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"Carlos Monsiváis. El poder del dinero es el dinero"

"¿Por qué la entrega mística a los gastos de campaña como sinónimo de éxito?,"

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24/07/2005 00:00

    SUGEY ESTRADA / JESÚS LÓPEZ / HUGO GÓMEZ

    ¿Por qué la entrega mística a los gastos de campaña como sinónimo de éxito?, ¿Por qué la Subsecretaría de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación no ha registrado a la Iglesia más avasalladora, la del Derroche Publicitario como Suprema Garantía Electoral? Ignoro las respuestas justas, pero sé ya inútil el credo antiguo: "Nomás por sus fotos los conoceréis", que todo lo depositaba en la reproducción inerte de las efigies en compañía del logo que las amparaba ("no te fijes en las caras, corrobora que es del PRI"). Hoy, lo que rige las conciencias (llamémoslas de algún modo) es la necesidad de igualar el gasto con la apetencia de mando. No se gana sin los gastos inmensos de campaña y sin el compromiso de su pronta recuperación. La confianza casi teológica en la mercadotecnia electoral invade todos los partidos, aunque en medidas distintas. Véase al inefable panista histórico Santiago Creel (por histórico en cualquier caso sólo entiéndase la seguridad de que el aludido cree hacer historia); él presenta sus argumentos como rompecabezas cuya organización le toca al lector o espectador, y cuyo código secreto permanece, inviolado, en su cerebro: "Mi preferencia (dentro del PAN) tiene que ver con mi preferencia afuera, eso no lo podemos dejar" (preferencia por quién o de quién? "Ya los políticos no son corteses con la gana de entender de su público). El panismo está viendo en mí a alguien que puede competir en la elección constitucional y que puede ganar". (Qué bueno que no compite en las elecciones anticonstitucionales, porque a lo mejor sí gana). Acto seguido, Creel defiende EL UNIVERSAL, 18 de julio de 2005 el que su partido fije topes de gastos de precampaña en 75 millones de pesos. Tengo que mantener la preferencia afuera, y eso me cuesta, y mucho, porque es una preferencia nacional y tengo que bañar al país para poder decir: "¡Aquí estoy y voy a ganar! Y es la manera como lo quiero hacer". Y continúa impertérrito (como se decía antes) en su alabanza de la dilapidación como baño primordial. Así que mantener "la preferencia afuera" cuesta, y mucho. En cambio, qué baratos son los de casa, como precisa el ex Secretario: "Si la lógica de la contienda fuera sólo hacia el interior del panismo, bastarían 5 millones de pesos para gastos de precampaña. No es el caso. ¿Cómo me defiendo de los cañonazos de los Tucom, de los de Roberto Madrazo, de los de López Obrador?" A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir: "Se defenderá usted, mi buen, con cañonazos de doctrina, de ideología, trayectoria, programa y amor a México (a discreción)". A nadie le pasaría por la cabeza el disparate de la austeridad porque en medio de nosotros, la mercadotecnia es un dios. Más bien, se buscaría encerrar en una granja siquiátrica al que propusiese una transparencia mexicana de las ideas. Éstas pueden ser turbias o, más bien, no ser, y eso da igual. Nada más con ideas las elecciones se pierden, y sin ideas, como ahora, las elecciones bien pueden ganarse. Esto se ha dicho hasta el hartazgo, pero hace falta convertir la documentación disponible en causa política primordial. En especial, el PRD protesta por la situación pero es incongruente al seguir creyendo en la magia del dispendio mercadotécnico. Un pobre partido político, según el dogma de 2005, es un partido que apenas tiene para derrochar. A este respecto, el 17 de julio pasado, en el acto del Proyecto Alternativo de Nación de López Obrador, la escritora Elena Poniatowska dio cifras que podrían configurar un tratado del desperdicio: la televisión mexicana recibe 5.7 millones de pesos diarios de publicidad política. Jorge Castañeda ha invertido en la precampaña para su precandidatura 19 millones de pesos; el gobernador del Edomex, Arturo Montiel, le regaló al viento (o a cualquier vacío conceptual o físico) 300 millones de pesos que si no la mejoraron tampoco la hicieron visible o audible, por lo cual la nación, si es agradecida, debe considerar bien empleado ese gastazo; y, lasta but never least, desde el 15 de abril, Santiago Creel ha esfumado 130 millones de pesos. ¡130 millones de pesos! El dinero pierde su honesto nombre y se vuelve la cortina de humo que cubre al humo tras la cortina. En los últimos 6 días, consigna Elena Poniatowska, Creel ha volatilizado 22 millones, 31 mil 477 pesos. ¿Qué se fizo el rey Don Juan? El derroche no sirve para nada, pero sin el derroche ningún candidato se siente Alguien. De todas las señales negativas de 2006 (más que un año un presagio ominoso), la más nefanda es la candidez que le atribuye el éxito a la reproducción infinita de un rostro y los lemas bobalicones que lo ciñen como títulos nobiliarios: "Para dignificar la política. Al fin un mexicano en el que puedes creer. La candidata es un amor y la ciudad que quiere gobernar ni se diga. La lucidez y la simpatía son sus virtudes secundarias. Vota por él para que reluzcan las principales. Talento, belleza y juventud. Si lo quieres envuelto para regalo, apóyalo. Para que no sólo llores de rabia y decepción, concédele tu voto" ¿Se justifican 12 mil millones de pesos de presupuesto electoral para promover la reingeniería facial de esta galería de iluminados? Nadie responde positivamente la pregunta, pero la Cámara de Diputados no acusa recibo. ¿Se puede ganar sin la televisión? Siempre se responde que no. ¿Se puede ganar sólo con la televisión? La repuesta es igualmente negativa, porque ni el más audaz y vibrante de los videoclips hace surgir lo que no anda por allí: el talento, la brillantez, el conocimiento del país y de las condiciones de la globalidad, el interés genuino por la justicia social, etcétera. ¿Requieren los candidatos las características anteriores? Por lo visto, y por lo padecido de nuevo la contestación es no. Entonces, ¿en qué consiste la vida política? En la interacción entre mercadólogos, agencias de publicidad y departamentos de comunicación social (y cheques aledaños) de los partidos. Si se toma el ejemplo del Edomex, la política es el desenfreno económico que le impide a los de menos recursos aspirar al poder. Pero, también, si el Edomex es el modelo de 2006, el porvenir le pertenece, y por antonomasia, a las siguientes profesiones: cirujano plástico, remodelador de perspectivas capilares (peinadores), habilitador de la presencia republicana (modistos y asesores de armonías cromáticas en la elección de trajes, camisas y corbatas), teóricos de la brevedad cínica (publicistas que se atreven a fórmulas inusitadas. "¡Tú puedes!"), y así sucesivamente. Y era nuestra herencia una red de contratos con empresas mercadotécnicas. Escritor