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"Falsocracia"

"Sargy Mann"

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30/03/2012 00:00

    El señor Sargy tiene una forma particular de ver las cosas. Se tira de rodillas al suelo, extiende las manos hacia el objeto, y lo mira como ha aprendido a hacerlo desde que, hace más de tres décadas, empezó a perder la visión: lo mira sin ver.
    Después, con paciencia de panadero, se acerca a un lienzo, lo mide con muescas y nudos en su bastón blanco, y comienza a pintar. Es, como dice su biografía, "probablemente el mejor pintor ciego de Peckham".
    Heredero del impresionismo, tuvo la fortuna de aprender que los ojos son una forma engañosa de conocer la realidad. Su pintura es otra forma, porque conduce a suponer que lo que retrata, un mirador al Mediterráneo, el vaso de jugo de naranjas valencianas en un restaurante, la forma en que una mujer baja la escalera, la opaca escarcha de un atardecer en el mar, representan la forma en que él mira las cosas.
    Lejos de eso, el pintor sabe que la realidad de sus ojos no puede, y no debe ser imitada. Lo que pone en sus cuadros es la turgencia que está detrás de la vista, su necesidad de que el observador, posado frente a un cuadro que su autor no conocerá nunca realmente, entienda la necesidad de pintar.
    Sobre miradas, su hijo Peter Mann es productor de cine. Hicieron juntos el último viaje de sus ojos, a España, cuando apoyado con una mirilla telescópica el pintor se asomaba al mundo por una pequeña rendija.
    Se requiere de una fuerza interior inmensa para enfrentarse así a la oscuridad. Este hombre no buscó por última vez lo mejor que había contemplado, ni se resignó a buscar, en las últimas semanas de la desaparición de la luz, nuevos mecanismos de supervivencia.
    En lugar de eso se apuró hacia el paisaje nuevo para seguir pintando, el último, a pesar de que lo haría a tientas y de rodillas, sin conocer jamás el color elegido o la mezcla de la paleta, de no ser por la posibilidad del recuerdo, que ya lleva 35 años angostándose.
    La ceguera progresiva de Sargy Mann tuvo una belleza singular. Al igual que Monet, quien no vivió para perder la vista por completo, padeció una forma de cataratas que fue obstruyendo la percepción del espectro cromático, una enfermedad que pinta el mundo lentamente de azul.
    Monet y Mann reprodujeron en sus obras este cambio de tonalidades, pero el último, al quedar completamente ciego, recuperó la totalidad de su paleta de colores. Es como el célebre escritor ciego, Jorge Luis Borges, quien en sus últimos años tuvo que volver a escribir sonetos construyéndolos de memoria.
    Sí, el señor Sargy tiene una forma particular de mirar las cosas. Las mira con el pasado remoto, con una absoluta nostalgia, desde el umbral de la noche y de la muerte. Y pinta. Pinta sin ver.

    jevalades@gmail.com