"Vicente Fox Quesada, como primer Presidente de la República en la transición, encontró un país sin el desafío de movimientos sociales de relevancia. Felipe Calderón Hinojosa, por el contrario, enfrenta un escenario nacional muy diferente. Lo"
Noroeste / Pedro Guevara
La transición democrática, prolongada, errática y no consolidada se ha dado en un contexto de neoliberalización económica, también prolongada y no consolidada. Felipe Calderón pretende consolidar por lo menos la segunda.
De acuerdo con José Antonio Crespo ("Fronteras Democráticas", Editorial Océano, p.85), quien ubica el inicio de la transición democrática a partir de 1997 "primero, por el hecho de que los comicios ya no permitían un virtual monopolio político del PRI, como el que se había sostenido hasta entonces (pese al avance relativo de la oposición), y segundo, porque un veredicto que no resultó favorable al gobierno y su partido ya no pudo revertirse", la primera presidencia de la transición es la de Vicente Fox.
El ex gerente de la Coca Cola, como primer Presidente de la República en la transición, encontró un país sin el desafío de movimientos sociales de relevancia. Los zapatistas que habían surgido a la luz en 1994, se habían replegado a sus municipios y, por lo mismo, no había nada que inquietara en lo inmediato la legitimidad del triunfo foxista-panista.
Felipe Calderón, por el contrario, enfrenta un escenario nacional muy diferente. Lo acosan duelos políticos y sociales por todas partes. El primer duelo, menos estruendoso y visible, es el interno que libra con el Yunque y el foxismo, tal y como lo declara Germán Martínez en la revista Proceso, uno de los hombres más cercanos al presidente electo.
Pero sus más grandes duelistas no son domésticos sino los movimientos que lo retan por fuera. En primer lugar aparece la Convención Nacional Democrática que lo pespuntea en todo acto público que preside. En segundo, el movimiento oaxaqueño que ya ha roto sus límites geográficos y se encamina hacia el Distrito Federal. En tercero, el naciente frente en defensa de los energéticos, el cual el miércoles 27 tuvo sus primeras manifestaciones en seis entidades de la república, incluyendo Culiacán y Mazatlán, y el cuarto, el reinicio de la "otra campaña" de los zapatistas.
Los cuatro movimientos van a converger en la capital mexicana a partir del 3 de octubre, aunque no necesariamente van a actuar en conjunto, como lo advierten los zapatistas, quienes se deslindan totalmente del movimiento pejista y muestran sus distancias del APPO.
Mientras Andrés López Obrador se encontraba reforzando la campaña del candidato perredista a gobernador en Tabasco, sus seguidores han incordiado a Felipe Calderón en todos y cada uno de sus actos públicos.
Los pejistas han aplicado un estricto marcaje personal sobre el Hijo Desobediente y le dejan pocos espacios para el pase ofensivo. Por lo pronto sigue sin poder tomar la iniciativa del juego. Mas aún cuando Vicente Fox lo presiona cada vez que toma la palabra a que continúe con las líneas trazadas por él.
Ya, en respuesta, el mismo Germán Martínez ha dicho que, por lo pronto, el foxismo, "una suerte de amateurismo político que le costó mucho al PAN y al país" se "diluirá, inmediatamente, el 1 de diciembre", (Proceso, 24, 9, 2006).
Si el PRD logra revertir en Tabasco la desventaja que revelan las encuestas para las elecciones del mes que entra, desplazaría al PRI de la gubernatura, sumaría un bastión a su favor y le daría oxígeno a una fuerza electoral en apariencia contraída.
En lo inmediato, el movimiento que más inquieta la atmósfera política nacional y de manera particular a Felipe Calderón es el que encabeza la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Ante él, hay posiciones contradictorias dentro el círculo cercano y aliado del presidente electo.
