Arturo Santamaría Gómez.
Si por algo se ha distinguido la señora Mercedes Murillo Monge es por su valor para llamar a las cosas por su nombre y por la claridad con que siempre critica lo que considera que está mal.
Ayer dio muestras una vez más de esa cualidad cuando advirtió, con respecto a la irrefrenable ola de violencia que padece la entidad, que no solo el Gobernador Jesús Aguilar Padilla ha estado "nadando de muertito", sino también la sociedad en general, incluidos sectores como el empresarial y la propia Iglesia.
La dirigente del Frente Cívico Sinaloense manifestó su preocupación porque ningún sector abre la boca, a pesar del desorden espantoso que vive la entidad.
En su opinión, la actitud omisa y pasiva del Gobernador es consecuencia de que sabe que nadie le va a reclamar que siga "nadando de muertito" y no haga nada por parar esta irrefrenable violencia, que no solo sigue llenando de sangre las calles y de luto a muchos hogares, sino que está orillando a la gente de bien a encerrarse en sus casas por el miedo a salir a la calle y verse atrapada en alguno de los numerosos tiroteos que casi a diario se registran, tanto en las zonas urbanas como rurales.
No le falta razón a la Meché. Las leyes de la física señalan que todo espacio vacío tiende a ser llenado por otra fuerza u otro elemento, y eso es lo que está ocurriendo en Sinaloa.
En la medida en que la sociedad se retrae y renuncia a sus derechos, el gobierno se llena de caldo gordo y se vuelve omiso respecto a sus obligaciones para con sus gobernados, y es justamente de esa falta de autoridad, de ese "dejar hacer-dejar pasar" de quien se supone que debe respetar y hacer respetar la ley, es de lo que se han valido los grupos delictivos para convertir al territorio sinaloense en un campo de batalla en el que dirimen día con día sus diferencias y sus pleitos.
En esa perspectiva vale la pena recordar el célebre poema "cuando vinieron por mi...", del teólogo alemán Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller <http://en.wikipedia.org/wiki/Martin_Niem%C3%B6llerl_note-bio>, muerto hace casi un cuarto de siglo, en el que advierte cómo la falta de compromiso y de decisión para hacer frente a lo que se considera injusto y dañino, termina por volverse contra uno mismo.
Las recientes masacres y tiroteos en Culiacán y otras ciudades del estado hacen ineludible ya una toma de posición de todos los sinaloenses bien nacidos para exigir a las autoridades estatal y federal que cumplan con su obligación de devolverle a Sinaloa y a su gente la paz y la tranquilidad perdidas desde hace ya bastante tiempo.
