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"Cultura"

"Un parto, un aborto, mezcla de ambas, puede significar decir adiós a Difocur y crear el Instituto Sinaloense de Cultura."

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30/07/2008 00:00

    Geovanni Osuna

    El documento de la nueva Ley de Cultura del Estado de Sinaloa definirá los principios generales que deben regir la política cultural y establecer las bases para la estructuración del sistema estatal en la materia.
    Esto es muy importante, un gran paso, mis amigos, emplearse a fondo en el fomento de la cultura, crear espacios y herramientas a través de la cual la vida del ser humano se haga más humana. Eso sí, si esto no humaniza, ni entusiasma, es tirar el dinero de todos, porque de nada sirve. Porque la cultura ha de servirnos para ser más en los principios y valores, no como propaganda política.
    La ley fija los mecanismos de apoyo para la creación, fomento, promoción, difusión e investigación de la cultura, y la organización y funcionamiento del Instituto Sinaloense de la Cultura. Un proyecto que consta de 12 capítulos, 61 artículos y 10 transitorios que contempla la creación del Consejo Estatal de Cultura, como un órgano colegiado, de participación ciudadana, de vinculación, consulta y asesoría, para el funcionamiento de este Instituto.
    Sin embargo, desde mi punto de vista, la concreción de los proyectos culturales siempre será el logro de quienes se atrevan a generar en un ambiente hostil, inestable y burocrático nuevas expresiones que representen el alma humana en toda su dimensión.
    Es cierto, esta ensoñación de crear canales para fortalecer la creación, llama a la tentación del juego de las oportunidades, no obstante, con ley o sin ella, el contexto actual parecería no favorecer a la efervescencia intelectual del artista, pero en estas circunstancias adversas, atestadas de luces falsas, como el fuego frío, es donde radica la mayor potencialidad del pensamiento creativo.
    Es de esperar que de ahí emerja la verdadera poética sinaloense, la vena artística, tan desconocida como potente, tan viva como las circunstancias que resuelven la vida de la gente.
    Ahora, con la aprobación de la Ley Estatal de Cultura, habrá que esperar un proceso que incluye la publicación de la misma, el nombramiento del director y la configuración de la junta directiva.
    Pero a mí me asusta tanto argumento tecnócrata, porque siempre está la posibilidad cierta de crear una cultura sin alma, una cultura dependiente de poderes de hecho y de derecho, para sus fines y aún peor carente de magnitud. De tan triste cuando todo es mediocridad y se pierde la grandeza de lo trascendente.
    Y me permito la reflexión, la persona que cultiva el culto a la cultura, desde la autenticidad y honestidad, comunica más, porque se sustenta de lo noble, de una conciencia recta y de una recta rectitud de esencias coherentes que emanan e imanan.
    La separación entre los sinaloenses y sus instituciones culturales ha demostrado, en su mayoría, que la cultura sin alma carece de sentido, que nada nos dice. Porque es difícil de soportar, porque es aburrida. Ni nos mueve, ni nos conmueve. Ni nos cultiva, ni nos cautiva. Ni nos alza en el gozo, ni nos imprime alborozo de felicidad. Ni nos faculta para ser más, ni nos dona facultades para crecer por dentro.
    Una buena propuesta cultural nos debe invitar a redescubrirnos, que es un modo singular de avanzar hacia una dimensión más humana. Y así poblar y repoblar el mundo de intenciones intensas y auténticas, para hacer un mundo más del hombre y para el hombre, sin distinción alguna.
    Con la aprobación de la ley, el Instituto Sinaloense de la Cultura deberá responder a responsabilidades inmanentes a su naturaleza: tendrá a su cargo la rectoría en materia de política cultural; coordinar el Sistema Estatal de Cultura; promover la constitución de patronatos, mecenazgos y fundaciones; otorgar reconocimientos, estímulos, becas y premios; promover la actividad cultural; establecer el Registro del Patrimonio Cultural e Histórico.
    Pero sostengo, debe agregarse ahí la búsqueda y apoyo a la originalidad y el estilo. Y preciso el punto original, esa necesidad de apropiación, que dignifica al ser humano y que lo distingue de los objetos. Para ello no se necesitan proyectos tediosamente maquinados, ni la recolección artera de instrumentos de medición estadística.
    Lo que se necesita hoy es que los artistas, que expresan y dan vida a la cultura, nos participen sus obras repletas de ingenio, para envolvernos en esa trascendencia, tan necesaria para renovarnos, en un mundo repleto de mezquindades.
    Por eso las instituciones que vienen y las que vendrán, deben defender y promover las artes, por ser un bien que ennoblece a los ciudadanos y porque logran comunicar algo de lo que es realidad inefable.
    No es cierto que sólo aquel artista que tiene reconocimientos públicos o compadrazgos, es bueno; no es cierto que sólo aquel que tiene la aprobación del sistema imperante puede conmovernos.
    No permitamos que ese estereotipo ciegue nuestra capacidad de sentir.
    Los artistas deben ser mas que nunca actores claves en la construcción de Sinaloa.
    Porque después de la guerra que se vive habrá que reconstruir la esperanza y recuperar la confianza en nosotros. Y los artistas, no tengo la menor duda, serán la sangre nueva que nos pondrá a caminar al paso que el estado merece.