Por un lado, Diódoro Carrasco ex priista y panista de nuevo arribo, como cercano conocedor de la compleja realidad oaxaqueña y ex gobernador de la tierra juarista (y también porfirista), sugiere la renuncia de Ulises Ruiz, la cual tampoco ha sido descartada por el gobierno federal, pero éste contempla el eventual descabezamiento de Ulises Ruiz, apoyados en tres ejes: un acuerdo político entre los grupos de poder locales y personalidades oaxaqueñas, una propuesta económica para los maestros, reforma educativa y autonomía presupuestal para este gremio, pero también la presencia ´´inminente´´ de la Policía Federal Preventiva (PFP) para ´´restablecer el orden, liberar las vías de comunicación y garantizar el libre tránsito´´.
Si el próximo miércoles este pacto no es signado entre los maestros y el gobierno federal, lo cual es en verdad muy difícil porque hay contingentes de la APPO que piden en primer lugar que el gobernador sea guillotinado, entonces la marcha oxaqueña llegará a la eternamente conflictuada capital nacional potenciando una crisis de gobernabilidad a las puertas del cambio de gobierno.
Otras posturas, sobre todo de ideólogos de derecha, reclaman para ya la urgencia del uso de la violencia del Estado para someter al movimiento.
El pacto político oaxaqueño, que proponen los conciliadores, incluiría reformas a la Constitución estatal en la que se incluirían la revocación de mandato, el referéndum y el plebiscito. Estas modificaciones incluirían la ciudadanización de las instituciones electorales, y la creación de una comisión ciudadana que diseñe programas de educación, salud, cultura, medio ambiente, etc.
Otro de los enormes escollos para que estas reformas puedan aceptarse es el poder de Elba Esther Gordillo en el sindicato magisterial, el cual se vería severamente dañado si se llegara a concretar el acuerdo reformista porque concedería facultades e independencia a la sección 22 del SNTE, el motor del actual movimiento popular en Oaxaca.
Las posibilidades de que la propuesta de un acuerdo político prospere no tan solo depende de lo que digan las fuerzas de la APPO y el gobierno federal, sino de lo que piense y haga el gobernador Ulises Ruiz.
Éste no tiene ninguna intención de renunciar y se prepara, más bien, para una ofensiva que haga descarrilar las negociaciones. Según el reportero de La Jornada, Herman Belinghausen, el gobernador, a través de las asociaciones de transportistas locales, se alista para un ataque nocturno a guardias de los maestros los días 28 y 29 de este mes.
El Frente Nacional en Defensa de la Soberanía Energética, conformado por el SME y otros sindicatos, aprovechando el 46 aniversario de la nacionalización de la industria eléctrica, expresó su oposición a la posible privatización de la misma, la cual, aparentemente, ya empezó a ser analizada por el equipo de transición del presidente electo en una reunión reciente que se celebró en Canadá con empresarios del país anfitrión y Estados Unidos.
Dicho frente tiene "como principal objetivo ´impedir´ que se concrete cualquier nuevo ingreso de capital privado en los sectores energéticos del país, e incidir para que en los renglones en que ya se encuentra participando la iniciativa privada, la acción sea revertida".
En el mitin del día miércoles, el secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza Flores, manifestó que ante los aparentes planes privatizadores de Felipe Calderón su gremio pasará "de la resistencia a la ofensiva".
Por su cuenta, olfateando la coyuntura y la debilidad política del presidente electo, Marcos y los zapatistas retoman su "otra campaña" y se encaminan a la Ciudad de México para incidir en el enmarañado interludio presidencial.
A Felipe Calderón, en este escenario con cuatro desafiantes pistas, le urge que la lucha política institucional pase al primer plano para desplazar la lucha política movimientista y extra parlamentaria; pero para eso necesita desactivar o por lo menos disminuir, primero, el movimiento popular oaxaqueño, el cual es un crucigrama al que nunca se había enfrentado.
Si el movimiento popular oxaqueño rechaza el pacto político que se les ofrece y resiste la embestida de la PFP y/o del ejército, a corto plazo lo que procedería es la caída del gobernador, abriendo con ello una larga noche negra para el presidente electo porque el conflicto se instalaría en la capital del país, y el deseo de prolongarle la pesadilla a Felipe Calderón en las filas de la convención nacional democrática será más fuerte que nunca.