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"Reflexiones"

"Si no te gusta lo que recibes, entonces revisa lo que das"

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24/10/2009 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    Los seres humanos pasamos parte de nuestra vida en un constante toma y daca, es decir, unas veces dando parte de nosotros mismos y otras tantas recibiendo algo de los demás.
    Ante esta situación, somos muy dados a realizar balances con el fin de darnos cuenta si lo que recibimos es igual o mejor que lo que damos o viceversa, condición muy humana aunque llena de matices de egoísmo y cierto grado de soberbia, pues muchas veces encontramos que lo que recibimos no es de nuestro agrado y es cuando dirigimos nuestros pensamientos negativos hacia las personas que nos obsequiaron aquello que no fue de nuestro agrado y esperamos la ocasión para hacer lo mismo con un afán de venganza.
    Quienes así actúan, desconocen que existe una ley universal que tiene que ver con el dar y el recibir, y que ambos conceptos comparten la misma esencia y que no es otra cosa que el flujo de energía espiritual que mueve al mundo.
    Al respecto, Deepak Chopra, líder espiritual del mundo hindú dice que: "Recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes de la energía en el universo; y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza. Que el flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia, y esta interacción opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un intercambio constante y dinámico, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse. Por ello, debemos dar y recibir para mantener circulando permanentemente la riqueza y la afluencia, o cualquier cosa que deseemos en la vida".
    Por lo tanto, en ocasión de que no nos guste mucho lo que recibimos, lejos de ver con desagrado al autor del obsequio, debemos revisar lo que damos a los demás, pues en esencia lo que recibimos tiene correspondencia con lo que damos.
    Y no hay que confundir lo que damos, como un acto de caridad o desprendimiento, con la actitud que asumimos cuando damos algo, pues otro de los grandes defectos que tenemos como seres humanos, es que buscamos ser reconocidos por nuestros actos de generosidad cuando estos debieran quedar en el lugar de lo no trascendente, es decir, saber dar y darse sin hacer alardes ni aspavientos, pues el mérito del desprendimiento está precisamente en la discreción del acto generoso, el que debemos mandar al archivo del olvido a la brevedad posible.
    En cambio, habría que decir que cuando somos beneficiarios de algo, estamos obligados a reconocer y recordar con agrado a la persona que nos hizo un obsequio, y lejos de establecer comparaciones entre si lo que recibimos corresponde a lo que damos, debemos asumir la actitud de agradecimiento permanente, y en la medida de lo posible, ponderar la generosidad de quién nos hizo el regalo, y sin ver medida o precio, aceptarlo por el valor intrínseco que dicho objeto tiene.
    Es por ello que atendiendo a la ley del dar, y a la correspondencia que existe con el recibir, es muy importante para nuestro crecimiento espiritual la actitud y la humildad que asumimos cuando damos, acompañada con el júbilo y agradecimiento que debemos sentir cuando recibimos.
    Otra de las cosas que debe mover y motivar nuestro crecimiento espiritual y con ello nuestra conexión con el altísimo, es que debemos dar sin esperar nada a cambio, dar de manera incondicional, sin egoísmos y sin dolor por el desprendimiento, sino al contrario, dar con la seguridad de que estamos ayudando a resolver parte del problema de alguien que en algún momento necesita algo más que nosotros.
    Actuar de esta manera, significa que nuestra generosidad se verá compensada en otro tiempo y en otras circunstancias y por distintas personas, situación ante la cual, lejos de ver que somos compensados por que nos lo merecemos, debemos pensar que son dones que Dios nos manda para seguir ayudando a los demás.
    En verdad que todo lo antes señalado son cosas nada fáciles de entender, y mucho menos, fáciles de practicar, son leyes que rebasan nuestro sentido de la lógica materialista con la que estamos acostumbrados a vivir y por lo mismo, nos parecen fuera de sentido en nuestra vida cotidiana.
    En realidad, son cosas que no debemos entender, pues las cosas relativas al Altísimo, sólo debemos seguirlas con la confianza y la fe de que son para nuestro bien.
    Así que si en alguna ocasión no nos gusta lo que estamos recibiendo, lo mejor que debemos hacer es revisar muy bien lo que estamos dando. ¡Ahí esta la clave! JM, Desde la Universidad de San Miguel.

    udesmrector@gmail.com