"Vicios, una constante"
Es plenamente humano. Es algo que no puede borrarse del todo. Es una parte de nuestra naturaleza, imposible de anular. Hablo del deseo de mejorar, de vivir mejor, uno mismo, pero también es la ambición de que los hijos vivan en condiciones superiores. No se puede quitar esto del ser humano.
¿Como llamar a esto? Ambición quizá, sentido competitivo tal vez. Son anhelos, aspiraciones, deseos. Ganas de hacer cosas, de realizar proyectos, de crear y producir, de mejorar. Manifestado de mil maneras diferentes, es un sentido que llama a hacer para mejorar. No es algo nuevo ni desconocido. Todos lo poseemos en diferentes gradaciones.
Bien llevada, es la fuerza que hace posibles los logros y metas de cada persona y que la coloca realmente en una posición superior. Pero mal llevada, es el afán que lleva a la avaricia, la codicia, la pretensión, el engaño, la mentira y otros vicios. ¿Aburrido todo esto? No tanto, permite sacar una conclusión fascinante.
Fascinante y muy obvia. Tanto que no se ve. Si usted culpa a la codicia de algunos la crisis financiera iniciada en 2008 y la recesión siguiente, como opina un amigo, creyendo que todo se resuelve con más intervención gubernamental que limite esa codicia... no, la cosa no va por ahí. Usted va a tener codicia con y sin regulaciones gubernamentales.
Ningún vicio humano va a desaparecer con más leyes, ni con un cambio de política gubernamental, ni yendo del liberalismo al socialismo. Esos vicios son una constante en todo sistema, bajo toda política gubernamental, dentro de toda institución. Sí, sea una monarquía o una república, una dictadura o una democracia, en el liberalismo y en el socialismo, ninguno de ellos se libra de la constante de los vicios humanos.
Aclararlo es pertinente porque muchos, como mi amigo, creen que si se adoptan medidas socialistas, los seres humanos nos volveremos unos santos. Otros creen que los gobernantes socialistas son virtudes vivientes sin vicios ni defectos, mientras que los gobernantes liberales están llenos de inmoralidades. Lo siento, pero no. Los dos gobernantes son humanos y sujetos a sucumbir a vicios.
¿Qué hacer entonces? Combatir la mentira, el crimen, los fraudes, la corrupción y el resto de los vicios y cosas malas, tiene sus métodos propios. No mediante cambios en las estructuras de la sociedad, sino con algo que conocemos y se llama conciencia personal. O también, le decimos sentido moral. Es la capacidad para diferenciar lo bueno de lo malo, y entrenar y ejercitar esa capacidad.
Cuanto más desarrollada esté ella en la gente, habrá menos actos indeseables. Y, lo siento, pero eso va contra lo que dice mi amigo, que es un relativista extremo. Se queja él de lo malo que hay en el mundo, pero no sabe que eso es precisamente lo que produce el relativismo que él promueve. Y lo siento también por su ateísmo, porque sin la moral que fomenta la religión, por ejemplo, el Cristianismo, aumentarán los actos malos. No son cuestiones teóricas, son lo más práctico que se sabe.
Muy bien, no importa si el país es liberal y cambia al socialismo, esos vicios se mantendrán. Y viceversa también. La clave está en afinar las conciencias de cada uno para aprender que mientras todo puede hacerse, no todo debe hacerse. No es complicado entenderlo. Pero no es todo, hay otra clave que es vital y aún más práctica. Veamos.
Si no desaparecerán del todo las malas acciones del ser humano, puede hacerse otra cosa para minimizarlas a ellas y a sus efectos. La conocemos como división del poder y consiste en evitar la concentración de poder en las personas. La razón es simple y conocida: el poder tiende a ser mal usado en la proporción en la que se tiene. La regla opera por igual en todos.
Sean empresarios, gobernantes, jerarcas religiosos, líderes sindicales, líderes en general, todos son imperfectos y están sujetos a la tentación de abusar del poder que tienen. Como consecuencia, lo mejor que puede hacerse es limitar el poder que todos tenemos. Tampoco es complicado de entender.
Al final de cuentas, ningún sistema económico ni político cambiará nuestra naturaleza defectuosa. A todo lo que podemos aspirar es a minimizar la cantidad de acciones malas y los efectos que ellas tienen, con moral y limitaciones de poder.
Me despido de ustedes. Gracias por estos años de trabajo en conjunto y de su colaboracion con esta columna. Que Dios los siga bendiciendo.
eduardo@contrapeso.info