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"Reflexiones"

"Una de las principales cualidades que todo ser humano debe cultivar es la paciencia, pues ésta nos permite, entre otras muchas cosas, enfrentar las adversidades y actuar acorde a las situaciones que se nos presentan y tener una actitud positiva."

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21/01/2006 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    La virtud de la paciencia

    "La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce".
    Rousseau.

    La paciencia es una cualidad humana a la que debemos aspirar e incluso convertir en virtud de vida. Ser paciente significa ser tolerante ante las adversidades y tener una actitud positiva ante la vida. La paciencia es lo que le permite a las personas comprender, padecer y soportar los contratiempos con templanza y fortaleza, sin actitudes de pánico, sin prisas y sobre todo, seguros de que los logros llegarán tarde o temprano.
    La paciencia nos enseña a moderar nuestras conductas y actitudes y sobre todo, es lo que nos permite actuar de manera acorde a cada situación. De hecho hay quien afirma que la paciencia es hermana de la felicidad, pues esta pocas veces llega en el momento deseado, sino después de haberla esperado pacientemente.
    Uno de los beneficios de la paciencia como práctica cotidiana, es que aprendemos a valorar más lo que tenemos, y al mismo tiempo, a darnos cuenta de todo el potencial que podemos desarrollar. Esto es así, por la sencilla razón de que no actuamos arrebatadamente, bajo la premisa del "sí o no, pero ya" que nos lleva a cometer errores y actuar irreflexivamente.
    De hecho, la paciencia como virtud va muy de la mano con la tolerancia, pues mientras que esta última nos enseña a distinguir las formas de pensar de los demás y a respetar las diferencias, la paciencia nos da la templanza para entender que los cambios no pueden darse de la noche a la mañana, que son parte de un proceso donde interviene el hombre, siempre con distintas maneras de pensar y hacer las cosas.
    La paciencia por otro lado, nos ayuda a ser más comprensivos y a entender mejor las cosas que nos rodean. El ser pacientes nos permite la capacidad de la concentración en lo que hacemos, de tal manera que las decisiones se toman después de un largo periodo de reflexión y análisis son siempre mejores a las que se hacen de manera arrebatada y con la prisa de ver resultados en el corto plazo.
    Es por ello que tanto la paciencia como la constancia son imprescindibles en la tarea de hacer las cosas bien, con la seguridad de que los frutos serán realmente halagadores.
    El santo Francisco de Asís demostró que la paciencia va de la mano de la humildad, pues se acomoda al ser de las cosas y respeta el tiempo y el momento de las mismas, sin romperlas, pues considera las limitaciones propias y las de los demás. "Un cristiano que viva la virtud recia de la paciencia, no se desconcertará al advertir que quienes le rodean dan muestra de indiferencia por las cosas de Dios".
    También y desde un lado más humano, podemos decir que la paciencia es una de las principales virtudes de los jugadores de ajedrez, pues solo así pueden "ver" todas y cada una de las jugadas propias y del contrincante, lo que ayuda a hacer los mejores movimientos, aunque no necesariamente a ganar todos los juegos.
    En la sabiduría acuñada por el tiempo en hombres de alto pensamiento, el saber esperar es sinónimo de ser paciente, de ahí que quienes tienen mejor noción de la utilidad del tiempo, sean precisamente quienes son pacientes, y al final, los que reciben mejor los beneficios, pues como bien dijera Rousseau: "La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce". Por su parte, Kant, acuñó la frase que dice: "La paciencia es la fortaleza del débil, en tanto que la impaciencia es la debilidad del fuerte".
    También, en la sabiduría popular encontramos vestigios de la paciencia, ya que el refranero popular mexicano tiene muchas referencias donde la paciencia es una protagonista importante. Podemos citar, por ejemplo, aquel que dice: "Hay tiempo de tirar cohetes y hay tiempo de recoger varas".
    En términos muy sencillos, la interpretación más común es que no siempre es posible que todo lo que hacemos salga bien, sino que en ocasiones algunas cosas no saldrán como lo deseamos, más sin embargo, debemos de trabajar con paciencia en lo que debemos hacer, para después empezar a cosechar los frutos.
    Otro más, dice: "Despacio que llevo prisa", lo que significa que hay que tener la virtud de la paciencia y que la única forma de lograr los resultados deseados, es haciendo las cosas bien y acorde a un plan preestablecido.

    JM Desde la Universidad de San Miguel.
    udesmrector@gmail.com