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"Reflexiones"

"Otra manera de ver el pasado y el futuro"

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18/08/2012 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    Los seres humanos tenemos muy claro que la vida se vive y se disfruta en tiempos, los que identificamos como el presente, el pasado y el futuro y donde cada uno de ellos tiene un significado muy especial para nuestro desarrollo personal y profesional.
    En algunas culturas como la Occidental, se nos inculca desde pequeños que debemos mirar hacia el futuro y que para ello, debemos desarrollar nuestros talentos y habilidades para poder construir el éxito deseado. Esta premisa está tan arraigada en nuestro pensamiento que miramos con buenos ojos a quienes han sabido sortear todas las dificultades de su vida y disfrutan de su propio éxito y en cambio, miramos con cierto desdén a quienes no supieron aprovechar sus talentos y capacidades y llegaron a la edad adulta con ciertas frustraciones. Incluso, esta situación está tan arraigada que en muchas ocasiones son los mismos protagonistas quienes argumentan respecto a las razones de su fracaso, el no haber sabido utilizar y desarrollar todo su potencial y de igual manera, pero de manera positiva, quienes disfrutan de sus propios logros.
    Bajo esta filosofía de vida, vivimos mirando hacia el futuro y lo hacemos con tanta intensidad, que nos olvidamos de lo que hicimos en el pasado viviendo nuestro presente, en el cual, suponemos sentar las bases de ese éxito deseado. No hay duda que el futuro se nos presenta incierto y lo más que podemos vislumbrar para nosotros mismos, es cuando nos queremos ver reflejados en el éxito de los demás aspirando a ser como ellos, personas exitosas en la vida. Creo que muy pocos pueden cuestionar este argumento de desarrollo personal y continuamos inculcándole a nuestros hijos y éstos a nuestros nietos, que deben prepararse hoy en el presente y que el futuro está en sus manos.
    En otras culturas se piensa muy diferente, pues lejos de vivir mirando hacia el horizonte del futuro que suponen se construye a diario, viven en su presente teniendo sus ojos fijos en el pasado, bajo la premisa de que el futuro lo construye cada persona todos los días, sin dejar de ver hacia lo que ya hizo y de lo que otros hicieron por él, es decir hacia su pasado, honrando a cada persona que ha aportado algo para su crecimiento y desarrollo personal, donde se encuentran padres, abuelos, amigos, maestros y todos aquellos con quienes ha mantenido una relación de compromiso afectivo y con una franca y sincera actitud de respeto y agradecimiento por todos ellos que han sido protagonistas de su propia vida. Vivir de esta manera en el presente, le da al ser humano el sentido de ir construyendo su futuro con menos incertidumbre y confiando en las fuerzas divinas del cosmos, que son, al fin y al cabo, las que dictan las reglas de la vida.
    Hay un cuento del famoso escritor Jorge Bucay que dice así: "En cierta ocasión, un Rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino, y volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa, en tanto que la Rosa lloraba por no ser fuerte y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, un Clavel floreciendo y más fresco que nunca. El Rey le preguntó -¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? La flor contestó: -Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste querías claveles. Si hubieras querido otro Roble, lo habrías plantado. En aquel momento me dije: -Intentaré ser Clavel de la mejor manera que pueda y heme aquí el más hermoso y bello Clavel de tu jardín". (Fin del cuento).
    Como moraleja podemos decir: Nos perdemos gran parte de la vida presente pretendiendo ser lo que no podemos por el simple hecho de que no aprendemos a ver nuestra propia esencia, es decir, nuestros talentos, habilidades, capacidades y destrezas y en muchas ocasiones, vivimos desdeñando el pasado y lamentándonos de lo que hicimos mal y de todo aquello que de poco nos ha servido, con la ilusión de que si pudiéramos, cambiaríamos mucho de lo que antes hicimos. Nos ocupamos tanto en el futuro que no disfrutamos el presente y por atavismos preferimos no ver el pasado; sin darnos cuenta que son precisamente los ojos del pasado los que están guiando nuestro presente. ¡No dejemos que la incertidumbre nos robe el futuro, no desdeñemos lo que hemos hecho en el pasado, seamos quienes debamos ser, nosotros mismos!


    JM Desde la Universidad de San Miguel
    udesmrector@gmail.com