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"Acuerdos de Basilea"

"Se llama grupo de los diez, G10, a los países más industrializados pero como en realidad reúne a 12 y a veces a 20, entonces de le llama, claro, G12 ó G20."

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30/07/2009 00:00

    Plaza pública

    Se llama grupo de los diez, G10, a los países más industrializados pero como en realidad reúne a 12 y a veces a 20, entonces de le llama, claro, G12 ó G20.
    G12 creó en la ciudad de Basilea, un comité integrado por los gobernadores de los bancos centrales o de los supervisores nacionales, en su caso, con el fin de uniformar los criterios que se utilizan en la supervisión de las instituciones financieras.
    El Comité de Basilea se ha ocupado de tres tipos de riesgo al que están expuestos los bancos:
    El riesgo de mercado asociado a las fluctuaciones en el precio de los activos. O sea que estudiando la calidad de los activos de los bancos, esto es principalmente los de su cartera, se puede estimar qué riesgo corren de que dicha cartera baje de valor en el mercado.
    El riesgo de crédito asociado a la incertidumbre en el pago de obligaciones de los deudores porque cambie la situación de los deudores afectando su calidad lo que provocaría un retraso de pagos.
    El riesgo operativo asociado a la posibilidad de error humano, fallas tecnológicas, fraudes y desastres naturales.
    Este riesgo se mide por la manera que el banco está protegido contra pérdidas por fraude interno o externo, prácticas internas o de los clientes, daño a los activos físicos, fallas en los sistemas o en la administración de los procesos bancarios, procesos internos ineficientes, por fallas humanas o tecnológicas o por acontecimientos externos.
    Aunque el riesgo operativo puede resolverse cubriéndolo con seguros, esto implica la supervisión que la aseguradora habría de ejercer sobre el banco.
    Dejemos a Basilea por un momento para recordar que cuando en México había una estrecha vigilancia de la Comisión Nacional Bancaria, los bancos tenían que cumplir un requerimiento de capital respecto a sus pasivos, o sean los depósitos de su clientela.
    Esta relación era capital sobre pasivos igual o menor a 1 sobre 12.5. Los controladores del mundo financiero, después, determinaron que era mejor establecer la relación entre capital y activos.
    O sea entre la aportación de los socios por capital, la mayor parte invertida en instalaciones y equipo, sobre los préstamos otorgados con el dinero de sus depositantes, cuyos pagarés son los activos del Banco. Se aceptaba una relación aproximada también de 1 a 12.5.
    Supongamos que un banco renta instalaciones y equipo luego no tiene este tipo de activos y su capital está en efectivo y lo puede prestar.
    El banco recibe depósitos de sus clientes. Algunos depósitos son relativamente volátiles, como las cuentas de cheques, por los que o no paga o paga pocos intereses.
    Otros son más estables, como cuentas de ahorro y depósitos a plazo, por los que paga intereses, dado que su volatilidad es más baja y sus vencimientos se conocen. El banco, además de los intereses que pagará, tiene gastos de rentas y personal, luego tiene que ganar intereses prestando el monto de su capital y los depósitos de los clientes.
    Se supone que el banco prestará considerando la volatilidad de los depósitos. De acuerdo a Basilea tendrá que obedecer la relación capital sobre activos de 1 a 12.5. Esto es si recibe más depósitos que la relación dicha y los presta al aumentar sus activos tendría que aumentar su capital o sea la aportación de sus socios.
    Bien, para superar estas limitantes se creo la llamada contabilidad creativa, que desde luego es, aparte de eufemismo, ilegal si se obliga a responsabilidades contingentes.
    ¿Qué pasa si el banco vende su cartera? O sea que vende los pagarés que le firmaron sus deudores.
    Teóricamente ahora tendría el dinero en caja luego no habría cambiado la relación capital sobre activos.
    Ahora vuelve a prestar el dinero. Nuevamente cambian sus activos de caja a los pagarés de sus nuevos deudores pero la relación capital a activos sigue igual.
    Si el banco repite esta operación varias veces nunca sobrepasará dicha relación excepto que hubiese pactado responsabilidad en caso de falta de pago de los deudores.
    Tal responsabilidad por ser aleatoria la puede esconder en Cuentas de orden o algún otro cajón de su contabilidad.
    Supongamos que prestó al 4 por ciento y que en la venta pagará el 2 por ciento, recibirá solamente el 2 por ciento pero lo recibirá tantas veces como recicle sus activos. Si gana este diferencial de réditos en cada venta de activos estará haciendo el gran negocio mientras todos los deudores paguen y no haya firmado obligaciones en caso de falta de pago de los deudores.
    Ahora bien, siempre habrá un porcentaje de créditos que no se pagan. Mientras la situación económica es estable, con alto empleo y baja inflación, el porcentaje de no pago es muy bajo y habrá grandes utilidades para todos los participantes en este jolgorio financiero.
    Pero aparecen aves de mal agüero que echan a perder todo. Recientemente el alza de energéticos propició mayor gasto en combustibles, mayor gasto doméstico en energía, mayor costo de la comida luego menor recurso disponible para otras compras, luego menos empleo y finalmente retraso en el pago a los bancos.
    El porcentaje de créditos morosos subió y se acaba la fiesta.
    Dándole la vuelta a los convenios de Basilea se construyeron las pirámides o castillos de naipes de la banca internacional.
    Ahora es necesario sacar a la banca del atolladero. Mientras duró el convite las ganancias eran de los gerentes, directores y dueños de los bancos pero ahora las pérdidas serán socializadas. ¡Fíjate que suave! Dijo Manolín.