El dato que compartió el presidente de la Asociación de Agricultores del Río Culiacán, Roberto Bazúa Campaña, sobre que los cultivos de Sinaloa tienen garantizado un tercio de lo que se necesita en un ciclo normal puede verse de dos formas: positivo o negativo.
Porque aunque se pueda sugerir que estamos de la patada en el tema de la captación de agua en las 11 presas del estado con apenas el 23 por ciento, hay que recordar que hace una semanas andábamos más agüitados que un cholo sin grabadora, debido a los niveles de sequía que sólo iban empeorando.
Porque aunque sea, ya un tercio, le hemos ganado a la crisis.
Coparmex Sinaloa y la Asociación ofrecieron este miércoles una conferencia para anunciar un conversatorio sobre el futuro agrícola en el estado.
En el encuentro con los medios, Bazúa Campaña recordó que para un ciclo en Sinaloa, los cultivos requieren un almacenamiento de agua promedio del 60 por ciento, que representa 9 mil 374 millones de metros cúbicos.
Pero este miércoles, la Comisión Nacional del Agua reportó que las 11 presas de la entidad almacenan 3 mil 627 millones, es decir, el 23.2 por ciento en promedio.
La buena noticia es que todavía quedan más de ocho semanas de la temporada de lluvia, por lo que tienen esperanza que la reserva pueda aumentar.
Aunque ya sabemos que es un albur, el líder agrícola señaló que para la captación podría estar funcionando el programa de estimulación de lluvias, de los que ya van 46 vuelos en la zona centro y norte del estado.
“Eso de alguna manera ha aportado una ‘gotita’ más de agua a las presas, yo creo que vamos bien”, insistió.
Él mismo señaló lo del nivel histórico negativo, pero que gracias a las lluvias se ha recuperado algo.
Lo de histórico fue porque aunque las lluvias comenzaron con el mes de mayo, a finales había apenas 6.3 por ciento de almacenamiento, sin duda algo más feo que ver a los romanos pegarle al Jesucristo en un viacrusis de Semana Santa.
Y lo de histórico no es de cotorreo, pues en los últimos 30 años no había otro almacenamiento peor que el 6.6 por ciento en 2012.
Y lo de la sequía tampoco es drama como los de los ex, porque en Sinaloa esta se ha prolongado desde el 2023 y ha provocado la disminución del número de hectáreas sembradas, pues de las 800 mil hectáreas que se cultivan en el estado se tuvieron que reducir hasta el 50 por ciento en la siembra.
En el último informe del monitoreo de Sequía de Conagua, se reveló que sólo Angostura, Cosalá, Elota, Guasave, Salvador Alvarado y el municipio de Sinaloa no tienen sequía, mientras que Ahome, Badiraguato, Concordia, Culiacán, Escuinapa, Mazatlán, Mocorito, Rosario, San Ignacio y Navolato están anormalmente secos.
Mientras que Choix y El Fuerte tienen una sequía moderada, y en el caso de Eldorado y Juan José Ríos todavía no hay información independiente.
Así como que no queriendo la cosa, ya estamos a un par de semanas de la conmemoración de la Independencia de México, y todo lo que ello representa, y ya hay quien anda pensando en cómo estará la posibilidad de hacer los tradicionales festejos patrios.
El mayor de los problemas es que también estamos a un par de semanas de cumplir ya un año hundidos, atemorizados y traumados con esta ola de violencia que ha provocado una disputa por la hegemonía del Cártel de Sinaloa.
De hecho, por la declaratoria de guerra entre facciones de dicho grupo criminal el 9 de septiembre del 2024, los festejos patrios en Sinaloa no se realizaron de manera masiva por primera vez desde que se tiene registro, incluso en plena pandemia por coronavirus se realizó un evento popular en Palacio de Gobierno en Culiacán.
Y quienes ya miran a la vuelta de la esquina esta fecha es la dirigencia del Partido Acción Nacional en el estado, cuya presidenta, Wendy Barajas Cortés, aseguró que a más de un año de estallada esta crisis de seguridad, no existen condiciones para pensar en que ahora sí pueda celebrarse con bombo y platillo esta fecha.
Independientemente del trasfondo y raja política que se mira a leguas con esta postura, lo cierto es que la gente en Culiacán no ha recuperado su confianza de salir a altas horas de la noche o en la madrugada, y la cosa es que los festejos populares por la Independencia de México son precisamente a partir de la tarde-noche.
Si nuestras autoridades piensan que es factible organizar una fiesta masiva para el Grito de Independencia, irían frontalmente en contra de la dinámica actual de la ciudadanía, pues las actividades para esa jornada serían a la misma hora en que muchos ya piensan en resguardarse en sus hogares por temor al crimen.
Estará bueno el dilema para las próximas semanas, pues en el caso del Carnaval de Mazatlán, que se organizó en fechas en que la situación lucía peor, la percepción es que no se descontroló del todo el tema de la seguridad.
