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"Reflexiones"

"Por qué hoy en día nos cuesta tanto trabajo ser solidarios? Por la simple y sencilla razón de que en los tiempos actuales, los hombres están alejados de Dios y de lo que es justo"

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06/12/2008 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    Aprender a ser solidarios 


    ¿Cuántas veces sentimos sobre nuestras espaldas el peso de una tarea, y requerimos de ayuda? ¿Cuántas otras desconocemos la forma de hacer algo, y requerimos ayuda para aprender como hacerlo? O bien, cuantas veces hacemos cosas por los demás de manera incondicional por que ellos no pueden hacerlo?
    ¡Bueno!, creo que éstas son situaciones cotidianas que nos suceden con frecuencia, y muchas veces, por no decir casi siempre, hay alguien que nos ayuda a salir adelante, o bien, ayudamos a otros a que obtengan mejores resultados. ¡Eso es solidaridad!
    La solidaridad es un valor social que nos distingue como humanos y su origen está en el fenómeno sociológico del gregarismo, por la sencilla razón de que el hombre, desde la noche de los tiempos, no puede vivir solo, aislado, por el simple hecho de que requiere de la ayuda de los demás para su sobrevivencia.
    Éste fue el origen de los clanes y luego de las tribus, grupos humanos por lo general unidos por la misma raza, costumbres y creencias y que en la evolución de las mismas y en unión con otros grupos similares, conformaron lo que hoy llamamos civilización.
    Como podemos ver, la solidaridad nació como una necesidad social, para convertirse luego, ya en la etapa de la civilización, en una actitud natural del ser humano para con sus semejantes. Nace del ser humano y se dirige hacia el ser humano. La solidaridad siempre ha sido una exigencia de convivencia entre los hombres.
    Algunos autores relacionan a la solidaridad con la justicia, y argumentan que "por simple hecho de todos vivimos en una sociedad y porque todos necesitamos de todos, porque estamos juntos en este barco de la civilización; porque somos seres humanos, iguales en dignidad y derechos, por que los bienes de la tierra están destinados al bien común, al bien de todos y cada uno de los hombres, y los que, dada su buena fortuna, tienen más, están obligados a aportar más en favor de otras persona y de la sociedad en general".
    Esto nos hace pensar que la solidaridad muchas veces es confundida con actos de compasión o con actos de generosidad, sobre todo cuando en medio de estos, tenemos a la caridad como valor cristiano, el que nos invita a hacer el bien sin mirar a quién. No debemos confundirla, por el simple hecho de que la solidaridad es, en sentido estricto, un sentimiento que nace de lo más profundo del alma de quién la practica, y sobre todo, de manera incondicional. En este sentido, la solidaridad es mucho más cercana al amor, como sentimiento de bondad hacia nuestro prójimo.
    Pero es válida una pregunta: ¿Por qué hoy en día nos cuesta tanto trabajo ser solidarios? Por la simple y sencilla razón de que en los tiempos actuales, los hombres están alejados de Dios y de lo que es justo, por que cada quién cree que no le debe nada a nadie, por que buscan protegerse para que nadie les pida ayuda, o simplemente por que no confían en nadie, muchas veces ni en su propia sombra.
    La falta de espiritualidad ha sido la tumba de la solidaridad, por lo que debemos aprender a retomarla de nuevo.
    Hay una breve historia de autor desconocido, que dice que: "había una vez, en una granja, dos caballos que habían sobrevivido a un incendio de las caballerizas, solo que uno había quedado un poco cojo, y el otro totalmente ciego. Estos dos animales, sin ser de la misma madre, siempre estaban juntos, no se separaban y aunque algunas veces el caballo ciego se perdía, el caballo cojo lo buscaba hasta encontrarlo.
    Viendo esto, el granjero pensó que era bueno dejarlos libres por la pradera, y al caballo cojo le puso en el cuello una campana y cada vez que se movía, el caballo ciego lo seguía. De esta manera, siempre estaban juntos. El caballo cojo buscaba en la pradera los mejores pastos y agua, y el caballo ciego siempre podía comer bien, y muchas veces, andando en busca de comida, el caballo ciego se retrasaba, y el caballo cojo detenía su paso y lo esperaba moviendo la cabeza para hacer sonar la campana. Lo dos aprendieron a sobrevivir ayudándose mutuamente. ¡Un verdadero acto de solidaridad entre caballos!" (Fin de la historia).
    Podemos ver que la solidaridad es un acto que se replica en el reino animal, y muchas veces de mejor manera que como la practicamos los humanos que actuamos por conveniencias y por que esperamos, casi siempre recibir algo a cambio.
    A pesar de lo que se diga, la solidaridad es un acto de amor y de justicia, porque nos regimos por los mismos principios y porque todos necesitamos de todos. Jesús, antes del calvario lo dijo: "Amaos los unos a los otros, como yo los he amado."¡Así que empecemos a aprender a ser solidarios! JM Desde la Universidad de San Miguel.
    udesmrector@gmail.com