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"Una Segunda Opinión"

"Un león y un águila"

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LAS ALAS DE TITIKA
24/06/2010 00:00

    Estado de bienestar y libertad

    La historia es muy antigua e inicia en un lejano bosque en el que ningún humano habitaba. Los animales hacían su vida y entre ellos había un águila de vista perfecta, a la que, algunos días, se veía volar a grandes alturas siempre en busca de una presa. Otros días, en cambio, desaparecía de la vista de todos.
    Ya no en los cielos, sino en la tierra, todos conocían también a un león de gran tamaño y mucha fuerza, el que junto con el águila, era visto como el animal de más fama. La vida transcurría como en todo bosque, hasta que un cierto día, el águila apareció de nuevo por los cielos.
    El león, que se encontraba descansando después de una gran comilona se sorprendió al despertar y encontrar muy cerca al águila que lo miraba con esa seriedad amenazadora que tienen todas las aves de su especie. Después de unos momentos, cuando el águila sabía que contaba con toda la atención del león, le hizo una propuesta.
    Le propuso realizar una alianza entre ellos: cazarían en conjunto. El águila con su poderosa vista podría localizar las piezas de caza, avisar al león su localización y facilitarle esa presa a cambio de una parte de ella para el águila. El león, que era desconfiado por naturaleza, miró con atención al ave.
    Y, después de un gran rugido, le dijo: "Buen trato propones, pero disculpa mis sospechas. Si tú me avisas donde está la caza, sin duda cazaré con más facilidad y no tengo inconveniente en darte una parte de ella. Suena como un gran trato. Y sin embargo".
    El águila ansiosa esperó a que el león continuará hablando. Tardó un poco. Dijo: "y sin embargo, si me acostumbro a que tú localices la presa, con el tiempo perderé mi habilidad para hacerlo yo mismo y dependeré de ti. ¿Quién me garantiza que tú entonces no desaparezcas, volando lejos, y dejes de cumplir con tu palabra conmigo muriendo de hambre?".
    La historia es una de las fábulas de Esopo y contiene, como todas ellas, alguna lección que es dejada en manos del lector. Cada quien obtendrá la moraleja que desee. En el caso mío, no puedo evitar ver en ella una situación política muy propia de nuestros tiempos modernos. Me recuerda a la situación que crea el estado de bienestar.
    El león es, en mi vista, el hombre independiente, fuerte, inteligente y libre, que se ocupa de su vida. El águila es como un gobierno que propone alianzas, leyes y tratos que en la superficie siempre son muy atractivos, pero que tienen el defecto de crear dependencia en él. Acostumbrado al águila, el león perdería su independencia y no podría vivir sin ella.
    Además, el águila podría desaparecer dejando al león con sus facultades perdidas para localizar a sus presas. Eso es lo que hace un gobierno de bienestar, ese que todo lo quiere hacer con la idea de hacer felices a sus ciudadanos, cosa que jamás logra, pero sí logra hacerlos dependientes de él.
    De aplicar la misma estratagema con el resto de los animales, no sería difícil el águila que llegara a otros acuerdos similares con otros animales, terminando por hacerlos dependientes de ella. Podría vender sus favores, quizá avisando a otros de que el león se acerca. Al cabo del tiempo, todos los animales acabarían bajo el dominio del águila.
    Eso es lo que acontece con el Gran Gobierno: a todos propone alianzas de beneficio mutuo, sin garantía de cumplimiento, alianzas que terminan por hacer dependiente al ciudadano. Anula su libertad, aniquila sus habilidades, acaba con sus iniciativas y sentido de esfuerzo personal. Termina así el ciudadano como un ser pasivo, cuya única ambición es sentarse a esperar favores gubernamentales.
    Por supuesto, como en esta historia, la apariencia de la propuesta del águila es toda atractiva y de enormes ventajas. Casi cualquiera la aceptaría de inmediato, sin mucho pensarlo, que es lo que hacen muchos ciudadanos cuando votan a favor de candidatos que prometen hacerlos felices.
    Se requiere un talento menos ingenuo, como el del león, para comprender los efectos que esas promesas electorales tienen en uno mismo y aceptar lo odioso que resulta vender la libertad propia a cambio de promesas electorales que casi todos aplauden como logros sociales y cumplimiento de derechos sociales sin ver que esos derechos sociales los ha inventado él águila para lograr dominar a todos.
    eduardo@contrapeso.info