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"Ni tanto..."

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08/05/2009 00:00

    Blanca Rosa Hernández

    que queme al santo, ni tanto que no le alumbre, dice la versión popular del justo medio aristotélico, que me parece que ilustra con claridad el dilema que han enfrentado las autoridades en México en estas dos semanas: cómo reducir al máximo el riesgo sanitario dañando al mínimo la economía.
    Tomar decisiones no es cosa sencilla. Quienes hemos tenido la oportunidad de ocupar puestos de dirección sabemos cuán difícil es conseguir colaboradores que tomen decisiones, y cuán fácil es obtener consejos no pedidos, de quien no arriesga nada.
    Decidir implica perder todas las opciones no elegidas, y hacerlo sin tener toda la información al respecto.
    Al final varias de esas opciones pueden resultar mejores que la que se eligió, y hay que apechugar con el costo.
    Me parece que las decisiones que tomaron las autoridades en México han sido buenas, evaluando como debe ser, es decir, dada la información con que contaban al momento de hacerlo. Hace dos semanas, se enfrentaba un virus desconocido, con un número de contagios y de muertes muy elevado para la fecha.
    De manera abrupta, se decide cerrar las escuelas en el centro del país, en donde se concentraba el contagio.
    En los siguientes días, se confirma el origen del virus, se ven buenos resultados de los antivirales, pero el número de posibles contagios y muertes crece muy rápido, de forma que la suspensión de clases se amplía a todo el país, y en el DF se reduce significativamente la actividad económica.
    Esta segunda ronda de decisiones, me parece, es de menor calidad que la primera.
    Posiblemente por el cansancio y la tensión, posiblemente ya por cálculo político, pero para el miércoles 29 de abril había más señales positivas que negativas.
    Fue un exceso el cierre de restaurantes en el DF, como fue un exceso cerrar todas las actividades "no esenciales" durante el puente.
    Un exceso en tanto que la afluencia a los restaurantes ya era baja, y pudo haberse administrado, y porque el puente de cualquier manera lo íbamos a tomar los mexicanos, sin necesidad de convertirlo en una especie de retiro forzado.
    Pero no fueron errores graves, dada la información y la urgencia del tema.
    Es un caso diferente el del gobernador del estado de México, el gran damnificado político de la emergencia sanitaria.
    Cualquier aspiración presidencial que tuviese ya no tiene sustento.
    La desaparición pública del gobernador en una situación como la vivida sólo puede responder a pusilanimidad o a mezquindad: o no supo qué hacer o no quiso hacerlo, pues.
    No creo que esto vaya a reducir el reconocimiento o la popularidad del gobernador, que finalmente deriva de un esfuerzo millonario de propaganda, que, por cierto, ningún medio de comunicación ha investigado, pero convierte al gobernador en un candidato imposible.
    Mostró una falta de visión política imperdonable en alguien que quiere gobernar una nación entera.
    Pero eso lo veremos con el tiempo, y es finalmente un asunto de personas, no estructural.
    A fin de cuentas, el PRI tiene un buen grupo de políticos capaces de competir seriamente por la Presidencia.
    Más importante, me parece, es aprovechar lo que ha ocurrido para analizar las fallas en materia de información que habrían provocado que las decisiones fuesen menos buenas de lo posible. En los primeros días, no podíamos comprobar los casos potenciales de enfermedad por falta de tecnología, pero también hubo una inflación de casos producto de fallas de coordinación entre los sistemas de salud federal y estatales.
    Con base en esto, ha habido una nueva ola de peticiones para dedicarle más dinero a la investigación y una menor insistencia en los problemas de coordinación, a mi juicio mucho más relevantes. Regreso a un tema que ya he comentado con usted: el elevado costo de un sistema federal muy mal hecho, en el que los gobernadores no son responsables de nada, pero ejercen una cantidad muy considerable del presupuesto.
    No cobran impuestos, pero los gastan, y no son capaces ni de proveer seguridad ni salud. Peor caso el de educación, pero ahí la culpa no es sólo de ellos, es sobre todo de la Federación.
    Estos no son problemas de dinero, al menos no de manera principal.
    La capacidad de investigación en México no depende tanto del dinero como de un cambio cultural profundo.
    Aunque tuviéramos fondos para dedicar a la investigación, no hay material humano para ello.
    Nuestros jóvenes no siguen carreras de investigación, en parte porque quedan incapacitados para ello desde la secundaria. Apenas 0.3 por ciento de nuestros jóvenes alcanza los niveles de excelencia necesarios para seguir el camino que lleva, 20 años después, a la investigación de clase mundial. Nuestro sistema educativo destruye capital humano.
    Hay muchas cosas que hacer en México, cada nuevo evento sólo nos lo recuerda.
    Lo que no se ve es la intención seria de empezar a hacerlas, porque todos, de una u otra forma, estamos envueltos en la permanente simulación de este corrupto sistema de privilegios. No nada más los políticos

    www.macario.com.mx
    *Profesor de Humanidades del ITESM-CCM