"Roberto Madrazo no suscita la adhesión ni el consenso de todos los priistas; y si él gana la candidatura a la Presidencia, muchos seguidores del tricolor (30 por ciento, según la encuesta) no votarán a su favor."
NOROESTE / REDACCIÓN / SHEILA ARIAS
El principal perjudicado por el desenlace del proceso de desafuero ha sido, sin duda, Roberto Madrazo. Según la encuesta que Reforma publicó el lunes, las intenciones de voto favorables a Roberto Madrazo entre los seguidores del PRI pasaron del 35 por ciento en abril a 29 por ciento en mayo. Una caída de 6 puntos en un mes es una mala noticia para cualquiera, pero en el caso del presidente del PRI resulta punto menos que catastrófica. Porque además, Enrique Jackson registra en ese mismo periodo un incremento de 3 por ciento en las intenciones de voto (16 por ciento en abril y 19 por ciento en mayo) que lo sitúa a sólo 10 puntos de Roberto Madrazo. La caída de Madrazo se explica por la forma en que manejó el proceso del desafuero. En el interior del PRI no había consenso. Frente a quienes exigían la aplicación de la ley a secas se erigían los que consideraban que era un error inhabilitar al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Las razones de unos y otros eran atendibles, pero no había posibilidad de acuerdo. Por eso nadie se atrevía a pronosticar cómo votaría la fracción priista en la Cámara de Diputados. Lo único seguro es que habría un voto dividido. Para definir su postura, Madrazo acuñó la fórmula: "a López hay que derrotarlo en las urnas, no en los tribunales". El mensaje implícito y explicito del presidente del PRI parecía claro: él no era favorable al desafuero y se comprometía a dejar que cada Diputado votara de acuerdo a su conciencia. Pero como ha ocurrido en otras ocasiones, el presidente del PRI dio un giro de 180 grados en los días previos al Juicio de Procedencia y presionó a todos y cada uno de los diputados para que votaran a favor del desafuero. Por eso, contra todo pronóstico, la bancada votó en forma unificada; sólo 10 priistas se pronunciaron en contra. Se hizo claro entonces que Roberto Madrazo había tendido una cortina de humo para ganar tiempo, confundir y ocultar sus verdaderas intenciones. Hasta ahí las cosas iban relativamente bien. Aunque era evidente que el presidente del PRI había simulado y engañado, nadie ponía atención en ese hecho. Todo el mundo estaba concentrado en la respuesta de López Obrador y en las movilizaciones que estaba emprendiendo "para defender sus derechos políticos". Madrazo parecía, pues, haber dado el salto mortal sin sufrir un descalabro. El PRI se había aliado con el PAN y con el Gobierno de la República, pero el costo de su decisión resultaba menor. La gente no identificaba a los priistas ni a su líder nacional como los principales responsables del desafuero. En la representación popular esa responsabilidad recaía en la Procuraduría General de la República, en el Poder Judicial y en la fracción panista de la Cámara de Diputados. Pero el gusto se terminó muy pronto. Cuando el Presidente Fox reculó y entregó como tributo la cabeza del Procurador General de la República, el fracaso se hizo más que evidente. La victoria, ya se sabe, tiene mil padres, pero la derrota sólo admite un responsable. Y la inconformidad cundió. Los adversarios más suaves lo acusaron de haber embarcado al priismo en una aventura loca; los más duros lo tacharon de ingenuo por haber confiado ciega y estúpidamente en el Presidente Fox. Las cuentas llegaron de todas partes. Había, además, muchas facturas pendientes. Por eso no tuvo nada de extraño que el grupo de Unidad Democrática insistiera en que el único que debía dar la cara era él. Así es como se explica la caída de 6 puntos en un lapso de 30 días. Los priistas están molestos y no son pocos los que le perdieron la confianza. Pero además, hay que subrayar que los problemas de Roberto Madrazo vienen desde antes. La encuesta citada muestra cómo, en un hipotético duelo con el Gobernador del Estado de México, el presidente del PRI ha ido sistemáticamente a la baja: en febrero, Madrazo tenía 55 por ciento de intenciones de voto contra 36 por ciento de Arturo Montiel. En abril, Madrazo había caído al 50 por ciento y Montiel subió al 38 por ciento y en ésta de mayo se encuentran ya prácticamente empatados: 47 por ciento para Madrazo contra 43 por ciento a favor de Montiel. Este dato, que bien podría convertirse en el escenario, si Montiel es electo como representante del grupo Unidad Democrática, confirma