en el puerto
La desaparición por varias horas de tres jóvenes de Culiacán luego de estar en un bar de Mazatlán sacó a relucir un tema poco abordado por las autoridades y que sabemos que continúa operando.
Los muchachos tuvieron un altercado en el establecimiento porque les impidieron consumir los vapeadores que ellos ya traían consigo, y les dijeron que sólo podían usar los que ahí se vendían.
El altercado pone en evidencia lo que es de todos sabido y que al parecer no se combate: desde que fueron declarados ilegales, los vapeadores o “vapes” se convirtieron en mercancía manejada por los grupos criminales.
Al ser un producto relativamente “nuevo”, estos cigarros electrónicos anteriormente eran comercializados de manera normal incluso por algunos emprendedores, pero en cuanto el Poder Legislativo los declaró ilegales, con el argumento del daño que provocan, el uso no disminuyó ni los aparatitos dejaron de existir, el mercado sólo migró a la delincuencia organizada.
Así, en los bares se venden los “vapes” y sólo esos que se venden ahí se pueden usar dentro del establecimiento, y como los que los venden ni siquiera son del negocio, sino que son usualmente de grupos criminales, ahí se explica por qué un altercado por unos vapeadores desemboca en la desaparición de tres jóvenes culiacanenses que traían ya consigo sus “vapes” y no quisieron comprar los que ahí les vendían.
En este incidente de los tres desaparecidos, que hasta anoche se había reportado que dos de ellos, una mujer y un hombre, ya habían vuelto sanos y salvos a sus casas, trascendió que incluso intervino el Secretario de Economía del Estado, Ricardo “Pity” Velarde, a quienes a través de redes sociales le pidieron apoyo los familiares. No sabemos si por ser funcionario o por ser empresario del ramo de restaurantes y bares.
En fin, el hecho no está para que las autoridades lo echen en saco roto. Los vapeadores son una mercancía más que maneja el crimen organizado. Todos lo sabemos. Y las consecuencias no son un simple tema mercantil.
“Muy probablemente yo le estoy quedando a deber también a la ciudadanía”, dijo Rubén Rocha Moya, como quien admite no haber entregado la tarea, pero pide comprensión porque de verdad lo intentó.
El problema es que no estamos hablando de una omisión menor, sino de una crisis de seguridad que ha cobrado vidas, ha desplazado a familias y mantiene a comunidades enteras bajo miedo constante.
No es nuevo que un político diga que no ha podido con todo, pero sí preocupa el grado de normalización con el que se hacen este tipo de confesiones.
Rocha lo dice casi con tono de humildad, pero lo que transmite es resignación, como si bastara con aceptar públicamente que no ha cumplido, sin que eso implique asumir errores, redireccionar estrategias o tomar decisiones urgentes.
Además, al rodear su comentario de agradecimientos a la Guardia Nacional, al Ejército, a la Marina, a García Harfuch, a Claudia Sheinbaum y a medio gabinete federal, el Gobernador omite cómo va a corregir el rumbo.
Porque claro, “nos están ayudando mucho” y “estamos haciendo lo que se puede”, mientras tanto: balaceras, desplazamientos y asesinatos siguen al día.
El problema del discurso del “se hace lo posible” es que se divorcia de las acciones que podrían generar mejores resultados .
¿Quién evalúa qué es lo posible? ¿Qué tanto se ha intentado lo realmente difícil: limpiar las corporaciones, generar inteligencia estatal propia, proteger a las víctimas?
Reconocer que se le queda a deber a la ciudadanía es un buen paso en el sentido contrario de la negación pero también una forma sutil de pedirle a la gente que tenga paciencia, cuando lo que hace falta es rendición de cuentas y resultados verificables más rápidos. La seguridad no es un favor que se agradece, es una obligación del Estado.
No es poca cosa lo que hemos visto en el PRI últimamente, lo que nos da cierta esperanza de que un partido de oposición pueda mostrar la vitalidad que antes era cuestión de verse incluso de lejos.
Y no es que nos creamos gente del tricolor o que el corazoncito se nos mueva por ahí, pero sí es bastante triste que Morena tenga toda las canicas.
Por eso este llamado del PRI en Sinaloa a cerrar como respaldo a su líder nacional Alejandro Moreno y la acusación de que hay una persecución política puede parecer un reclamo legítimo pero tiene el mismo problema de fondo que los ha sumido en el descrédito y la prácticamente nula relevancia.
No nos malentienda y piense que con esto ponemos en la mesa que Alito es inocente, todo el país conoce su trayectoria y sabe que una de las cosas que más le ha impedido al tricolor reconstruirse es precisamente el “liderazgo” de Alejandro Moreno.
Lo importante aquí es la acción partidista, que llama al sentido de pertenencia, a recobrar el orgullo por los colores con una lucha que valga la pena defender y que sirva para meterle cierta pasta que sirva para pegar lo desparpapajado que lo dejaron los últimos priistas que lo usaron y se largaron sin remordimiento por su nido.
Todo por el maldito poder... y el dinero.
Ayer, el dirigente estatal del PRI, César Emiliano Gerardo Lugo, denunció que las investigaciones en contra de Alito carecen de sustento legal, ya que la Fiscalía Anticorrupción determinó que no había elementos para proceder penalmente.
Nuestro presidente, señaló, ha sido blanco de ataques durante años, la Fiscalía Anticorrupción ya determinó que no hay elementos para proceder penalmente en su contra y aun así se le sigue investigando por los mismos casos, incluso han intentado desaforarlo sin éxito.
Es obvio, recalcó, que las acusaciones contra el líder nacional del PRI continúan por “razones políticas”, y por su “postura crítica” frente al gobierno federal, que ha generado presiones desde distintas instituciones. Seeeee.
“Amedrentar a nuestro presidente es amedrentar a millones de priistas, desde Sinaloa le decimos con claridad: no está solo; nos sentimos orgullosos de tener una dirigencia nacional que no se dobla, que da la cara y que defiende al país con firmeza”, añadió.
¡!Amos ai!, dijera don Ramón en el Chavo del Ocho. Sonó igualito a cuando los morenistas defendieron a Adán Augusto.