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"Reflexiones"

"Sal y azúcar, dos condimentos del alma"

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21/02/2015 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    'La dulzura es una cualidad propia de las personas llenas de bondad y paz espiritual'
    JM
    Con frecuencia escuchamos que la salud física del ser humano, es el resultado de mantener una adecuada salud emocional y espiritual en todas las actividades de la vida. Todo parece indicar que es una verdad de Perogrullo, pues las personas equilibradas en sus emociones, y que reflejan paz interior y tranquilidad emocional, mantienen una mejor salud física que aquellas que dejan salir libremente sus emociones como la ira, el temor, el rencor y el odio hacia sus semejantes, ya que se mantienen atados y esclavizados al dolor sin saber cómo salir de estos estados anímicos que le laceran y enferman el alma.
    Así como el ser humano requiere equilibrio en sus emociones, así también orgánicamente, el cuerpo humano requiere de ciertas dosis de alcalinidad con el fin de equilibrar el funcionamiento del mismo, ya que cuando las células reciben en exceso dosis de azúcar se generan reacciones que ponen en riesgo la salud de las células. En efecto, según expertos en ciencias de la salud, el azúcar, es el alimento preferido de un tipo de hongos que viven en el organismo y que ayudan en los procesos metabólicos, es el caso del llamado "Cándida Albicans", que al procesar el azúcar, genera un efecto devastador sobre la flora intestinal, pues se destruyen las células sanas y acidifica el organismo con los subproductos tóxicos que dicho proceso genera.
    Luego entonces, tanto el cuerpo físico como el emocional y el espiritual, requieren de un equilibrio edificante, es razón por la cual, el ser humano para ser genuino y auténtico y vivir conforme a las leyes divinas, debe tener en su cuerpo, en su alma y su corazón, las dosis precisas de los ingredientes que le dan vitalidad y felicidad, una chispita de sal para percibir el sabor de la vida y unos granitos de azúcar que le den el toque justo de dulzura. ¡Así se convertirá en un ser espiritualmente completo! La dulzura es una cualidad propia de las personas llenas de bondad y paz espiritual.
    Al respecto y en el mismo orden de ideas, quiero comentar que el día de ayer, en una de esas gratas charlas de desayuno con entrañables e ínclitos amigos, como diría Juan de Dios Palazuelos, él nos comentó que en cierta ocasión, siendo niño, vio a su mamá preparar la avena que acostumbraba darles en el desayuno, y que le extrañó como después de que le puso el azúcar y batirlo un poco, le añadió una pizca de sal como condimento, por lo que sin dudarlo le preguntó: --Mamá, ¿Por qué le pones sal después del azúcar? Y su mamá, con un gesto de amor y dulzura en su voz le dijo: --¡Ah, hijo, es para que se fije mejor el sabor dulce del azúcar! En efecto, todo es cuestión de equilibrio, la sal sirve para que el azúcar fije, y resalte el sabor dulzón sin empalagar, e igual sucede cuando se elabora una receta salada, en algunas ocasiones hay que agregar una pizca de azúcar para que la sal se fije en los alimentos. Todo es cuestión de equilibrio.
    No hay duda, fue la respuesta de una madre que sabía cómo mantener, con sabiduría, el equilibrio de la vida, sabiduría que se ha venido perdiendo por el simple hecho de que la sociedad actual vive en la inmediatez y la comodidad, sin detenerse a pensar en lo importante por atender lo que se considera urgente.
    En efecto, hoy en día los seres humanos sufrimos un problema de fondo, y es que predominan en nuestras actitudes una serie de egos perversos que nos hacen la vida imposible, por un lado el deseo de poseer cosas y bienes materiales a cualquier precio, y por otro lado el egocentrismo y la inmadurez en cada una de las acciones de su vida y de manera generalizada la corrupción y la impunidad en todos los órdenes de la vida. En una palabra, se ha perdido el norte de tal forma que la sociedad actual no parece saber muy bien lo que está haciendo ni hacia dónde va, por un lado, no vive en el justo equilibrio entre la trilogía cuerpo, alma y espíritu y por el otro, no entiende el milagro de cada día en su propio organismo que trabaja de manera sistemática y ordenada, en una palabra, con disciplina interior.
    JM Desde la Universidad de San Miguel
    udesmrector@gmail.com