que la elección del candidato del PRI a la Presidencia de la República será muy reñida y que el desenlace de la misma está abierto. Roberto Madrazo lleva por ahora la ventaja pero nada está decidido. Otra forma de presentar estos datos consiste en sumar las intenciones de voto por cada uno de los integrantes del grupo Unidad Democrática: 19 por ciento de Jackson, más 15 por ciento de Montiel, más 9 por ciento de Miguel Alemán, más 7 por ciento de Enrique Martínez, más 5 por ciento de Tomás Yarrington, más 3 por ciento de Manuel Ángel Núñez, que arrojan un total de 58 por ciento, muy superior al 29 por ciento que registra Roberto Madrazo. Sin embargo, el segundo método no permite obtener conclusiones definitivas ya que puede ser fácilmente objetado. De entrada nadie tiene certeza de que los simpatizantes de Arturo Montiel seguirán incondicionalmente a Jackson o a la inversa; bien podría suceder que muchos de ellos se jalaran a favor del candidato único de Unidad Democrática y otros se alinearan con Madrazo. Pero aún haciendo esas consideraciones, resulta obvio que la contienda será reñida y que por el momento nada está decidido. El resultado de la misma dependerá de lo que ocurra en las próximas semanas y meses. A futuro, los momentos cruciales serán tres: uno, que el grupo Unidad Democrática fije un procedimiento para elegir a su candidato; dos, que una vez electo los tucomes logren conservar su unidad y cierren filas en torno a quien haya sido designado; tres, que cada uno de los integrantes logre convencer a sus seguidores y simpatizantes de que hay que ir unidos para derrotar a Roberto Madrazo. Si esas tres condiciones se cumplen, el presidente nacional del PRI se enfrentará a una situación extremadamente complicada. Porque si efectivamente se conserva la cohesión y se logra jalar a los militantes y simpatizantes en torno al candidato de Unidad Democrática, los números alegres que hacen hoy (58 por ciento vs 29 por ciento) los adversarios de Roberto Madrazo podrían convertirse mañana en una realidad si no exacta, sí aproximada. En esa misma perspectiva hay otro factor a considerar: la reaparición de Elba Esther Gordillo en la escena política nacional. Su enemistad con su antiguo aliado tiene razones fundadas. Las ganas y la intención de cobrarle las facturas pendientes no le deben faltar. Pero además, se encuentra en una posición privilegiada toda vez que por los estatutos le corresponde a ella asumir la presidencia nacional del PRI una vez que se produzca la renuncia de Madrazo para hacer campaña por la candidatura a la Presidencia de la República. Una última consideración, la fuerza de Madrazo en el interior del PRI deriva de que controla la mayoría de los organismos de dirección, desde los consejos estatales hasta el Consejo Político Nacional, y de que se ha presentado como el mejor hombre para enfrentarse a López Obrador y al candidato de Acción Nacional. La tesis es que él es el más conocido y el que mayores intenciones de voto registra. Sin embargo, la encuesta de Reforma contiene datos que van en su contra: sólo el 62 por ciento de los priistas respondió que votaría por él si fuera candidato a la Presidencia de la República; el resto se dividió entre López Obrador (20 por ciento), Santiago Creel (5 por ciento) y los otros candidatos (5 por ciento para Castañeda, González Torres y De la Garza). Entre los electores independientes (sin filiación partidaria) AMLO tiene una intención de voto del 39 por ciento, Creel del 14 por ciento y Madrazo de apenas el 8 por ciento. Los números anteriores significan una sola cosa: Roberto Madrazo no suscita la adhesión ni el consenso de todos los priistas. Si él gana la candidatura, muchos priistas (30 por ciento, según la encuesta) no votarán a su favor. Pero más grave aún, el poder de atracción que tiene sobre el electorado flotante, el que no se identifica con algún partido, es extremadamente bajo. Y todo el mundo sabe que en las condiciones actuales son esos y no otros los electores que definen el sentido de una elección. No hay, pues, ninguna evidencia de que Madrazo sea el mejor hombre que tiene el PRI para la campaña presidencial. LOS NÚMEROS La suma de las intenciones de voto por el grupo Unidad Democrática arroja un total de 58 por ciento, muy superior a los 29 puntos que registra Madrazo. Enrique Jackson 19 por ciento Arturo Montiel 15 por ciento Miguel Alemán 9 por ciento Enrique Martínez 7 por ciento Tomás Yarrington 5 por ciento Manuel Ángel Núñez 3 por ciento