MALECÓN
30/06/2025 04:00
    En un año marcado por la disputa interna del Cártel de Sinaloa, con saldos sangrientos que se multiplican en calles, brechas y sindicaturas, el Gobierno estatal sigue administrando el discurso para maquillar un entorno de miedo cotidiano.
    Competitividad en caída

    Sinaloa se encuentra este año tres escalones más abajo en la escalera nacional de la competitividad. Del lugar 13 en 2024 al 16 en 2025, el Índice de Competitividad Estatal del IMCO no sólo evidencia una caída numérica, sino el derrumbe progresivo de la narrativa oficial que insiste en presumir gobernabilidad y crecimiento económico en medio de una crisis de seguridad que no ha dado tregua desde septiembre del año pasado.

    La cifra negra, ese eufemismo para los delitos que no se denuncian, es del 95 por ciento. En homicidios dolosos, el estado tiene una tasa de 26.3 por cada 100 mil habitantes y en agresiones contra periodistas, Sinaloa ocupa el deshonroso lugar 29.

    El descenso en el ranking no debería sorprender a nadie, salvo a quienes prefieren mirar hacia otro lado desde la comodidad del poder.

    En un año marcado por la disputa interna del Cártel de Sinaloa, con saldos sangrientos que se multiplican en calles, brechas y sindicaturas, el gobierno estatal sigue administrando el discurso para maquillar un entorno de miedo cotidiano.

    También es relevante apuntar que el informe también reconoce avances: Sinaloa destaca en uso de banca móvil, cobertura hospitalaria, y hasta en esperanza de vida, pero ¿qué significa tener acceso a internet si no puedes salir a la calle sin miedo?

    ¿Cómo confiar en un sistema político que presume apertura pero carece de participación ciudadana efectiva? ¿Cómo hablar de desarrollo cuando la brecha de género en ingresos coloca a Sinaloa en el tercer peor lugar del país?

    El deterioro no es sólo estadístico, es estructural. Las cifras del IMCO son un termómetro que confirma lo que se siente en el aire: el estado se sostiene más por inercia que por estrategia. Y aunque no fue el que más cayó (Campeche y Quintana Roo se desplomaron más), el retroceso sinaloense se da en medio de una supuesta pacificación que no llega, de una presunta estabilidad institucional que no se refleja en las calles ni en los empleos.

    La competitividad, al final, no se construye sólo con conectividad ni con eslogans; se sostiene en justicia, seguridad y transparencia. Y en eso, por más que se aplaudan los avances tecnológicos o los rankings en banca digital, Sinaloa sigue reprobando.

    Ni el mar mueve
    la voluntad

    Culiacán tiene mar. Bueno, un pedazo. Un rincón. Un último respiro costero llamado Bahía La Guadalupana, allá en la Península de Villamoros, donde el mar sí llega, pero el Gobierno no.

    Y aunque parece increíble que el municipio conserve una playa, más increíble es que no haga nada con ella. Ni turismo, ni infraestructura, ni caminos, ni siquiera una techumbre pintada.

    Allá, en Villamoros, no hay cooperativas, pero sí mareas inestables. No hay centro de salud, pero sí un cascarón abandonado que alguna vez se pensó como tal. No hay pavimento, pero sí lodo cuando llueve.

    No hay parque, pero sí niños que crecen entre estructuras oxidadas. Y lo que piden no es tan imposible: quieren un malecón. No para selfies, sino para generar empleos. Pequeños negocios, administrados por la misma comunidad, condiciones para trabajar.

    Quizá por eso no llegan respuestas. Porque no basta tener mar para que lleguen las inversiones. En Culiacán, hay que estar en el mapa político, no en el geográfico. Y Villamoros, aunque lo inunde el mar o lo seque la sequía, sigue fuera del radar.

    Paradójicamente, la última playa de Culiacán no está en los planes de desarrollo, ni en los discursos de “reactivación económica” ni en los folletos de promoción turística. La Bahía La Guadalupana tiene mar, pero no tiene cabida en la agenda.a

    ¿Jalón de orejas?

    La Alcaldesa de Mazatlán, Estrella Palacios Domínguez, no se ha caracterizado por llegar puntual a sus eventos agendados, por lo general llega tarde y eso pone a sudar a su primer círculo de personal que la acompaña.

    Y fue precisamente una de estas llegadas tarde la que dejó evidenciada el propio Gobernador Rubén Rocha Moya, quien entre broma y broma le dio un “jalón de orejas” el viernes pasado, en un evento frente a los medios de comunicación a nivel estatal y nacional, así como invitados especiales, a lo que la Alcaldesa no le quedó otra que sólo dibujar una sonrisa en su rostro.

    El evento celebrado en el puerto fue el de la toma de protesta del nuevo presidente del CIRT en Sinaloa, a donde la Presidenta Municipal llegó con retraso, situación que no pasó desapercibida por Rocha Moya, al señalar, delante de los invitados especiales, que a la Alcaldesa se le puede “perdonar” llegar tarde por ser “Reina del Carnaval”.

    “Primero debo saludar a nuestra anfitriona, que es la Presidenta Municipal de aquí de Mazatlán, que llegó un poquito tarde de lo planeado, pero no hay problema, a la Reina del Carnaval se le puede admirar que pueda llegar un poquito tarde, se cruzaron los horarios de mi querida Estrella Palacios”, comentó el Gobernador al micrófono en lo que pareció un mensaje condescendiente pero crítico.

    Y pues luego del momento medio bochornoso del viernes, ayer la Alcaldesa volvió a hacer de las suyas con la agenda y no llegó a tiempo a las 7:00 de la mañana a la misa por el Día del Policía.

    Es bien sabido que la misa no espera a nadie, y el Padre Eduardo Arrieta inició puntual el servicio religioso, mientras Estrella Palacios llegaba tarde y casi corriendo, saludando a los policías.

    En fin, la puntualidad aplica para todos y es la principal muestra de respeto para el tiempo de los demás, sobre todo viniendo de parte de un servidor público.