|
"Guadalupe Loaeza"

"No te gusta cumplir años ni acordarte de los cumpleaños pasados. Sin embargo, te dices con cierta filosofía que no siempre tiempos pasados fueron mejores"

""
12/08/2004 00:00

    SinEmabrgo.mx

    ¡¡¡ Cincuenta y ocho !!! Hoy, amaneciste con 58 años encima... ¡Uy, cómo te pesan, se diría que son de puro plomo! Por eso desde que te recordaste (despertaste) andas como en cámara lenta. Todo lo haces muy despacito. ¿No será que estás como pasmada? ¿Qué es lo que te extraña? ¿El paso del tiempo? ¿Una vejez ya muy anunciada? ¿El hecho de que estés a punto de entrar a la tercera edad? Sí, ya sé, que lo que te abruma es la suma de todos estos factores. ¿Te diste cuenta que dije la palabra suma y no resta? Ni modo, ma vieille, lo que has hecho últimamente, es sumar y sumar años, muchos años... ¿Te acuerdas cuándo cumpliste 18? Eso sucedió hace 40 años. Sí..., como lo oyes, cua-ren-ta años... ¿Qué hiciste el 12 de agosto de 1964? ¿No recuerdas? A ver... haz un esfuerzo. ¿De verdad que no te viene nada a la memoria? Permíteme ayudarte un poquito. Ese día te levantaste y lo primero que advertiste al mirarte en el espejo fue, ¡¡¡qué horror!!!, pero, ¿¿¿cómo era posible??? ¿¿¿Un barro justo en medio de la frente???? Me quiero morir, exclamaste con todo el dolor de tu corazón como si ese volcán medio rojizo y blancuzco en la punta representara el fin del mundo. Claro de tu mundito. Ah, cómo eras superficial, cómo eras fresa e ingenua. En esa época para ti lo más importante era gustarle al espejo. Ahora me temo que has dejado de gustarle levemente. A veces cuando te miras ya ni te reconoces. ¿Cómo sería posible con todas esas líneas de expresión que se han profundizando al paso del tiempo? Tus ojos se han empequeñecido, tu sonrisa ya no es tan fresca, tu frente está un poco marchita, tu cabello se ha opacado, tu nariz ya no es respingada, tu piel se ve deshidratada y lo que es peor, ya te ven como una señora de cerca de 60 años. Acéptalo, desde que Tomás, tuvo a bien convertirte en abuela, caminas como abuelita, te mueves como una mamá grande y tus expresiones verbales te delatan. ¿Qué es eso de que está rete suave...que está vaciado... que aguanta un piano... Gee Weez!!! o que ese señor está para los lions...? En fin mejor, cambiemos de tema, y regresemos al año de 1964, cuando apenas tenías 18 tiernas primaveras. Una vez que quisiste absolutamente exprimirte el grano, lo cual resultó inútil, ya que aún se encontraba enterrado, te pusiste un poco de pasta de dientes Forhans (porque jurabas que tenía una sustancia que lo secaría de inmediato). En seguida te dirigiste hacia el tocadisco Packard Bell y pusiste el disco de Ray Coniff que te acaba de regalar tu pretendiente Francisco Togno. La música de Bésame Mucho te envolvía. Ay, ojalá que me llame, que me llame, que me llame, que me llame... te decías cerrando los ojos con fuerzas. De pronto, sonó el teléfono... Corriste hacia el aparato: Yo contesto, yo contesto, gritabas con la ilusión de que la llamada fuera para ti. Con una sonrisita medio pícara levantas el pesado auricular de baquelita negra.... ¿¿¿Bueeeeenooo??? contestaste con voz de cumpleañera. Hablamos de la Corsetería Francesa. Tenemos una nota pendiente de la señora Loaeza, escuchaste decir a una señorita. ¡¡¡Oh, decepción!!! El telefonema no era para ti. Esa mañana te arreglaste con mucho esmero. Te pusiste tu falda escocesa y tu suéter (Vitos) verde botella abotonado por atrás. Estrenaste un par de medias Van Realte, sin costura y con talón. Mientras te hacías tu crepé y con la colita del peine, te levantabas ligeramente tu copete, (entonces empezaste a ponerte agua oxigenada, porque te querías parecer a Sandra