En ese caso también es justo precisar que el puerto, si bien ha tenido momentos de fuerte recrudecimiento de la violencia, los índices de delincuencia no han terminado por igualarse a los de la capital Culiacán.
Uno pensaría a estas alturas, los representantes del Municipio y sobre todo el Gobierno estatal ya deberían dar una postura clara sobre qué ocurrirá con estos festejos, si es que los habrá, pero de momento siguen hablándole a la Virgen para definir.
Pues con todo y que de memoria los funcionarios relacionados o que han mentado al Centro de Resguardo Temporal e Identificación Humana en Culiacán en su vida, repitan que el gobierno de Rubén Rocha Moya es humanista por ese proyecto, habría que reconocer la iniciativa, pero no así su velocidad.
Sabemos que no son proyectos sencillos ni exprés, pero este centro esperó más de la mitad de su sexenio para operar y apenas tiene bajo su custodia 100 cuerpos o restos humanos, 84 que fueron trasladados para su inauguración, y otros 16 exhumados de la fosa común del panteón 21 de Marzo en distintas jornadas de excavación.
Ayer, la Subsecretaria de Derechos Humanos, Patricia Figueroa Sauceda, fue quien anunció que en casi un año de operaciones tienen estos números.
Hasta los colectivos de buscadoras reconocieron al principio el tema del panteón pero terminaron reclamando que las hicieron a un lado de la exhumación.
La funcionaria además señaló que el equipo de especialistas, conformado por antropólogos, criminalistas, forenses o geólogos, se encuentran en proceso de análisis de estos restos para extraer los perfiles genéticos y comenzar con los procesos de reconocimiento de algunos datos de las víctimas.
Esa referencias también las conocemos, muy de la 4T, esperar a no sabemos qué, para luego entender que atravesamos una crisis y entonces sí dar resultados. Una crisis que sólo en los últimos tres meses ronda al menos tres decenas de hallazgos en fosas y que a este paso de identificación nunca alcanzaremos.
No queda claro cuántas personas están metidas de lleno en este proceso de identificación, porque sólo así se entendería que sigamos teniendo tantos cadáveres o restos humanos sin identificar, menos aún en el marco de una guerra en la que la desaparición de personas es la violencia letal más extendida y constante.
¿Hasta cuándo se va a entender que estamos en una crisis humanitaria a la que hay que responder, sí, con técnica y humanismo, pero con muchos más recursos y mayor velocidad?
Porque no se trata solo de hacer lo que nadie había hecho, eso no lo regateamos, sino de hacerlo a la altura del reto que se enfrenta.
El dato que compartió el presidente de la Asociación de Agricultores del Río Culiacán, Roberto Bazúa Campaña, sobre que los cultivos de Sinaloa tienen garantizado un tercio de lo que se necesita en un ciclo normal puede verse de dos formas: positivo o negativo.
Porque aunque se pueda sugerir que estamos de la patada en el tema de la captación de agua en las 11 presas del estado con apenas el 23 por ciento, hay que recordar que hace una semanas andábamos más agüitados que un cholo sin grabadora, debido a los niveles de sequía que sólo iban empeorando.
Porque aunque sea, ya un tercio, le hemos ganado a la crisis.
Coparmex Sinaloa y la Asociación ofrecieron este miércoles una conferencia para anunciar un conversatorio sobre el futuro agrícola en el estado.
En el encuentro con los medios, Bazúa Campaña recordó que para un ciclo en Sinaloa, los cultivos requieren un almacenamiento de agua promedio del 60 por ciento, que representa 9 mil 374 millones de metros cúbicos.
Pero este miércoles, la Comisión Nacional del Agua reportó que las 11 presas de la entidad almacenan 3 mil 627 millones, es decir, el 23.2 por ciento en promedio.
La buena noticia es que todavía quedan más de ocho semanas de la temporada de lluvia, por lo que tienen esperanza que la reserva pueda aumentar.
Aunque ya sabemos que es un albur, el líder agrícola señaló que para la captación podría estar funcionando el programa de estimulación de lluvias, de los que ya van 46 vuelos en la zona centro y norte del estado.
“Eso de alguna manera ha aportado una ‘gotita’ más de agua a las presas, yo creo que vamos bien”, insistió.
Él mismo señaló lo del nivel histórico negativo, pero que gracias a las lluvias se ha recuperado algo.
Lo de histórico fue porque aunque las lluvias comenzaron con el mes de mayo, a finales había apenas 6.3 por ciento de almacenamiento, sin duda algo más feo que ver a los romanos pegarle al Jesucristo en un viacrusis de Semana Santa.
Y lo de histórico no es de cotorreo, pues en los últimos 30 años no había otro almacenamiento peor que el 6.6 por ciento en 2012.
Y lo de la sequía tampoco es drama como los de los ex, porque en Sinaloa esta se ha prolongado desde el 2023 y ha provocado la disminución del número de hectáreas sembradas, pues de las 800 mil hectáreas que se cultivan en el estado se tuvieron que reducir hasta el 50 por ciento en la siembra.
