente "ganan" las elecciones poniendo en práctica artimañas y comprando voluntades de agrupaciones que no participan en las decisiones, porque desconocen sus derechos y porque una vez establecidos los gobiernos, hagan lo que hagan contra la población, cumplan o no cumplan con sus obligaciones, no hay quien les diga nada, los ubique y que luego aparentan molestarse cuando los ciudadanos desean saber sobre sus razonamientos de tal o cual hecho. Para "gobernar" a sus anchas, sin que nadie los moleste, buscan la composición de un Congreso integrado por diputados proclives, afectos al gobernante, incondicionales y dispuestos a defender a quien, supuestamente, les dio la chamba al "palomearlo". Leyes y acuerdos son aprobados y salen del Congreso, con el sello exclusivo y auténtico del gobernante en turno, para ocultar y arropar sus desmanes y desviaríos, pero jamás para llevar una mejoría a la población. De la tragedia vivida en Culiacán el sábado 11 para amanecer el domingo 12 de septiembre, durante la cual hubo un número muy crecido de asesinados, provocada por matones profesionales, vendetas, venganzas y quitas de contrarios en el sucio negocio de las drogas, a pesar de que al acto fue una repetición de la misma película de terror con escenas más que espeluznantes, algunos sectores de la sociedad, apenas tocaron el escabroso tema de la violencia, la criminalidad y el inseguro escenario que nos toca vivir, junto con nuestras familias. Ya no hay espacio seguro; el crimen nos ha arrinconado y recluido a un mísero lugar en el cual nos es incomodado movernos. Y esta situación, además de repetitiva y frecuente la osadía de los malhechores cada día más cruel, más cercana para cada individuo y para cada familia. Los nuestros no tienen derecho a divertirse, a disfrutar de un espectáculo, porque están directamente expuestos a convertirse en víctimas. Ante una sociedad enajenada desde hace tiempo, embelezada y turbada no aspira a mejores destinos ni mejor protección. Vive sólo con el Jesús en la boca, y tal vez resignada a que sea blanco de un juego cruzado de balas, sin más apoyo que, arréglatelas como puedas. Tú te lo buscaste por estar en el camino de la tragedia. ¡Qué desventura la nuestra! Cuando la violencia nos ha desposeído de nuestro espacio, de nuestro mejor destino y para morir en la calle como perrito sin dueño. Cuando un candidato anda en busca de nuestro voto, lo que más promete es seguridad, como una de las garantías más exigibles que los ciudadanos puedan reprocharle a un gobernante --además, de salud y educaciónpero el gobernante siempre se hace sordo ante estos justificados reclamos y en más de un caso, le contesta airadamente, cuando el ofendido es usted. Es común que el Mandatario local haga recaer la responsabilidad en otra autoridad para excluirse de su obligación y así esperar tranquilamente la siguiente oleada de violencia. Hoy llevamos dos hechos mayúsculos de sangre en lo va del año, más los que a diario caen sin que se cubra el expediente de la aclaración. No hace muchos años los gobernadores caían como frutos maduros cuando había muertos. Sotó Maynes cayó del Gobierno de Chihuahua al no esclarecer un solo un muerto, Armando Biebrich cayó en Sonora, allá en octubre de 1975 por el sonado caso de los muertos del Valle del Yaqui, en la comunidad de Río Seco. En marzo de este año cae el narcotraficante Javier Torres, en los casos de los asesinatos de Sinaloa la sociedad sólo da brinquitos por la inseguridad y la impunidad que reviste a los responsables. Se requiere energía y voluntad para mandar a su casa al gobernante apático, inepto y falto de responsabilidad. El experimentado priista, Rubén Figueroa Alcocer, Gobernador de Guerrero, fue desaforado y cayó de la gracia del poder debido a la matanza del 17 de julio de 1996, hechos producidos en Vado de Aguas Blancas. Asimismo, cayó del pedestal del poder el Gobernador Olea de Morelos, en ocasión de que su jefe de policía fue a tirar, cerca de Iguala, Guerrero, el cadáver de un delincuente, muerto a causa de las torturas que le ocasionó la Policía Judicial del Estado. Como usted ve, sí es posible mandar a la calle a un Gobernador irresponsable que se olvida de resguardar la seguridad de los ciudadanos.