Dee) volvió a sonar el teléfono. ¿¿¿¿Bueeeenooooo???? volviste a exclamar con tu voz entonadita. Ahorita se la paso...dijiste impaciente cuando una voz muy varonil te pidió hablar con Flavia. Flaviaaaaaaa, te hablan por teléfono. Toma abajo la bocina gritaste como la típica patroncita. Empezabas a ponerte nerviosa, nadie te había felicitado hasta ese momento. ¿Dónde estaba todo el mundo? Quién sabe, pero el caso, es que te habías despertado demasiado tarde y ya todos en tu familia se habían ido. La noche anterior habías ido a bailar al Polo con un grupo de amigos. Estabas sola nada más con la muchacha. Te sentaste al pie de tu cama, deshecha, suspiraste y pensaste: Híjole, todavía no tengo novio... Me duele el estómago... I think I am going to have my period... Creo que no le importo a nadie... Si mi invita a salir Pancho Togno, ¿qué me pongo? Y si no me invita... ¿Qué hago? Bueno, pues voy a ver a Antonia mi hermana a su casa... Me tomo un Juárez Loreto y san se acabó... Te incorporaste, después quitaste el brazo del tornamesa y al hacerlo, se escuchó scriiiccchhhh. Siempre te pasaba lo mismo con los discos LP. Bajaste al comedor, oliendo a tu perfume predilecto Miss Dior y pediste tu desayuno: unas Zucaritas con plátano. En seguida tomaste el Excelsior y le echaste un ojo a la primera plana: Hanoi denuncia bombardeos de los Estados Unidos. La noticia te dejó indiferente, buscaste la Sección de Sociales: Shower para Lupita Carrillo Flores quien se casará el mes de julio del año que viene, con el señor licenciado Licio Lagos. En la fotografía aparecen la señora María Izaguirre de Ruiz Cortines, acompañada de doña Guadalupe Borja de Díaz Ordaz, distinguida esposa del candidato a la Presidencia, licenciado Gustavo Díaz Ordaz y Lucina Suárez de Moreno Valle. Lamentaste que Licio Lagos no se casara con alguna de tus hermanas, te hubiera gustado tener un cuñado multimillonario. Como nadie te hablaba por teléfono, le telefoneaste a tu amiga Lola Caraza, tu vecina. No está, te dijo la muchacha. Colgaste y te quedaste pensando: Ya sé, me voy a ir a la Zona Rosa. ¿¿¿Sola??? Ay, no qué horror... Mejor voy a Sanborns a ver revistas... Que me hable, que me hable, que me hable... Ay, san José, te lo pido de favor, que me hable, you know who.... Ojalá que me invite al cine a ver la película Los Paraguas de Cherburgo. Me encanta ir al cine París.. Pero, ¿quién me podría chaperonear? Le voy a pedir a Lola Caraza. ¿Y si no puede? ¿Mi tía Guillermina? Híjole, no qué horror... Finalmente, ese día de tu cumpleaños número 18, no hiciste nada especial. Francisco Togno no te llamó por teléfono porque estaba de vacaciones en Acapulco con su familia y la familia de una niña monísima con la que empezaba a salir porque no era tan fresa como tú. Tu padre te felicitó a la hora de la comida y te recomendó: lee niña. ¡Cómo pierdes el tiempo! Deberías de leer a Hermann Hess... A tu mamá se le olvidó tu cumpleaños. Antonia tu hermana te llamó ya hasta la noche y lo primero que te preguntó fue que si te había llamado tu pretendiente. A tus demás hermanos también se les olvidó tu aniversario. Por todo esto hoy, estás medio tristona. No te gusta cumplir años ni acordarte de los cumpleaños pasados. Sin embargo, te dices con cierta filosofía que no siempre tiempos pasados fueron mejores. Hoy, no obstante tu renuencia a envejecer, en el fondo estás muy contenta y hasta entusiasmada, porque comerás con tus hijos y cenarás con tu marido en tu restaurante preferido Champs Elyseés. Como siempre pedirás 12 caracoles, una trucha meuniere y tu souflée au grand marnier. Seguramente, cursi como eres, al disfrutarlo, elevarás tu copa y dirás con una ligera sonrisa: As time goes by...