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"Itinerario político"

"Zedillo y Calderón, dos demócratas"

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18/11/2012 00:00

    Vicente Oria Razo/NTX*

    Se les puede acusar de mucho, no de enemigos de la democracia
    Hace 18 años, el peor momento de mexico; hoy, un país estable

    Hace casi 18 años --en diciembre de 1994 y enero de 1995--, México vivía uno de los peores momentos de su historia; una convulsión política, económica y social que, a la postre, le costaría el poder presidencial al partido dominante, el PRI.
    Y esos meses cruciales se pueden sintetizar en cinco momentos que ilustran, como pocos, la transformación que ha vivido México en las últimas dos décadas.
    1. Había llegado al poder un presidente que si bien arrasó en las urnas, en realidad no había sido el candidato elegido originalmente por su antecesor. Vale recordar que en marzo de 1994 fue asesinado Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial que impulsó el ex Presidente Salinas. Por eso, en sustitución de Colosio, el priato eligió a Ernesto Zedillo, un joven economista de origen humilde, que se había convertido en jefe de campaña de Colosio.
    2. En las primeras horas de ese 1994, apareció en la selva de Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que acompañado de un ingenioso aparato de imagen, declaró la guerra al Estado mexicano y propuso el derrocamiento de los gobiernos priístas. A pocos años del nuevo siglo, México vivía lo que sería el último alzamiento social armado.
    3. Ya en la campaña presidencial de Zedillo, fue asesinado uno de los hombres más cercanos del propio candidato; José Francisco Ruiz Massieu, a quien se le auguraba la jefatura de la poderosa diputación del PRI en San Lázaro. Nunca se aclaró el móvil del crimen.
    4. A pocos días de asumir el poder presidencial, el 1 de diciembre de 1994, el Presidente Zedillo debió enfrentar el llamado "error de diciembre", que no era más que la quiebra financiera mexicana que llevó a la ruina a millones de ciudadanos y que postró al país frente al mundo. México vivía, hace 18 años, lo que hoy viven España y buena parte de la Unión Europea; la más severa crisis de sus finanzas.
    5. Y en medio de lo brutal de esa doble crisis --económica y social--, estaba latente la crisis política. Y es que los partidos opositores al PRI el PAN y el PRD cuestionaron la equidad de la elección presidencial que llevó al poder a Ernesto Zedillo. Y el cuestionamiento fue de tal severidad, que en enero de 2005, en la Fundación Ortega y Gasset en Madrid--, Zedillo reconoció que había llegado al poder gracias a una elección poco o nada equitativa y, acaso por eso, se comprometió ante las poderosas naciones europeas a impulsar la "normalidad democrática" en México.

    ¿Destruir al PRI, o democratizar a México?
    Y es que, en efecto, entre el 1 de diciembre de 1994 y el 1 de diciembre del año 2000, México vivió algunos de los peores momentos económicos, políticos y sociales de su historia. Sin embargo, también es cierto que durante el sexenio de Ernesto Zedillo y más allá de lo cuestionable que pueda ser su gestión presidencial en muchos otros aspectos--, se sembraron las semillas o se construyeron los cimientos de la democracia electoral, la división de poderes, y la estabilidad económica.
    Zedillo cometió el gran acierto --porque los aciertos también se cometen--, de construir los estabilizadores de la economía, de reprogramar la deuda, de darle al Poder Judicial su verdadero peso específico y, sobre todo, de pactar y negociar con la derecha y la izquierda, la gran reforma electoral de 1996-1997, que dio paso al IFE como hoy lo conocemos.
    Hoy, los desmemoriados o los adictos "al partido del no" lo que es igual al partido de AMLO--, podrán decir misa sobre la alianza PRI-PAN y sus resultados dizque desastrosos para el país. Pero lo cierto es que durante el gobierno de Ernesto Zedillo, la alianza más importante fue entre el PRI de Zedillo y el PRD de Andrés Manuel López Obrador.
    Gracias a la alianza Zedillo-AMLO, el PRD alcanzó gobiernos como los de Tlaxcala, Zacatecas, Baja California Sur y el Distrito Federal, entre otros --mientras que el PAN extendía sus feudos estatales que habían iniciado con el gobierno de Salinas en Baja California--, en lo que fue un claro ensayo de la alternancia en el poder municipal y estatal, en preparación para la alternancia presidencial.
    También gracias a la alianza Zedillo-AMLO --y por el otro lado, a la alianza Zedillo-Carlos Castillo y Felipe Calderón--, fue posible construir un IFE ciudadanizado, sacar al gobierno de los procesos electorales, establecer las bases para la equidad electoral, la transparencia, la certidumbre y la confianza electorales.
    Y gracias a esas dos alianzas de Zedillo con el PRD y con el PAN--, fue posible desmontar el aparato del llamado "PRI-gobierno", mediante la llamada "transición de terciopelo", que consistió en el andamiaje para sacar al PRI del poder, mediante reglas del juego claras, equitativas y creíbles. Y es que, como todos saben, el PRI no sólo fue derrotado en las presidenciales del año 2000, sino que el Presidente Ernesto Zedillo hizo lo increíble. ¿Qué hizo?
    Salió a reconocer la derrota del PRI la misma noche del 2 de julio del año 2000 y, con ello, no sólo la victoria del PAN y de su candidato Fox, sino que reconoció el fin del priato de siete décadas y estableció las bases de la naciente democracia electoral mexicana. En ese julio del año 2000, el PRI fue echado del poder mediante el mandato de las urnas. Sin embargo, en ese julio de 2000, no pocos de los priistas derrotados crucificaron al Presidente Zedillo, al que acusaron "de traición, de entregar el poder" y de matar al PRI.

    ¿Matar al PAN, o democratizar al país?
    A 18 años de la gran crisis económica, social y política que postró a México y a millones de mexicanos, el error de diciembre es historia, la estabilidad económica mexicana es la envidia del mundo, guerrillas como la zapatista son curiosidades del pasado y la democracia electoral y social se abre paso, titubeante, aún con deudas, pero con pisada firme.
    Y sin duda que se podrán cuestionar los muchos errores y horrores del gobierno de Felipe Calderón; sin duda que los malquerientes y los sembradores de odio seguirán destilando sus filias y fobias y, sin duda que la historia podrá censurar a Calderón por decisiones cuestionables como la guerra de su gobierno contra la violencia y el crimen.
    Sí, pero nadie podrá acusar a Calderón de traicionar sus principios democráticos. Como Presidente y como pocos--, respetó uno de los pilares democráticos; la libertad de expresión, no se metió en la elección del candidato de su partido, no usó dinero público para apoyar al PAN y, al final, respetó sin chistar el resultado electoral; la vuelta del PRI y la derrota del PAN. La historia lo juzgará, pero ya está entre los demócratas, nos guste o no. Al tiempo.