"Tras 10 años en prisión, cuatro en el infierno de Almoloya, Raúl se muestra con humildad desconocida, admitiendo que durante el Gobierno de su hermano le ganó la ´soberbia´ y cometió graves errores"
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Al cabo de poco más de 10 años de prisión, Raúl Salinas de Gortari consiguió un amparo definitivo del segundo tribunal colegiado con sede en Toluca y quedando pendiente un proceso por enriquecimiento ilícito, obtuvo su libertad al pagar una fianza de 32 millones de pesos. Quedó, por lo tanto, nula su condena de 27 años y medio por la autoría intelectual del asesinato de JFRM, dictada en segunda instancia al ser rebajada la pena máxima de 50 años que le fue impuesta primero. No obstante, esa nueva y definitiva verdad legal, no necesariamente es la verdad histórica, aunque el célebre hermano del ex Presidente Salinas, cuyo calificativo de incómodo se popularizó, empero, hasta al fin del sexenio salinista cuando perdió la protección presidencial, pregone que una y otra en su caso son iguales. Las cosas no salieron según los planes de quienes urdieron el asesinato de JFRM, perpetrado el 28 de septiembre de 1994. El autor material del mismo, Daniel Aguilar Treviño, fue capturado por la imprevista participación de un policía bancario que le cerró toda vía de escape. Se fue entonces desenredando una madeja criminal conducente a Fernando Rodríguez González, Secretario Técnico de la Comisión de Recursos Hidráulicos de la Cámara de Diputados, y, después, al diputado priísta Manuel Muñoz Rocha. Cuya añeja amistad con el ingeniero Raúl Salinas está documentada desde que ambos estudiaron juntos en la UNAM. La desaparición de Muñoz Rocha se dio inmediatamente después que éste intentó, desesperadamente, hablar con su amigo Raúl. Así consta en registros telefónicos. Tal es el eslabón perdido que impide la existencia de un testigo de primera mano para incriminar, o no, al hermano mayor del ex Presidente Salinas. Pues Fernando Rodríguez González dice sólo haber oído del diputado Muñoz Rocha que Raúl Salinas tramó el asesinato por considerar a su excuñado un enemigo del proyecto salinista. (RSG sugiere ahora lo contrario, que JFRM fue eliminado por formar parte de éste). El testimonio de Rodríguez González fue invalidado en última instancia porque recibió a cambio un cheque de 500 mil dólares. Lo cual no necesariamente implica que mintió. Existe lo que se llama culpabilidad "presuncional" a partir de una acumulación de pruebas indiciarias que apuntan hacia una misma y exacta dirección. Ese fue el criterio en las sentencias del juzgado tercero de distrito de Toluca, el 21 de enero de 1999, y del primer tribunal unitario de esa misma ciudad, el 16 de julio de 1999. Reduciendo éste, sin embargo, a poco más de la mitad los años de prisión de la sentencia primera. Ahora el criterio fue distinto. Al no haber una prueba "reina", definitiva, concluyente, inequívoca, directa, no se consideró que existan suficientes elementos para sostener que Raúl Salinas es culpable. Ese criterio último también tomó en cuenta, sin duda, el desaseo kafkiano de las investigaciones durante el periodo del fiscal Pablo Chapa Bezanilla. Y su ridículo hallazgo de la osamenta en una propiedad del inculpado. Que presuntamente correspondía a Manuel Muñoz Rocha, quien según carta anónima asegurada por la Fiscalía Especial, fue asesinado a batazos en una casa propiedad de RSG. La Paca fue clave en tan extraño tinglado que armó el fiscal especial. La osamenta encontrada era, sin embargo, del suegro de ésta. Así que "Paquita la del cráneo" asestó un duro golpe a la credibilidad de las investigaciones. Por lo burdo de la maniobra queda, empero, la sospecha de que las revelaciones de la Paca, cuyo nexo con el inculpado es anterior al caso JFRM, y el fallido descubrimiento de la osamenta, pudieron ser parte de una estratagema para favorecer, finalmente, la defensa de RSG. Pero sólo se trata de una conjetura. Quizá nunca sabremos la verdad histórica. Lo más probable también es que Manuel Muñoz Rocha jamás aparezca. Resulta sintomático que su esposa e hijos nunca hayan exigido su localización ni reclamado justicia. Existieron, sin embargo, desde el principio, indicios de la participación de RSG en el crimen de su excuñado. El hermano de éste, a la sazón subprocurador de la PGR, Mario Ruiz Massieu, encargado indebidamente de las primeras indagatorias del caso, pidió al presidente Salinas autorización para interrogar a Raúl ya que su nombre había salido a relucir en los interrogatorios como autor intelectual del crimen. A lo cual éste aceptó a regañadientes. Es evidente que el Presidente Zedillo aprovechó la situación para deslindarse de quien ya era visto en la opinión pública nacional como villano favorito, y enderezar de tal suerte su tambaleante comienzo sexenal, que no pudo ser peor con el "error de diciembre", cuya consecuencia fue la peor crisis económica desde la gran depresión de 1929. Zedillo usó a la PGR para arrinconar y reducir la fuerza del poderoso ex Presidente, temiendo, acaso, en su paranoia inevitable, sufrir la misma suerte que Colosio. En 1995 ya no existía la "familia feliz" del salinismo con sus cuentas alegres de durar al menos 25 años más en el poder. Había, al contrario, una cúpula rota producto del asesinato de Colosio y la pugna Zedillo- Salinas en marcha. Como trasfondo estaba el conflicto con el EZLN en Chiapas, la recesión económica fenomenal y elevada inflación que sobrevinieron en 1995, las cuales trajeron el crecimiento geométrico de la cartera vencida de los bancos y el ulterior rescate bancario tan oneroso para las finanzas públicas. En ese contexto aciago, el encarcelamiento del "hermano incómodo", de sobra conocido por su enriquecimiento ilícito vía el tráfico de influencias, sirvió al presidente Zedillo para legitimarse y cortar nexos con su predecesor. Siendo esa ruptura la más agria y fuerte que se haya dado al seno del sistema de partido de Estado desde que el General Lázaro Cárdenas mandó al General Plutarco Elías Calles al "auto exilio", cuyo poderío meta jurídico superviviente del maximato (1928-1934) fue demolido. Semejante pugna palaciega entre Salinas y Zedillo allanó el camino para que el PRI perdiera en 1997 su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la Presidencia de la República en 2000. Tras 10 años en prisión, cuatro en el infierno de Almoloya, Raúl Salinas se muestra con humildad desconocida, admitiendo que durante el Gobierno de su hermano le ganó la "soberbia" y cometió graves errores de los cuales dice estar arrepentido. Sea como fuere, debe regresar lo robado. dmartinbarahotmail.com