César Ruiz L.
El deterioro del servicio que proporciona el Instituto Mexicano del Seguro Social es innegable en todos los confines del territorio nacional, porque no se trata de casos de negligencia médica o institucional únicos y aislados aquellos que provocan el descontento social por significar riesgos y a veces pérdida de vidas.
Uno de esos casos, por su vigencia reciente, es el de la reportera Claudia Beltrán Cabanillas, dañada en su salud y cuando menos en la de una de sus dos hijas nacidas en una clínica del Seguro Social, aquí en Culiacán, a causa de una presunta negligencia médica.
Este es un caso sonado y actual, pero muchos otros han habido que no pasaron de desgracias silenciosas porque los damnificados se encerraron en su pena y no denunciaron.
Como mucho se ha comentado ya, los problemas del Seguro Social sobreviven a tímidos intentos de solución de las administraciones del Gobierno federal desde las últimas décadas del siglo pasado, por causa de una reducción paulatina del presupuesto que se le asigna, en tanto crece su número de usuarios demandantes de servicio.
Generalmente los hospitales no cuentan con camas suficientes para recibir a los enfermos que lo necesitan y por ello son obligados a realizar increíbles esperas en el área de urgencias, sentados en sillas de patas de catre, en mantas sobre el piso e incluso en sus propias casas, como el caso de algunas mujeres "en trabajo de parto", porque no hay camas y además "todavía les falta".
Por ello, muchas de esas parturientas regresan precipitadamente al hospital, con la fuente rota y con consecuencias graves de salud para el producto. Algo así sucedió a Claudia Beltrán, una de cuyas niñas nació con probable daño cerebral.
Aunque en algunos casos las fallas en el servicio del IMSS pueden atribuirse al personal, que está sobreprotegido por su sindicato, reconózcanse los defectos principalmente en las carencias presupuestarias y, por ende, a la evasión de responsabilidades del Gobierno federal, que casi sentencia a los administradores de las clínicas al "háganle como puedan", y se escuda en que no existen en el país los recursos para dar solución al problema, como se puede leer en declaraciones que en ese sentido dan a la prensa los altos funcionarios del Seguro Social y, en más de una vez, el propio presidente Vicente Fox.
La gran mayoría de médicos familiares, enfermeras, médicos especialistas, camilleros y demás, cumplen sus obligaciones en el marco de lo posible, y algunos aun más allá. Pero ¿Qué pueden hacer ante la falta de algunos medicamentos especiales, camas, camillas y equipos a que la institución somete su trabajo y empeños? ¿Qué pueden hacer ante los frecuentemente aludes de enfermos demandantes de servicio inmediato, sobre todo hospitalario, cuando rebasan con mucho la oferta de la institución?
Sin menoscabo de las acciones necesarias contra el personal del IMSS que merezca juicio por negligencia, desgano o maltrato de los que exista evidencia, responda el Gobierno federal por su evasión socarrona de responsabilidad, para que se eviten en lo posible más casos como el de Claudia.