"Un cumpleaños sin fiesta"

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25/09/2007 00:00

    PREMIO

    Por disposición del Consejo Electoral de Sinaloa, Culiacán se quedará sin fiesta en este su cumpleaños 476. Prohíben cualquier acto público en donde la autoridad pueda inducir de alguna manera las simpatías por algún candidato.
    Bueno, pero eso es para la autoridad, pero no para la ciudadanía, no entiendo porqué no se formó un consejo para que realizara eventos alusivos a la fundación de Culiacán. Habiendo tanto talento...
    Pero yo sí la festejo, que se lo merece, después de tantas noticias que a diario le afean el rostro bañado por ríos, cantado por miles de pájaros y maquillado con el ocre solar de sus atardeceres, por eso evoco recuerdos de algunas cosas que vi. y viví hace 35 años, cuando la ciudad era una "jovencita" de 441 años.
    En una frase de su relato, se cuenta en la Vida Inútil de Pito Pérez, que estando éste en la torre de la iglesia, a pregunta expresa sobre qué era lo que hacía, el originario de Santa Clara del Cobre contesta: "pescando recuerdos con el cebo del paisaje".
    Y haciendo lo propio, los pesco por la calle Obregón.
    En el crucero con Madero se localizaba la gasolinería de nombre Súper Jet, y enfrente, un baldío bardeado con losetas enmontables, justo donde ahora está un hotel.
    Contra esquina de éste un comercio denominado Eureka, que tenía en venta tinacos y material de plomería, y cruzando la calle hacia el norte había un restaurante y enseguida el cine Diana, que por los domingos, recuerdo, exhibía películas de éxito nacional.
    En ese lugar habilitado como recinto oficial asistí a la toma de protesta de Antonio Toledo como Gobernador, con la presencia de José López Portillo, quien haciendo gala de su oratoria dijo una pieza que de la cual recuerdo un párrafo, porque meses antes había entrado un ciclón, y el Presidente aludió que: "estos fenómenos a pesar de los males que causan, llenan las presas con agua que servirá para que la tierra produzca y el ganado sobreviva, al igual que los volcanes que con su ceniza fertilizan las tierras".
    Junto con el cine Reforma, hoy Teatro Inés Arredondo, eran las únicas opciones de los cinéfilos de esa época.
    Frente a catedral estaba la tienda La Casa Grande, y junto a ella un café denominado La Parroquia, que contaba como opción el servicio de casetas de larga distancia.
    En dicho café la tertulia del dominó atraía a personajes de aquella época, gente de edad, expertos en evitar que le ahorcaran la mula, o en cerrar las partidas y lograr el ganar o perder.
    Cruzando la calle, donde ahora está un banco, estaba el restaurante Acapulco, enseguida los famosos ráscales del Tanny´s, que tenía espacio para jugadores de dominó y damas chinas, y terminaba la cuadra en el edificio, inadvertido ahora, que asentaba al Banco Provincial de Sinaloa.
    Otra de sus esquinas, en el cruce con la calle Aguilar Barraza, estaba una construcción en forma de bola, que era sucursal del Banco Nacional de México, que después la hizo restaurante de don René Castro.
    En el parque Revolución, testigo de mítines y acontecimientos políticos me tocó conocer a Don Fidel Velásquez haciendo declaraciones incendiarias en la época del Presidente Echeverría y en apoyo al gobernante Calderón.
    Un restaurante de un locutor de apellido Montenegro se ubicaba entre Colón y Escobedo, denominado Sams, fue céntrico mentidero antes de la llegada de Chics Eldorado. El restaurante dio paso a la Librería Santa Rita.
    Eran las épocas románticas de los estudiantes, que peleaban por sus ideales de libertad y autonomía. Estudiantes que ahora son funcionarios de gobierno, directores de organismos, maestros, o jubilados que viven a expensas del subsidio de la UAS.
    Rumbo al sur, pero por el bulevar Zapata, entre Obregón y Morelos, se le denominaba la zona rosa de Culiacán, y sobresalían centros nocturnos y restaurantes, como el Cluvet, exclusivo para cierto nivel social y que por las noches era bar y tocaba un conjunto, Los Kikis, también La Fuente de Plinio Soto, y La Palapa, que presentaban artistas traídos del DF.
    Donde hoy está el club Tomateros estaba el Hotel San Luis, y una sucursal del Banco Mexicano. Y en la esquina donde hoy está una librería estaba una vieja construcción que albergaba a un restaurante denominado Caballo Loco, y posteriormente el Sr. Oñate, restaurantero de origen, ubicó su famoso Chaparral, distinguido por sus cortes y el pastel tres leches.
    Épocas con menos autos y también con menos baches, a pesar de las lluvias. La Obregón era la principal, el eje que divide el poniente y el oriente.
    Los raspados Los Rebeldes, cercanos a la casa de gobierno, florerías como la de un tipo apodado Teodorón, casas funerarias, estaciones de radio eran parte del paisaje de esa calle, que con su puente era la única forma de cruzar el Tamazula e ir a Tierra blanca y a la Chapule.
    En fin, recuerdos que no se van y que llenaron de romance a la ciudad fundada por Nuño Beltrán de Guzmán hace 476 años, y que verá pasar su día con más sombra que la que puede dar un olivo negro o un tabachín.