En el último informe del monitoreo de Sequía de Conagua, se reveló que sólo Angostura, Cosalá, Elota, Guasave, Salvador Alvarado y el municipio de Sinaloa no tienen sequía, mientras que Ahome, Badiraguato, Concordia, Culiacán, Escuinapa, Mazatlán, Mocorito, Rosario, San Ignacio y Navolato están anormalmente secos.
Mientras que Choix y El Fuerte tienen una sequía moderada, y en el caso de Eldorado y Juan José Ríos todavía no hay información independiente.
Así como que no queriendo la cosa, ya estamos a un par de semanas de la conmemoración de la Independencia de México, y todo lo que ello representa, y ya hay quien anda pensando en cómo estará la posibilidad de hacer los tradicionales festejos patrios.
El mayor de los problemas es que también estamos a un par de semanas de cumplir ya un año hundidos, atemorizados y traumados con esta ola de violencia que ha provocado una disputa por la hegemonía del Cártel de Sinaloa.
De hecho, por la declaratoria de guerra entre facciones de dicho grupo criminal el 9 de septiembre del 2024, los festejos patrios en Sinaloa no se realizaron de manera masiva por primera vez desde que se tiene registro, incluso en plena pandemia por coronavirus se realizó un evento popular en Palacio de Gobierno en Culiacán.
Y quienes ya miran a la vuelta de la esquina esta fecha es la dirigencia del Partido Acción Nacional en el estado, cuya presidenta, Wendy Barajas Cortés, aseguró que a más de un año de estallada esta crisis de seguridad, no existen condiciones para pensar en que ahora sí pueda celebrarse con bombo y platillo esta fecha.
Independientemente del trasfondo y raja política que se mira a leguas con esta postura, lo cierto es que la gente en Culiacán no ha recuperado su confianza de salir a altas horas de la noche o en la madrugada, y la cosa es que los festejos populares por la Independencia de México son precisamente a partir de la tarde-noche.
Si nuestras autoridades piensan que es factible organizar una fiesta masiva para el Grito de Independencia, irían frontalmente en contra de la dinámica actual de la ciudadanía, pues las actividades para esa jornada serían a la misma hora en que muchos ya piensan en resguardarse en sus hogares por temor al crimen.
Estará bueno el dilema para las próximas semanas, pues en el caso del Carnaval de Mazatlán, que se organizó en fechas en que la situación lucía peor, la percepción es que no se descontroló del todo el tema de la seguridad.
En ese caso también es justo precisar que el puerto, si bien ha tenido momentos de fuerte recrudecimiento de la violencia, los índices de delincuencia no han terminado por igualarse a los de la capital Culiacán.
Uno pensaría a estas alturas, los representantes del Municipio y sobre todo el Gobierno estatal ya deberían dar una postura clara sobre qué ocurrirá con estos festejos, si es que los habrá, pero de momento siguen hablándole a la Virgen para definir.
Pues con todo y que de memoria los funcionarios relacionados o que han mentado al Centro de Resguardo Temporal e Identificación Humana en Culiacán en su vida, repitan que el gobierno de Rubén Rocha Moya es humanista por ese proyecto, habría que reconocer la iniciativa, pero no así su velocidad.
Sabemos que no son proyectos sencillos ni exprés, pero este centro esperó más de la mitad de su sexenio para operar y apenas tiene bajo su custodia 100 cuerpos o restos humanos, 84 que fueron trasladados para su inauguración, y otros 16 exhumados de la fosa común del panteón 21 de Marzo en distintas jornadas de excavación.
Ayer, la Subsecretaria de Derechos Humanos, Patricia Figueroa Sauceda, fue quien anunció que en casi un año de operaciones tienen estos números.
Hasta los colectivos de buscadoras reconocieron al principio el tema del panteón pero terminaron reclamando que las hicieron a un lado de la exhumación.
La funcionaria además señaló que el equipo de especialistas, conformado por antropólogos, criminalistas, forenses o geólogos, se encuentran en proceso de análisis de estos restos para extraer los perfiles genéticos y comenzar con los procesos de reconocimiento de algunos datos de las víctimas.
Esa referencias también las conocemos, muy de la 4T, esperar a no sabemos qué, para luego entender que atravesamos una crisis y entonces sí dar resultados. Una crisis que sólo en los últimos tres meses ronda al menos tres decenas de hallazgos en fosas y que a este paso de identificación nunca alcanzaremos.
No queda claro cuántas personas están metidas de lleno en este proceso de identificación, porque sólo así se entendería que sigamos teniendo tantos cadáveres o restos humanos sin identificar, menos aún en el marco de una guerra en la que la desaparición de personas es la violencia letal más extendida y constante.
¿Hasta cuándo se va a entender que estamos en una crisis humanitaria a la que hay que responder, sí, con técnica y humanismo, pero con muchos más recursos y mayor velocidad?
Porque no se trata solo de hacer lo que nadie había hecho, eso no lo regateamos, sino de hacerlo a la altura del reto que se enfrenta.