"Residenciales Otoño"

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04/05/2013 00:00

    Se defiende titular de la Sedena en caso Tlatlaya

    Ya han transcurrido casi ocho años que Heriberto Kuroda nos invitó a un pequeño grupo de empresarios y profesionistas a constituir una institución con un propósito más noble que ambicioso, ya que se trataba de construir un local adecuado para retiro de ancianos, pero no como la mayoría que conocemos en casas improvisadas adecuándolas para el propósito de hacerles los últimos años de vida menos pesada para ellos y sus familias.
    Tres años después nos convocaron a la inauguración del magnífico local que más que casa de retiro parecía un Hotel de 5 Estrellas, de dos pisos, estacionamiento, lobby, salón de reuniones con pantalla para ver películas, alberca, comedor, biblioteca, capilla y 30 habitaciones con aire acondicionado y televisión. En tan agradable espacio pensamos que había que nombrarlo sin sustantivos como asilo de ancianos, o casa de retiro y encontramos un justo eufemismo: "Residenciales Otoño".
    Lo antes dicho es necesario para la calidad de vida y está a la vista, pero lo más valioso, no como mero complemento sino que tiene un gran valor en sí mismo, es el trato profesional, familiar que sólo se logra con vocación de servicio y de sacrificio que lo tiene el personal comenzando por la directora Ofelia Díaz, que lo tiene todo para servir, alegrar, darle sentido a las horas, días y años que sean de disfrute, no un triste adiós, sino de gratitud a Dios por todo lo que les dio hasta el fin de sus vidas.
    Desde aquella fecha tan sorpresiva como agradable empecé a interesarme más en mi salud pues coincidió que resulté hipertenso y me tuve que retirar de mi deporte favorito, el futbol soccer, poco antes me habían operado de cáncer en la próstata, así fue que comencé a leer todo lo que recibía por correo electrónico sobre la tercera edad, luego con la muerte de mi querido hijo Marco Iván me empezaron algunos trastornos hasta que me alcanzó el factor genético de la diabetes y más me interesé en la Geriatría y el abismo generacional entre nosotros y la mayoría de los jóvenes que idolatran la tecnología, la ropa de marca y los antros.
    Será por todo esto que veo al paso de los años, los jóvenes se alejan de nosotros y nos ven distantes al sentirse como suele decirse los dueños del balón, la cancha y actúan como los árbitros. Hay quien opina que ya no habrá lucha de clases entre izquierda y derecha sino entre jóvenes y viejos.
    Por lo visto hasta ahora los jóvenes no se han percatado que los viejos conforme pasan los años van teniendo una mejor calidad de vida y más larga, gracias a los adelantos en investigación como la del genoma humano, el conocimiento generalizado por la avanzadísima tecnología de la comunicación y ese conocimiento ayuda a el cuidado de cada anciano por sí mismo, pues ya sabemos lo que nos hace daño o nos ayuda a estar bien. De tal manera que en los países desarrollados les están abriendo las puertas de empresas e instituciones para que sigan trabajando. Quizá por todo esto México frenó y redujo su acelerado crecimiento poblacional y dejó de ser un país eminentemente joven para iniciar su tránsito hacia el envejecimiento.
    Sin duda alguna, la posibilidad de prolongar la existencia representa un logro individual y colectivo. El incremento en la esperanza de vida de la población es el producto directo tanto de acciones públicas en materia de salud y desarrollo, como de la interiorización de conocimiento y prácticas que derivan en una mayor valoración de la salud y en el auto-cuidado de la misma.
    No obstante, México, como otros países en fases similares de la transición demográfica, se enfrenta ahora al desafío de traducir el incremento en la esperanza de vida de la población en la experiencia de más años vividos con calidad. De manera simultánea, se presenta el reto de generar las condiciones necesarias para el aprovechamiento del dividendo demográfico, proceso implícito en el tránsito hacia el envejecimiento poblacional.
    Por lo anterior, resulta fundamental contar con las condiciones para enfrentar las demandas sociales propias del cambio en los ancianos, particularmente en el renglón que a nosotros corresponde, y que lo consideramos fundamental: La atención a la salud, el cuidado y apoyo en las actividades de la vida diaria.
    La vejez es una de las etapas en las que el ser humano por su condición de dependencia, requiere de mayor atención y cuidado a sus necesidades básicas; sin embargo, a cinco años del inicio de operaciones de Residenciales Otoño, se ha logrado establecer un sistema de trabajo y una mística de servicio que nos permite asegurar la calidad en la atención que se otorga.
    Amables lectores ayúdenos a ayudar a los viejitos a ser felices hasta el final.


    jrinber@gmail.com