|
"Buhedera"

"Monjas coreanas"

""
09/04/2007 00:00

    FIFA

    Una de las afinidades que tengo con Fellini es la fascinación revulsiva por la monja como símbolo visual de una actitud ante la vida que siempre he sentido tan ajena, tan extraña, tan poco natural, que se me escapa sin remedio, ignoro si también Fellini se deleitaba en esta incomprensión esencial; sospecho que sí.
    Quizá por eso me provocaba tanta incomodidad la modita aquella que afectó a los publicistas de los años setentas y ochentas por filmar espots televisivos para anunciar vans conducidas y/o tripuladas y/o ocupadas por monjas sonrientes y "benévolas" que supuestamente debían inspirar en el consumidor un sentimiento de "ternura" o al menos de "simpatía", en todo caso no estoy seguro de que tales sentimientos motiven una acción compradora.
    Agradezco al cielo que esa modita esté en desuso; ya volverá, me temo, porque el mundo de la moda, por definición, se compone de una inacabable serie de moditas sucesivas, y la publicidad es una de las artes de la moda.
    Pero dejémonos de digresiones; volvamos a la actualidad. El escandaloso caso del internado de Chalco para niñas, hoy al parecer afectadas por una epidemia de histeria colectiva, me regresó de golpe a ese batidillo de sensaciones que hibernaba en algún rincón de mis vísceras no budistas.
    Si en efecto se trata de un caso de histeria colectiva, supongo que el asunto dará para varias tesis doctorales de psicología y psiquiatría, hay muchos libros dedicados a describir, narrar o analizar casos como esos, desde el de las Brujas de Salem hasta algunos tortuosos episodios en España, protagonizados precisamente por monjas.
    De las muchas facetas de este caso, me llamó la atención particularmente el de la evidente diferencia cultural entre México y Corea, que observé sobre todo en un punto: la admirable valentía de la monja directora, que al día siguiente de la estruendosa denuncia en el Canal de las Estrellas dio la cara con Carlos Loret para responder en vivo y de bulto a sus cuestionamientos.
    No envió un fax o un imeil ni llamó por teléfono ni mandó a un oscuro encargado de Comunicación Social; nada, fue ella misma, en persona.
    Compara esa actitud valiente con la típica conducta huidiza y cobarde de nuestra nutrida galaxia de pícaros autóctonos, desde los Bribiesca hasta el Góber Precioso, pasando por el Chómpiras Figueroa, el asesino del Viaducto que al parecer pagó millones para que ni siquiera se nos permitiera saber su nombre, y mil más.
    Esos pícaros de papel maché jamás afrontan una situación si no se les obliga a ello, y si finalmente no tienen más remedio que hacerlo, se comportan como anguilas escurridizas y jamás como hombrecitos de una pieza.
    ¿No debería darnos pena comprobar que una monja coreana que pesa seis kilos, mojada, se comporta mucho más varonilmente que nuestros sedicentes machos tequileros y dizque bragados? ¿Y con esa consistencia moral de plastilina pretendemos encarar al inminente y próximo imperio asiático? ¡Ja!
    Mejor vamos aprendiendo cómo decir en chino, o coreano: "¿Le boleo sus zapatos, amo?"
    Aparte de dar la cara, la monja declaró estar dispuesta a asumir la responsabilidad que eventualmente le tocara si la investigación en curso así lo determina, una investigación, por cierto, dirigida no por alguna clínica Patito improvisada a modo, sino por las máximas autoridades mexiquenses y mexicanas de salud.
    En tales casos de responsabilidades comprobadas, en Oriente se practica el suicidio ritual; acá, la costumbre de nuestros malitos, porque ni a malosos de verdad llegan, se limita a repetir como pericos socarrones y tembleques: "Yo no fui, yo no fui"
    En ese momento de la entrevista apareció un aspecto importantísimo, ya señalado antes muchas veces: lo peligrosa que es la tentación, también hoy de moda, de convertir a los medios en patíbulos de linchamiento ante la opinión pública.
    Ojo, colegas, un informador está siempre en riesgo de caer en la trampa de convertirse en verdugo, a fuer de creerse vengador o justiciero.
    Y no me malentiendas: cada una de esas cuatro funciones; informar, ejecutar, vengar, impartir justicia, tiene su lugar en el entramado social, cada una a su modo, en distintos grados y con muy diversas justificaciones, pero son diferentes; confundirlas o mezclarlas, es anularlas a todas ellas.
    En fin, habrá que observar la evolución de este caso, pero todo parece indicar que no habremos de ver un remake totonaca del infausto caso nazi chileno de la "Colonia Dignidad".
    Aplausos y chiflidos: gfarberb@yahoo.com.mx
    Consultas: http://www.buhedera.mexico.com/