"Se publicó un artículo bastante curioso sobre la 'casualidad' de que sucedan tantas 'casualidades' y muy interesante es sobre la materia, se han hecho estudios serios aplicables a la física y la genética"
Suana Guevara
Lo inexplicable
Se publicó un artículo bastante curioso sobre la "casualidad" de que sucedan tantas "casualidades" y muy interesante es sobre la materia, se han hecho estudios serios aplicables a la física y la genética, tomando en cuenta la teoría de la probabilidad; esto también incumbe a los jugadores en los casinos y a las compañías de seguros entre otros.
El mecanismo de la teoría en estas áreas es aplicable en vista de la repetición que se ha observado en los datos, aún sin explicación científica: en ellas se manejan cifras, números, y sus combinaciones parecen periódicas, siendo por eso significativas.
Pero hay otra forma de "casualidades", de "coincidencias", que no se pueden trabajar como cifras ni como naipes y para las cuales hay menos explicación todavía, a pesar de la búsqueda incesante y de las teorías omitidas de acuerdo a los diferentes tipos de imaginación.
El físico y matemático Adrián Dobbs planteó la curiosa hipótesis de los "sitrones": fuerzas mensajeras que, decía él, se desplazarían a modo de radar en una segunda dimensión en el tiempo, explorarían probabilidades futuras y las traerían de nuevo al tiempo real, dictándole directamente al cerebro cómo producir una "casualidad".
Pauli, colaborador de Jung, Premio Nobel de Física, define las casualidades como "rasgos visibles de principios inescrutables". Koestler, con mucho estudio sobre esto dice: "Estamos rodeados por fenómenos cuya existencia nos resistimos a aceptar. Si no los podemos explicar los rechazamos como supersticiones. Nunca hasta hoy, supo el hombre que lo ceñían unas fuerzas magnéticas, y ellas existen....".
Sobre esa base, otro sospecha que vivimos sumergidos en un campo sicomagnético que influye sobre la coincidencia de los hechos a los que Koestler llama "juegos de palabras del destino".
Teorías que son precisamente, mucho jugar con las palabras, porque estos investigadores sólo están de acuerdo en no tener nada claro; de ninguna tienen comprobación y casi se diría que lo hecho, ha sido solamente un análisis de situaciones fuera de lo común que con admiración recopilan.
¿Por qué le dará al hombre tanto trabajo creer en Dios y le busca motivo a las cosas maravillosas sin considerar su presencia y su poder?
Los creyentes podríamos hacer una lista de "coincidencias" anotadas en la Biblia desde los tiempos más remotos y no es fácil pensar: aquí, y allá, Dios quiso pasar sobre las leyes naturales... y lo hizo.
Será raro que a alguien no le conste alguna "casualidad" oportuna y buena, las más de las veces, manejadas por elementos conocidos, como en el caso de los esposos Alingrin, en Francia: estaban tratando, con serias dificultades, de fundar una casa para niños abandonados. Como último reducto se trasladaron a una granja deshabitada en la cual pronto se secó el pozo y no tenían agua ni para tomar.
Desesperados, no supieron hacer otra cosa que ponerse a orar diciendo algo como esto: "Señor, si estamos mal, que el pozo siga seco, pero si aceptas nuestra labor y quieres que sigamos en ella, como señal de tu bendición, danos agua en el pozo". ¡Y el pozo se llenó hasta arriba!
Fría explicación del geólogo: hubo un deslizamiento de tierra debajo del pozo quedando éste comunicado con una voluminosa corriente de agua subterránea. ¿Buscarían los Alingrin una explicación en la ciencia, de la maravillosa casualidad en la ubicación precisa de un pozo, y del deslizamiento de varios metros en su fondo, al parecer, sin motivo?
Por cosas como ésa, y otras que vemos suceder con frecuencia, o por las 152 que cita Vaughan en su libro, se puede afirmar nuestra creencia en la intervención de Dios en la vida de sus criaturas; a las más espectaculares les decimos "milagros" las otras, las de cada día, son "casualidades".